...Todos los temas de Historia de España...INDEX
La época de Felipe V (1701-1746)
La guerra de Sucesión (1701-1715).
El Tratado de Utrecht (1713)
y el de Rastadt (1714)
Las reformas borbónicas del siglo XVIII
En virtud del "ya no hay Pirineos" del embajador de España, Castelldosríus, de 1700, que se ve que fue del agrado de Luis XIV, se importan de Francia personajes y sistemas de gobierno. En especial tendentes al centralismo y al absolutismo.
Ministros y gobernantes franceses: Orry, Amelot, Berwick, la princesa de los Ursinos, el cardenal d'Estrées y el abate d'Estrées...
Españoles: Portocarrero, heredado de la época anterior, y posteriormente Patiño y Campillo. Al final de la época de Felipe V, el marqués de la Ensenada, formado con Campillo, que empieza a ser ministro en 1743.
"No es menester en una monarquía que todos discurran ni tengan grandes talentos. Basta que sepa trabajar el mayor número, siendo pocos los que deben mandar, que son los que necesitan luces muy superiores; pero la muchedumbre no ha de necesitar más que fuerzas corporales y docilidad para dejarse gobernar". (Esto retrata a Campillo; "los" monárquicos liberales posteriores también dirán de sus reyes que sean dóciles para dejarse gobernar por ellos).
Los reyes borbónicos del XVIII en España son: Felipe V (1701-1746); sus hijos Luis I (1724), Fernando VI (1746-1759) y Carlos III (1759-1788); y su nieto Carlos IV (1788-1808), hijo de Carlos III.
Felipe V se casó dos veces. Su primera esposa Mª Luisa Gabriela de Saboya mandó mucho; y la segunda Isabel de Farnesio, muchísimo, durante mucho más tiempo y en su propio interés, a diferencia de la primera, que actuó en interés de España y del rey.
La supresión de los fueros constitucionales y políticos de la Corona de Aragón, tras su derrota en la Guerra de Sucesión (Decretos de Nueva Planta).
Aragón, Valencia y Cataluña, mediante los Decretos de Nueva Planta, ven suprimidas sus Cortes y queda su representación en los procuradores que desde entonces debían enviar a las Cortes de Castilla; y tendrán las leyes mismas leyes que Castilla. También se les impone a sus municipios importantes la figura del corregidor, ya existente en los reinos de Castilla. Ya en 1707, tras la batalla de Almansa, que le proporciona a Felipe V la recuperación de los territorios de los reinos de Valencia y de Aragón, decreta la supresión de sus fueros, aunque que en 1711, al recuperar de nuevo el reino de Aragón, le impone el Decreto de Nueva Planta de 1711, en el que como concesión, se restablece en Aragón su Derecho Privado y se le otorga la creación del Tribunal del Real Erario. En el reino de Mallorca (Baleares, menos Menorca que queda en poder de Inglaterra), ocurre algo similar mediante el Decreto de Nueva Planta de 1715 por el que fue abolido el Gran i General Consell, no así el derecho privado, que se mantuvo, como se había mantenido el de Aragón y como se mantendrá el de Cataluña, al contrario que el del ex reino de Valencia, abolido.
En el Principado de Cataluña el Decreto de Nueva Planta de 16.01.1716 establece:
- El capitán general, sustituyendo al virrey de Cataluña, como máxima autoridad civil y militar en Cataluña.
- La Real Audiencia, presidida por el capitán general, que no solo era para la administración de justicia, sino que tenía funciones gubernativas, constituyendo, junto con el capitán general, el Real Acuerdo, que era la institución que ostentaba la representación del rey en el Principado.
- La Superintendencia con un superintendente a la cabeza: Era la institución encargada de administrar el patrimonio real y el nuevo impuesto del catastro que se impuso en Cataluña siguiendo el modelo del "equivalente" que se aplicó en el ex Reino de Valencia. La Superintendencia absorbió las funciones y los recursos de las instituciones derogadas de la Diputación General de Cataluña, del Batlle General y del Mestre Racional
- Corregimientos. Siguiendo la organización territorial ya imperante en Castilla, las antiguas veguerías fueron sustituidas por doce corregimientos, al frente de los cuales estaba el corregidor, cargo que, a diferencia de lo que era habitual en Castilla, lo ocupó un militar; en Cataluña, entre 1717 y 1808, el 96% de los corregidores fueron militares, siempre castellanos. Bajo su autoridad había un cargo de la administración de justicia que era el de los alcaldes mayores, que no hay que confundir con los actuales alcaldes que están al frente de los ayuntamientos.
