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de diciembre, san Habacuc, profeta
3 de diciembre, san Sofonías,
profeta
Palabra de Yahveh que fue
dirigida a Sofonías... en tiempo de Josías,
hijo de Amón, rey de Judá (So 1,1).
Yo entonces volveré puro el labio de los
pueblos, para que invoquen todos
el nombre de Yahveh, y le sirvan bajo
un mismo yugo.
Desde allende los ríos de Etiopía, mis
suplicantes, mi Dispersión, me traerán mi
ofrenda.
Aquel día no tendrás ya que avergonzarte de
todos los delitos que cometiste contra mí,
porque entonces quitaré yo de tu seno a tus
alegres orgullosos, y no volverás a
engreírte en mi santo monte.
Yo dejaré en medio de ti un pueblo humilde y
pobre, y en el nombre de Yahveh se cobijará
el Resto de Israel. No cometerán más
injusticia, no dirán mentiras, y no más se
encontrará en su boca lengua embustera. Se
apacentarán y reposarán, sin que nadie los
turbe.
¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza
clamores, Israel, alégrate y exulta de todo
corazón, hija de Jerusalén!
Ha retirado Yahveh las sentencias contra ti,
ha alejado a tu enemigo. ¡Yahveh,
Rey de Israel, está en medio de ti,
no temerás ya ningún mal!
Aquel día se dirá a
Jerusalén: ¡No tengas miedo, Sión, no
desmayen tus manos! Yahveh tu Dios
está en medio de ti, ¡un poderoso
salvador! El exulta de gozo por ti, te
renueva por su amor; danza por ti
con gritos de júbilo, como en los días de
fiesta. Yo quitaré de tu lado la desgracia,
el oprobio que pesa sobre ti.
He aquí que yo haré exterminio de todos tus
opresores, en el tiempo aquel;
y salvaré a la coja y recogeré a la
descarriada, y haré que tengan alabanza y
renombre en todos los países donde fueron
confundidas.
En aquel tiempo os haré
venir, en aquel tiempo os
congregaré. Entonces os daré renombre y
alabanza entre todos los pueblos de la tierra,
cuando yo vuelva a vuestros cautivos a
vuestros propios ojos, dice Yahveh.
(So 3,9-20).
El Día del Señor, el Día de
la Parusía, aquel día, significa en esta
terminología bíblica, el tiempo, la época de
la liberación, de una duración indeterminada,
que puede ser de varias docenas de siglos; época
en la que todos los pueblos invocarán el nombre
de Yahveh, y todos le servirán, le obedecerán
obrando consecuentemente. Como dice el versículo
9 de este capítulo 3 de Sofonías, que es el
versículo que cita el Concilio Vaticano II en
Nostra Aetate 4, al mismo tiempo que cita
también la profecía de san Pablo sobre la
conversión de los judíos:
"La Iglesia,
juntamente con los profetas y con el mismo
Apóstol, espera el día, que sólo Dios
conoce, en que todos los pueblos
invocarán al Señor con voz unánime y le
servirán hombro con hombro (So
3,9)"
(Concilio Vaticano II. Nostra aetate,
4).
Lo que es anunciar con plena
seguridad que se producirá la
confesionalidad de todos los pueblos y que todos
ellos obrarán en consecuencia en el
futuro, obedeciendo la ley de Dios.
18 de diciembre, san Malaquías,
profeta
Yahveh es testigo entre tú
y la esposa de tu juventud, a la que tú
traicionaste, siendo así que ella era tu
compañera y la mujer de tu alianza. ¿No ha
hecho él un solo ser, que tiene carne y
espíritu? Y este uno ¿qué busca? ¡Una
posteridad dada por Dios! Guardad, pues,
vuestro espíritu; no traiciones a la esposa
de tu juventud. Pues yo odio el
repudio, dice Yahveh Dios de Israel,
y al que encubre con su vestido la violencia,
dice Yahveh Sebaot. Guardad, pues, vuestro
espíritu y no cometáis tal traición.
(Ml 2,14-16).
Vosotros cansáis a
Yahveh con vuestras palabras. - Y
decís: ¿En qué le cansamos?
- Cuando decís: Todo el que hace el mal es
bueno a los ojos de Yahveh, y él le acepta
complacido; o también: ¿Dónde está el
Dios del juicio?