- Ayuntamientos con regidores vitalicios nombrados por el rey en las ciudades cabeza de corregimiento, y regidores de renovación anual en los demás municipios, que eran nombrados por el capitán general a propuesta de la Real Audiencia. Se abandonó así el sistema de representantes designados por insaculación. Desde 1739 se generalizó la venta de cargos municipales, como en toda España, con el mismo descontento expresado por los gremios a partir de 1740. El Decreto establecía que la ciudad de Barcelona tendría veinticuatro regidores y el resto ocho, siendo fiscalizado su gobierno tanto por la Real Audiencia como por los corregidores respectivos en su caso. Las ordenanzas para las ciudades y villas se mantenían, siempre y cuando no fueran contrarias al Decreto.
Además, el Decreto de Nueva Planta de 1716 estableció la supresión de la extranjería, de modo que todos los súbditos de la monarquía podían ocupar cargos u honores en toda la monarquía: los catalanes fuera de Cataluña y los de fuera de Cataluña en ésta. También se aplicó la supresión de la extranjería al comercio, y esto facilitó, junto con la imperfecta unión aduanera, el acceso de los productos catalanes al mercado de toda la monarquía hispánica, y más cuando se estableció la apertura del comercio con América en 1778.
En lo referente al idioma, en el Decreto de Nueva Planta de 1716 se estableció que las causas de la Real Audiencia del Principado de Cataluña se dirimieran en castellano, en vez de dirimirse en latín, como se hacía hasta entonces. "Pero en cuanto a las curias ordinarias inferiores, que puedan los litigantes actuar en su lengua nativa"; y en una consulta realizada el 27 de octubre de 1767 se establecía que incluso en la secretaría de la Real Audiencia "las lenguas absolutamente necesarias para esta oficina [son] el catalán y [el] castellano". Pero el latín se seguía utilizando de hecho en las causas de la Real Audiencia, y no fue totalmente suprimido hasta la promulgación de una Real Cédula de 23 de junio de 1778 por "no ser perceptible á las partes, en lugar de que, escribiéndose en romance, con más facilidad se explica el concepto, y se hace familiar á los interesados".
La obligatoriedad del castellano en la enseñanza primaria y secundaria se decretó por Carlos III en 1768. El estímulo para aprender castellano vino también del desarrollo del comercio con el resto de la monarquía hispánica. Otro decreto de Carlos III en 1772 ordenó que las casas de comercio llevaran las cuentas y los libros en castellano.
Pero el catalán siguió siendo el idioma doméstico, el de las relaciones sociales íntimas y cotidianas, el de la enseñanza de las primeras letras, el de las notarías, el de las cuentas extraoficiales y el de la predicación religiosa, el confesionario y la catequesis.
La Universidad de Cervera fue establecida por decreto del 11 de mayo de 1717 como universidad única, suprimiéndose las siete universidades que había anteriormente en Cataluña (las de Barcelona, Tarragona, Lérida, Gerona, Vich, Solsona y Seo de Urgel). En la Universidad de Cervera, la enseñanza pasó a ser predominantemente en castellano, manteniéndose algo el latín, en vez de ser predominantemente en latín, como había sido en las universidades catalanas suprimidas.
El Reino de Navarra y las provincias Vascongadas mantienen sus fueros constitucionales y políticos, porque no se habían rebelado contra Felipe V, aunque el centralismo borbónico es el mismo. Pero hubo intentos centralistas en el mismo siglo XVIII, durante la época de la Ilustración, pero sus fueros políticos y constitucionales se mantuvieron hasta que los suprimieron los liberales del siglo XIX.
Otras reformas de la época de Felipe V:
En lo económico se sigue el proteccionismo del mercantilismo con Patiño, que será sustituido por el librecambismo de la fisiocracia de los ilustrados de la época de Carlos III.
El puesto de confesor real, como en otras cortes borbónicas, se encomienda a jesuitas, y esto a veces será utilizado para el regalismo, que se volverá contra los jesuitas en la época de Carlos III, al que los ilustrados le inducirán que los expulse de España en 1767.
Se elimina en gran parte el sistema de la polisinodia, es decir, la multiplicidad de Consejos de gobierno. Queda el Consejo de Castilla casi como el único Consejo, pero con atribuciones muy reforzadas. Paradójicamente en Francia se adopta en el XVIII la polisinodia que se abandonaba en España. Desaparecen los Consejos de Aragón, Portugal, Flandes e Italia, y se mantienen como consultivos de los ministros los Consejos de Estado,Guerra Hacienda, Gracia Justicia, Marina e Indias.
Se van creando Ministerios con el nombre de Secretarías de Estado, los términos ministro y secretario, son en su origen equivalentes a servidor. Se va subdividiendo el cargo de Primer Secretario de Estado y del Despacho Universal, existente desde 1621. Primeramente se divide en dos desde 1705; por una parte lo referente a los ramos de Guerra y Hacienda, y por otra parte lo referente a todos los demás ramos. Después, cuatro Secretarías, y después seis: Estado Justicia, Guerra, Hacienda, Marina e Indias.
Se crean las intendencias, con amplias atribuciones, especialmente económicas, sobre grandes territorios.
Siguen existiendo las Cortes, pero cada vez se reúnen menos a menudo. Hay reunión de las Cortes en 1709, 1712, 1713, 1724, 1760 y 1789.
Las Reales Audiencias se multiplican y adquieren funciones gubernativas. Son la base de la división territorial.
Las contribuciones se intenta unificarlas. Se creó el Catastro Catalán para hacer contribuir a los habitantes de Cataluña. Fue instrumentalizado por Patiño. Tuvo dos grandes defectos, primero que no llegó a ser un impuesto único, porque existían otros como la bolla; y sobre todo, fue demasiado alto; se fue rebajando, hasta que en el último tercio del XVIII llegó al 50% y, al final del siglo, al 30%; y entonces sí que fue un instrumento de prosperidad para Cataluña.
El marqués de la Ensenada puso en marcha los ingentes trabajos para crear el Catastro, inventario base de la riqueza imponible existente en toda España, como base para establecer un impuesto único; y se llegaron a completar esos trabajos en un 60 por ciento. Pero consiguió que el Estado tuviese suficientes recursos, incluso para potenciar las obras públicas, la construcción naval y la potenciación naval y militar desde el final de la época de Felipe V y en la de Fernando VI..
El Ejército se reestructura para dotarlo de mayor eficacia y empieza a ser un ejército moderno. Campillo pone en marcha un programa de construcción naval y de aumento de los efectivos terrestres y consigue empezar a dotar de poder a España. Se crean los astilleros y arsenales que después han seguido siendo los básicos: los del El Ferrol, Cartagena y San Fernando.
La ley de Sucesión, básica en una monarquía, se modifica esencialmente en 1713 mediante lo que ha quedado con el nombre de Auto Acordado, que es una ley hecha en Cortes, por sus procuradores dotados de poderes específicos, por la que se da preferencia de sucesión al trono a la descendencia masculina transmitida por línea masculina sobre la descendencia femenina incluso más próxima, pero sin excluir totalmente la descendencia femenina, porque esta entra en juego si se extinguen todas las líneas masculinas, porque entonces se tienen en cuenta los derechos transmitidos por vía femenina a descendientes masculinos. No es como la ley sucesoria vigente entonces en Francia, la ley sálica, que excluía totalmente a la descendencia femenina, mientras que esta española de 1713, sólo la excluye mientras queden descendientes varones por vía masculina, pero en el caso de que no queden descendientes varones por vía masculina, admite la descendencia masculina por vía femenina y la descendencia femenina, en su caso; por eso a esta que se implanta en España en 1713 se la califica como ley semisálica.
----------------------------
El Virreinato de Nueva España (creado en 1535) y el Virreinato del Perú (creado en 1542) se subdividen en el XVIII, dentro de las reformas borbónicas.
Y así se crea en 1717 el Virreinato de Nueva Granada, con sede en Santa Fe de Bogotá, que incluye las actuales repúblicas de Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Guayana. Este Virreinato se suspendió en 1723 por problemas financieros, pero fue restaurado en 1739. Fue suprimido por los independentistas en 1810, pero, tras ser recuperado su territorio por los realistas, fue de nuevo restaurado en 1815, hasta que en 1822 finaliza la soberanía de la Monarquía española, tras la batalla de Pichincha.
En 1776 se crea el Virreinato de Río de la Plata con sede en Buenos Aires, como subdivisión del Virreinato del Perú. Incluía las actuales repúblicas de Argentina (con las Malvinas), Uruguay, Paraguay, Bolivia y algunas partes de Chile, Perú y Brasil; así como las islas ecuatoguineanas de Fernando Poo (hoy Bioko) y Annobón.cendencia femenina
Se subdividían los virreinatos en reinos y Capitanías generales.
A partir de 1777, se crearon intendentes a los que se confería una parte importante de las funciones que desempeñaban los virreyes hasta entonces.
También en la época de Carlos III, se establece la libertad de comercio para toda una serie de puertos americanos con puertos españoles, terminando con la anterior centralización del tráfico americano en la Casa de Contratación de Sevilla, después trasladada a Cádiz. Y suprimida con esta libertad de comercio
Todo ello forma parte de las reformas borbónicas.