(Ml 2,17).
He aquí que yo envío
a mi mensajero a allanar el camino
delante de mí, y enseguida vendrá a su
Templo el Señor a quien vosotros buscáis; y
el Angel de la alianza, que vosotros deseáis,
he aquí que viene, dice Yahveh Sebaot.
¿Quién podrá soportar el Día de
su venida? ¿Quién se tendrá en
pie cuando aparezca? Porque es él como fuego
de fundidor y como lejía de lavandero. Se
sentará para fundir y purgar. Purificará a
los hijos de Leví y los acrisolará como el
oro y la plata; y serán para Yahveh los que
presentan la oblación en justicia. Entonces
será grata a Yahveh la oblación de
Judá y de Jerusalén, como en los días de
antaño, como en los años antiguos.
(Ml 3,1-4)
Los que temen a Yahveh se
hablaron unos a otros. Y puso atención
Yahveh y oyó; y se escribió ante él un
libro memorial en favor de los que temen a
Yahveh y piensan en su Nombre.
Serán ellos para mí, dice Yahveh Sebaot, en
el día que yo preparo,
propiedad personal; y yo seré indulgente con
ellos como es indulgente un padre con el hijo
que le sirve.
Entonces vosotros volveréis a distinguir
entre el justo y el impío, entre quien sirve
a Dios y quien no le sirve.
Pues he aquí que viene el Día,
abrasador como un horno; todos los arrogantes
y los que cometen impiedad serán como paja;
y los consumirá el Día que viene,
dice Yahveh Sebaot, hasta no dejarles raíz
ni rama.
Pero para vosotros, los que teméis mi Nombre,
brillará el sol de justicia con la salud en
sus rayos, y saldréis brincando como
becerros bien cebados fuera del establo.
Y pisotearéis a los impíos, porque serán
ellos ceniza bajo la planta de vuestros pies,
el día que yo preparo, dice
Yahveh Sebaot.
Acordaos de la Ley de Moisés, mi siervo, a
quien yo prescribí en el Horeb preceptos y
normas para todo Israel.
He aquí que yo os envío al profeta
Elías antes que llegue el Día de Yahveh,
grande y terrible. El hará volver el
corazón de los padres a los hijos,
y el corazón de los hijos a los padres; no
sea que venga yo a herir la tierra de anatema.
(Ml 3,16-24)
21 de diciembre, san Miqueas, profeta
«¡No babeéis - babean
ellos - que no babeen de esa manera!
¡El oprobio no nos alcanzará! ¿Es acaso
maldita la casa de Jacob? ¿Se ha cortado el
soplo de Yahveh? ¿Es ése su proceder? ¿Es
que no favorecen sus palabras a su pueblo
Israel?» Sois vosotros los que contra mi
pueblo como enemigos os alzáis. Al
irreprochable le arrancáis el manto; al que
pasa confiado le infligís los desastres de
la guerra. A las mujeres de mi pueblo
expulsáis de las casas de sus delicias; de
sobre sus niños arrancáis mi honor para
siempre:
«¡Levantaos, marchad, que esta no
es hora de reposo!».
Por una bagatela exigís una prenda agobiante.
Si un hombre anda al viento, inventando
mentiras: «Yo babeo para ti vino y licor»,
ése será el baboso de este pueblo.
(Mi 2,6-11)
Voy a reunir a Jacob todo
entero, voy a recoger al Resto de Israel; los
agruparé como ovejas en el aprisco, como
rebaño en medio del pastizal, harán
estrépito lejos de los hombres. El que abre
brecha subirá delante de ellos; abrirán
brecha, pasarán la puerta, y por ella
saldrán; su rey pasará delante de ellos, y
Yahveh a su cabeza.
(Mi 2,12-13).
Yo dije: Escuchad, pues,
jefes de Jacob, y dirigentes de la casa de
Israel: ¿No es cosa vuestra conocer
el derecho (Mi 3,1).
Así dice Yahveh contra los
profetas que extravían a mi pueblo,
los que, mientras mascan con sus dientes, gritan:
«¡Paz!», mas a quien no pone nada en su
boca le declaran guerra santa (Mi 3,5).