-----------------------------
La política exterior de Felipe V se caracterizó por el revisionismo de los tratados de Utrecht, el objetivo de recuperar lo perdido por su monarquía hispánica en esos tratados. En particular, como desde 1714 la reina era Isabel de Farnesio, cuya ambición era conseguir tronos, sobre todo en Italia, para los hijos de ese segundo matrimonio de Felipe V, se denominó "el secreto de los Farnesio" a ese objetivo. Se trataba de aprovechar el descontento italiano ante sus nuevas dinastías.
Al principio, con el abate Alberoni al mando de la política se intentó mediante la vía bélica directa.
Para ello, se desarrolla inicialmente una fase de rearme (1715-1717) con el pretexto de emprender una cruzada para contrarrestar el reactivado avance turco, contra el que Alberoni efectivamente envía una flota que lo frena con una victoria en Corfú; lo que le vale a Alberoni para ser creado cardenal por el Papa.
Después de lo cual, se realiza en 1717 una expedición a Cerdeña, que se conquista. Esto despertó ya la inquietud europea, dando lugar a la Triple Alianza, formada por Francia, Inglaterra y Holanda en 1717 mismo para mantener el "equilibrio" de Utrecht. Sin embargo Alberoni continúa su política expansiva con el envío, en 1718, de otra expedición a Sicilia, que se empieza a conquistar, lo que motiva que Austria se una a la alianza, que pasa a ser la Cuádruple Alianza, con el objetivo de mantener la paz de Utrecht; pero la conquista de Sicilia continúa hasta que Inglaterra envía una flota, que, sin previa declaración de guerra, destruye la flota española en lo que ha quedado con el nombre de batalla del cabo Pessaro, que es una acción que caracterizará la política británica conocida con el nombre derivado de una posterior acción como copenhaguizar [to copenhagenize].
Después del desastre del cabo Pessaro, vendrá ya la guerra declarada por Inglaterra y toda la Cuádruple, sus expediciones de castigo, la destitución del cardenal Alberoni en 1719 y la renuncia a la acción bélica por Felipe V, que entra en la Alianza garante de la paz de Utrecht y emprende la vía diplomática.
Esta vía diplomática le da resultado ya a Felipe V en los acuerdos de Viena de 1725 que consigue otro aventurero, Ripperdá, porque em esos acuerdos el emperador Carlos VI, además de reconocer por fin a Felipe V como rey de España y de las Indias, acepta conceder la investidura de los ducados de Parma, Plasencia y Toscana, cuando se extinguiese la rama masculina de los Farnesio, al infante Carlos, el mayor de los hijos del matrimonio de Felipe V con Isabel de Farnesio (el futuro Carlos III de Borbón, rey de España); y al morir en 1731 Antonio Farnesio, duque de Parma y Plasencia, tomará posesión de dichos ducados de Parma y Plasencia el infante Carlos de Borbón Farnesio como Carlos I de Parma, mientras seguían siendo bases españolas algunos de los presidios de la costa de Toscana; aunque el gran ducado de Toscana, pasó a Francisco de Lorena, futuro marido de la emperatriz María Teresa de Austria, a través de la Guerra de Sucesión de Polonia (1733-1738).
En esta Guerra de Sucesión de Polonia (1733-1738), Francia apoya al pretendiente del trono polaco Estanislao Leszczinski, yerno de Luis XV, frente al emperador Carlos VI de Austria y la zarina Ana de Rusia. Felipe V ve la ocasión de proseguir el revisionismo de Utrecht concretado en "el secreto de los Farnesio", y para ello se alía con Francia en el primer Pacto de Familia y entra en esta Guerra de Sucesión de Polonia, lo que era ya combinar la diplomacia con la guerra, o utilizar la diplomacia para la guerra, como es característico de los siglos posteriores a Westfalia. Las tropas españolas penetran en el Reino de Nápoles, donde son apoyadas por la población y en el que vencen a las tropas del emperador en la batalla de Bitonto (1734), vencen la resistencia enemiga en Gaeta y Capua, pasan a Sicilia, que, también conquistan con el apoyo de la población y el infante Carlos de Borbón Farnesio se proclama rey de Nápoles con el nombre de Carlos VII y de Sicilia como Carlos V, rey del Reino de las Dos Sicilias. Fue reconocido como rey de Nápoles y de Sicilia en el Tratado de Viena que pone fin a esta guerra en 1738, pero tuvo que renunciar al ducado de Parma, y a sus anejos los ducados de Plasencia y Guastalla, en favor del emperador Carlos VI de Austria; y también tuvo que renunciar a sus derechos al Gran Ducado de Toscana en favor de Francisco de Lorena, futuro marido de la emperatriz María Teresa de Austria, porque el ducado de Lorena pasó, desvinculado de los Habsburg, a Estanislao Leszcynski, para que pasase posteriormente a Francia a través de la herencia de su reina, hija de Estanislao y esposa de Luis XV; aunque seguían siendo bases españolas algunos de los presidios de la costa de Toscana.
Felipe V, para conseguir el siguiente objetivo de su política exterior, la recuperación de los ducados y del Milanesado para asentar en ellos a los siguientes hijos de su segundo matrimonio con Isabel de Farnesio, entabló con Francia en 1743 el segundo Pacto de Familia para entrar aliada con ella en la Guerra de Sucesión de Austria (1740-1748), esta guerra acabó, después de la época de Felipe V, con el Tratado de Aquisgrán de 1748, por el que España obtuvo los ducados de Parma, Plasencia y Guastalla para el infante Felipe, el primero de los Borbón Parma.
En 1724, Felipe V, siempre depresivo y evitativo, abdicó por motivos no totalmente esclarecidos. Se sabe que junto con sus ganas de retirarse a descansar en el palacio de La Granja de San Ildefonso que se había hecho construir muy recientemente para ello, Felipe V había hecho varias veces un voto religioso de abdicar. Además parecía tener encauzados los asuntos internacionales y, por otra parte, había surgido desde los medios políticos franceses el rumor de que Felipe V pretendía, al dejar el trono español, tener vía libre para conseguir el trono de Francia, aprovechando la ocasión de que quedase vacante si fallecía Luis XV sin sucesión, lo que en aquel momento parecía muy probable.
Tras esa abdicación, formalizada por Felipe V ya en La Granja en enero de 1724, inicia su reinado Luis I, pero a los siete meses, fallece sin sucesión. Y entonces vuelve a ocupar el trono Felipe V fuertemente presionado por su esposa Isabel de Farnesio.
En su segundo reinado es cuando consigue los resultados reseñados, en pos del secreto de los Farnesio.
Se ha esquematizado este segundo reinado de Felipe V en cuatro etapas alternativamente centradas, dos de ellas en el Mediterráneo y dos, en el Atlántico.
La primera es la etapa de política atlántica de 1724 a 1729. En ella el tráfico sigue centralizado en la Casa de Contratación, trasladada a Cádiz en 1717 por decreto de Felipe V. Ahora en el XVIII, llegaban, además de pequeñas cantidades de metal precioso, materias primas, como cueros, palo Campeche para producir tinte, y cacao; posteriormente café y tabaco; y se exportaban a las Indias productos manufacturados, como tejidos, vinos y licores. Se ha querido ver en esto una aplicación del eufemísticamente llamado pacto colonial.
El chocolate se impone definitivamente en España como y se generaliza totalmente en España desde el XVIII. Se tomaba como bebida, aunque la palabra chocolatina ya existía entonces. En el XV y en el XVI ya existía, por supuesto, el chocolate como bebida en América, y la "almendra" del cacao se atesoraba como un bien precioso, y los descubridores y exploradores lo traen a España y lo dan a probar a los monarcas, pero era distinto del que harán los españoles, porque originariamente se hacía con cacao y manteca de cacao, y resultaba amargo, mientras que el que hacen los españoles es con cacao, manteca de cacao y azúcar. Así se generalizará en España y hoy en todo el mundo como tabletas, chocolatinas y bombones. En España, ya desde el XVIII, se extiende como bebida, tanto que originará el dicho: "el chocolate es para los españoles como el té para los ingleses". Esto continuará en los siglos siguientes y hasta retrasará la generalización del consumo de café.
Las compañías privilegiadas (Fuente: Wikipedia)
Para hacer frente al contrabando que introducían compañías extranjeras, se crearon en España compañías privilegiadas, como las extranjeras. Compañías inglesas, holandesas y francesas, como la de Guinea, de origen francés, y la del Mar del Sur, The South Sea Company, británica se dedicaban al contrabando de tabaco y al comercio de esclavos negros, que adquirían a los que los capturaban en África, como la Royal African Company, y de allí los llevaban a Jamaica, desde donde los introducían en las Indias españolas, aprovechando las concesiones del Asiento de negros y la del Navío de Permiso del Tratado de Utrecht en favor de Inglaterra.
En 1728 se crea la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas.
La Compañía Guipuzcoana obtuvo un trato preferencial de Felipe V. Para evitar la resistencia que sus gobernadores y oficiales reales habían presentado a las compañías anteriormente fundadas, la puso bajo su protección y despachó instrucciones a todos los funcionarios de las Indias para que no entorpecieran sus labores, por el contrario, le ofrecieran toda clase de facilidades.
Se estableció que la Compañía Guipuzcoana podía despachar dos barcos al año, cargados con todo tipo de mercancías.