Sucederá en días
futuros que el monte de la
Casa de Yahveh será asentado en la cima de
los montes, y se alzará por encima
de las colinas. Y afluirán a él los
pueblos, acudirán naciones
numerosas y dirán: «Venid, subamos
al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de
Jacob, para que él nos enseñe sus
caminos, y nosotros sigamos
sus senderos». Pues de
Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la
palabra de Yahveh.
El juzgará entre pueblos numerosos,
y corregirá a naciones poderosas;
forjarán ellas sus espadas en
azadones, y sus lanzas en
podaderas. No blandirá más
la espada nación contra nación, ni
se adiestrarán más para la guerra.
Se sentará cada cual bajo su parra,
y bajo su higuera, sin que nadie le
inquiete, ¡la boca de Yahveh Sebaot
ha hablado!
(Mi 4,1-4).
Aquel día
- oráculo de Yahveh - yo recogeré a la
oveja coja, reuniré a la perseguida, y a la
que yo había maltratado.
De las cojas haré un Resto, de las alejadas
una nación fuerte. Entonces reinará
Yahveh sobre ellos en el monte Sión,
desde ahora y por siempre.
(Mi 4,6-7 ).
Mas tú, Belén
Efratá, aunque eres la menor entre
las familias de Judá, de ti me ha de
salir aquel que ha de dominar en Israel,
y cuyos orígenes son de antigüedad, desde
los días de antaño.
Por eso él los abandonará hasta el tiempo
en que dé a luz la que ha de dar a luz.
Entonces el resto de sus hermanos volverá a
los hijos de Israel.
El se alzará y pastoreará con el
poder de Yahveh, con la majestad del
nombre de Yahveh su Dios. Se asentarán bien,
porque entonces se hará él grande hasta los
confines de la tierra. El será la
Paz.
(Mi 5,1-4 ).
Y será el Resto de
Jacob, en medio de pueblos numerosos, como
rocío que viene de Yahveh, como
lluvia sobre la hierba, él, que no espera en
el hombre ni aguarda nada de los hijos de
hombre.
Será entonces el Resto de Jacob
entre las naciones, en medio de
pueblos numerosos, como león entre las
bestias de la selva, como leoncillo entre los
rebaños de ganado menor, que si pasa,
pisotea, y si desgarra, no hay quien libre.
¡Que tu mano se alce contra los adversarios
y todos tus enemigos sean extirpados!
Y sucederá aquel día -
oráculo de Yahveh - que yo extirparé de en
medio de ti tus caballos, y haré desaparecer
tus carros;
extirparé las ciudades de tu tierra, y
demoleré todas tus fortalezas;
extirparé de tu mano las hechicerías, y no
habrá para ti más adivinos;
extirparé tus estatuas y tus estelas de en
medio de ti, y ya no podrás postrarte más
ante la obra de tus manos,
arrancaré de en medio de ti tus cipos y
aniquilaré tus ídolos.
¡Venganza tomaré con cólera y furor de las
naciones que no escucharon!
(Mi 5,6-14).
Escuchad ahora lo que dice
Yahveh: «¡Levántate, pleitea con los
montes y oigan las colinas tu voz!».
¡Escuchad, montes, el pleito de Yahveh,
prestad oído, cimientos de la tierra, pues
Yahveh tiene pleito con su pueblo, se
querella contra Israel:
«Pueblo mío, ¿qué te he hecho?
¿En qué te he molestado? Respóndeme.
¿En que te hice subir del país de Egipto, y
de la casa de servidumbre te rescaté, y
mandé delante de ti a Moisés, Aarón y
María?
Pueblo mío, recuerda, por favor
..., para que conozcas las justicias de
Yahveh».
(Mi 6,1-5).
«Se te ha declarado,
hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh de ti
reclama: tan sólo practicar la equidad, amar
la piedad y caminar humildemente con tu
Dios» (Mi 6,8).
El hijo ultraja al padre,
la hija se alza contra su madre, la nuera
contra su suegra, y enemigos de cada cual son
los de su casa (Mi 7,6).
¿Qué Dios hay como tú,
que quite la culpa y pase por alto el delito
del Resto de tu heredad? No mantendrá su
cólera por siempre pues se complace en el
amor; volverá a compadecerse de nosotros,
pisoteará nuestras culpas. ¡Tú arrojarás
al fondo del mar todos nuestros pecados!
(Mi 7,18-19).
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