Dentro de las misiones que se asignaron a la Real Compañía, la que más le interesó a la Corona fue la relativa a la vigilancia del litoral; para ello debían mantener uno o dos barcos artillados con el fin de evitar la entrada de los contrabandistas holandeses, ingleses o franceses; y para el caso de apresarlos, sus capitanes recibieron patentes de corso, esto es, podían disponer de lo confiscado y venderlo. En estas actividades se distinguió Blas de Lezo.
Los vascos establecidos en Venezuela introdujeron allí, entre otras cosas, el tinte de añil, el algodón y la caña de azúcar.
Pero las acciones de la Compañía encontraron oposición en los hacendados y pequeños propietarios venezolanos, quienes consideraban que la Guipuzcoana lesionaba sus intereses, hasta que se permitió a los criollos adquirir acciones de la Compañía, y de esa manera, tener participación en los beneficios de la empresa. Los nobles criollos, que habían luchado contra la Compañía y habían apoyado e incitado revueltas, obtenían así beneficios de las mismas. Teniendo de su parte a los nobles hacendados que ahora eran accionistas suyos, la Guipuzcoana no tuvo ya más problemas serios y pudo operar con tranquilidad los últimos treinta y cinco años de su permanencia, hasta su extinción en 1785, como consecuencia de la imposición del libre comercio en 1778, que abrió al comercio 13 puertos de España con 27 de las Indias. La declaración de libre comercio de 1778 y el acoso inglés determinaron el cierre de la Compañía en 1785.
La Real Compañía de Comercio de Barcelona a Indias (Companyia de Comerç de Barcelona) también conocida como la Compañía de Barcelona fue una sociedad mercantil fletada por la Corona de España, que operó de 1755 a 1785. Disfrutó de monopolio comercial con algunas islas caribeñas. La compañía ofreció marco jurídico y capital para facilitar a los comerciantes catalanes sortear las restricciones del monopolio a través de Cádiz en el comercio con las Indias, facilitó contactos que permitieron el florecimiento del libre comercio entre Cataluña y las Américas tras la liquidación de la Compañía, y contribuyó al desarrollo de la industria textil que constituiría la base de la posterior industrialización de Cataluña.
La Compañía exportaba principalmente vino, aguardiente e indianas, un tipo de tela estampada que se comenzó a producir en Barcelona a partir de 1738. Los productos importados más importantes fueron algodón, índigo, tintes, cacao, tabaco y azúcar.
Esta Compañía también se vio abocada a su extinción a consecuencia de la imposición del libre comercio en 1778, que abrió al comercio 13 puertos de España con 27 de las Indias.
La Compañía de Barcelona se disolvió entre 1784 y 1785 para fusionarse con la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, a punto de ser disuelta, para formar la Real Compañía de Filipinas
Francisco Cabarrús, que dirigía en aquel entonces la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, lanzó la propuesta de unir el comercio de las Indias de América con el de Asia a través de las Filipinas incorporando los derechos de la antigua compañía a la nueva. Su plan fue adoptado, y la Real Compañía de Filipinas fue establecida el 10 de marzo de 1783, e institucionalizada en 1785 por una Real Cédula de Carlos III, quedando bajo la dirección de Francisco Cabarrús.
La finalidad de la compañía era promover el comercio directo entre las Filipinas, que formaban parte de la Monarquía Hispánica y la España metropolitana. La Real Cédula también preveía cerrar el puerto de Manila a todo buque extranjero. Por lo tanto, sólo la Compañía de Filipinas podía importar mercancías de México, de China o de las Indias Orientales, así como enviar cargamento desde el Lejano Oriente.
La Real Compañía de Filipinas obtuvo el monopolio del comercio entre la España metropolitana y su provincia de Filipinas. A diferencia del Galeón de Manila, ruta extinguida en 1815, la Compañía de Filipinas hacía la Ruta del Cabo, es decir por el Atlántico y luego el Índico, bordeando el Cabo de Buena Esperanza.
El gobierno español se aseguró el vínculo con sus provincias de las Indias Orientales Españolas a través de esta Compañía. Hasta entonces había concedido contratos de asiento a diferentes empresas. El último asiento se contrató con la Real Compañía de Filipinas en 1787, que mantuvo una línea con Filipinas durante el siglo XIX.
Cuando la compañía creció y comenzó a participar en otros monopolios españoles, redujo los derechos de monopolio de las demás empresas del imperio, lo que dio lugar a problemas sobre competencias con los que operaban con productos similares con América. Los conflictos más graves tuvieron lugar con los comerciantes de Manila, que utilizaban la ruta hacia Acapulco para sus propias actividades, y con el Reino Unido, que controlaba el comercio asiático como primera potencia.
Estos problemas derivaron en una progresiva decadencia del proyecto a partir de 1794, quedando la Compañía prácticamente inoperante a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. La compañía cesó en sus funciones en 1829, [tras la desmembración del imperio español, según los intereses de Inglaterra, por el liberalismo, desde el Trienio Constitucional (1820-1823)], y fue declaraba extinguida por Decreto de 6 de octubre de 1834, durante la regencia de María Cristina.
--------------------------------------
Los administradores españoles Patiño, Campillo y Ensenada
Tras los personajes de origen francés al frente de los asuntos de España y pasados los episodios de Alberoni y Ripperdá, destacan los administradores españoles Patiño, Campillo y Ensenada principalmente.
José Patiño, por encargo de Felipe V, que le nombra en 1717 Intendente general de Marina, puso en marcha una política de fortalecimiento de la marina de guerra y mercante para fomentar y proteger el comercio con las Indias y las costas atlánticas y mediterráneas de la Monarquía Hispánica.
Impulsó la construcción de buques de guerra y consiguió que España dispusiese de una Armada adecuada a sus necesidades, formada por 31 navíos (10 de 70 cañones y los demás de 60), 15 fragatas y numerosos buques menores.
También se cuidó primordialmente Patiño de asegurar los recursos de la Real Hacienda necesarios para costear esta política naval y los demás gastos militares y civiles del Estado de la Monarquía Hispánica
Al decir de Martín Fernández de Navarrete, "Patiño economizó la Real Hacienda y libró a los pueblos de los tributos extraordinarios que exigían antes las urgencias ocurrentes; la casa Real estuvo pagada; el ejército, provisto; las rentas de la Corona se pusieron corrientes; y el Erario Público adquirió la reputación que, como decía Richelieu, es su principal riqueza"
Para la construcción naval utilizó los careneros y atarazanas existentes y estableció otros, como el carenero de Puntales (Cádiz) donde en 1729, en presencia de Felipe V, se botó el navío Hércules de 66 cañones. Y se planeó ya construir el Arsenal de La Carraca en un islote de Puerto Real (también en Cádiz), aunque su construcción comenzó en 1752, ya en el reinado de Fernando VI.
[La carena de un barco es la parte del casco que está sumergida bajo el agua, también conocida como obra viva. Carenar es mantener o reparar esta parte del casco para asegurar su impermeabilidad, o el centro de gravedad del volumen sumergido, conocido como centro de carena].
También en el reinado siguiente se continuó la política naval con el desarrollo de las bases navales de El Ferrol, de San Fernando (Cádiz) y de Cartagena.
José Campillo fue el continuador de la política naval y hacendística de Patiño. Llegó a estar al frente de las Secretarías de Estado de Hacienda, Guerra, Marina e Indias. Concibió y elaboró el plan de capacitar a los indios de América para que llegasen a ser productivos y así desarrollar capacidad de compra y de tributación a la Hacienda de la Corona; para elaborar este plan realizó una exhaustiva recopilación de información sobre la situación en cada lugar de las Indias; y en 1742 presentó su plan a Felipe V, que lo desestimó por su temor de que se podrían propiciar rebeliones.
Cuando falleció Campillo en 1743, fue llamado al gobierno Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada. Que continuó y desarrolló la política naval y hacendística de Patiño y Campillo.
Antes, en la segunda etapa de la política exterior de Felipe V, desarrollada
entre 1729 y 1736, y centrada en el Mediterráneo, que se inicia con
el Tratado de Sevilla de 1729 en el que se hace la paz con Inglaterra y Francia
y se rompe con Austria, tiene lugar el desembarco hispanobritánico en Liorna
para apoyar al infante Carlos (el futuro Carlos III) en su toma de posesión de
los ducados de Parma, Plasencia y Guastalla, como Carlos I de Parma,
mientras seguían siendo bases españolas algunos de los presidios de la costa de
Toscana. Aunque la jura de Carlos de Borbón Farnesio, va seguida de la protesta
papal. Tras lo cual se realiza en 1732 la recuperación de Orán y Mazalquivir,
que habían ocupado los musulmanes durante la Guerra de Sucesión. Orán continuó
en poder de España hasta que, tras el terremoto de 1790, que destruye la ciudad,
Carlos IV la vendió a los turcos en 1792.
En 1733, se produce el
primer Pacto de Familia, una
alianza con Francia, basada en la pertenencia de sus reyes a la familia de los
Borbones, para enfrentarse a Inglaterra y Austria en la Guerra de Sucesión de
Polonia. Tras conquistar España los reinos de Nápoles y de Sicilia con apoyo de
la población contra el dominio austríaco, el infante Carlos de Borbón Farnesio
fue reconocido como rey de Nápoles y de Sicilia en el Tratado de Viena que pone
fin a esta guerra en 1738, pero tuvo que renunciar al ducado de Parma, y a sus
anejos los ducados de Plasencia y Guastalla, en favor del
emperador Carlos VI de Austria; y también tuvo que renunciar a sus derechos al
Gran Ducado de Toscana en favor de Francisco de Lorena, futuro marido de la
emperatriz María Teresa de Austria, porque el ducado de Lorena pasó,
desvinculado de los Habsburg, a Estanislao Leszcynski, para que pasase posteriormente
a Francia a través de la herencia de su reina, hija de Estanislao y esposa de
Luis XV; aunque seguían siendo bases españolas algunos de los presidios de la
costa de Toscana.
La tercera etapa de la política exterior de Felipe V (1736-1741) se
centra en el Atlántico, un cambio de política con atención de nuevo a
América, haciendo frente a Inglaterra.
En 1738 se restaura el Virreinato de Nueva Granada (con sede en Santa Fe
de Bogotá), que tras su creación en 1717 desgajándolo del Virreinato del Perú,
se había suspendido por problemas económicos.
Más adelante, también desgajado del Virreinato del Perú, fue creado el
Virreinato del Río de la plata, primero de forma provisional, en 1776, y luego
de manera permanente, en 1777, por disposición del rey Carlos III.
Las concesiones del Asiento de Negros y del Navío de Permiso daban
ocasión al contrabando y a las subsiguientes quejas españolas.
En el Tratado de Sevilla de 1729, los británicos habían aceptado no comerciar
con la América española más allá del Navío de Permiso, para lo cual acordaron
permitir, a fin de verificar el cumplimiento del tratado, que navíos españoles
interceptaran a los navíos británicos en aguas españolas para comprobar su
carga, lo que se conoció como «derecho de visita».
Pero el contrabando siguió en aumento y los conflictos consiguientes fueron
utilizados por la oposición al gobierno británico de Walpole para arrastrarle a
la guerra contra España; esta guerra, que se estalló en 1739, es la Guerra del
Asiento o Guerra de la Oreja de Jenkins, denominación esta última usada en
Inglaterra porque el incidente utilizado para desencadenarla fue la
comparecencia en la Cámara de los Comunes británica en 1738 de Robert Jenkins,
capitán de un barco contrabandista, que relató que el capitán español, Juan León
Fandiño, que apresó su nave en 1731, le había cortado una oreja al tiempo que le
decía: «Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve»; y
mientras afirmaba esto, Jenkins exhibía en un frasco su oreja cortada. Y
efectivamente esto les sirvió a los enemigos de Walpole para arrastrar a
Inglaterra a la guerra contra España. En esta guerra lo más relevante fue el
baldío asalto de los británicos a Portobelo y el enorme desastre que tuvieron en
su totalmente derrotado ataque a Cartagena de Indias a manos de Blas de Lezo. La
guerra fue languideciendo por las insuficiencias técnicas que aún había para
guerrear en espacios tan enormes; y además llegó a enlazar con la
Guerra de Sucesión de Austria (1740-1748), en la que ya luchaban Inglaterra
contra Francia, pero ahora, en una inversión de alianzas, Inglaterra estaba
aliada con Austria y Francia con Prusia.
Con ello se llega a la cuarta etapa de la política exterior de Felipe V, de
nuevo centrada en el Mediterráneo. Porque en 1743, la España de Felipe V
firma el
segundo Pacto de Familia para entrar aliada con Francia en
esta Guerra de Sucesión de Austria, con la finalidad de conseguir el
siguiente objetivo del secreto de los Farnesio, la recuperación de los ducados y
del Milanesado para asentar en ellos a los siguientes hijos de su segundo
matrimonio con Isabel de Farnesio. En esta guerra, Francia desatiende, como de
costumbre, los intereses de España, que toma Milán demasiado tarde; Austria lo
recupera y ocupa Génova en 1746; y Mª Teresa de Austria consigue la paz con
Prusia.
Felipe V, tras una etapa final de graves trastornos psiquiátricos, Fallece en
1746; y su sucesor, Fernando VI, busca ante todo la paz a la que se llega, después de la época de Felipe
V, con el Tratado de Aquisgrán de 1748, que en realidad es una paz separada de
Francia con Inglaterra a loa que los demás no tienen más remedio que adherirse.
En ese tratado España obtuvo los ducados de
Parma, Plasencia y Guastalla para el infante Felipe, el primero de los Borbón
Parma.
Navarra desde 1975.......HISTORIA
DE NAVARRA....HISTORIA
DE ESPAÑA...HISTORIA
UNIVERSAL.......INDEX
Historia Universal
Contemporánea
Todos los temas de Historia de España
Cuestiones y temarios de Historia de España....Fototeca de Navarra....