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Judíos y cristianos

Creemos en la elección de Abraham y sus descendientes a través de Isaac e Israel-Jacob como Pueblo elegido, Pueblo de Dios elegido por Él como su pueblo. Creemos en la revelación dada por Dios por medio de Moisés y los demás profetas, hijos de ese pueblo israelita elegido por Dios como su pueblo. Y creemos en la promesa del Mesías, promesa también dada y revelada por Dios por medio de los profetas del Pueblo Elegido. Y en la promesa de la salvación por medio del Mesías. Y creemos que esas revelaciones y promesas son en primer lugar para el Pueblo Elegido, y para todos los demás pueblos por medio del Pueblo de Dios Elegido, el pueblo israelita, el pueblo judío.

Nosotros los cristianos creemos que el Mesías ya ha venido y que es Jesús. Esta es la gran diferencia entre judíos y cristianos. Ya es mucha diferencia. Grande y triste. No hay que desmesurarla y menos aún distorsionarla. Y el Mesías Jesús, Jesucristo, a quien ha enviado Dios como Mesías es su propio Hijo, Dios Hijo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Dios Único. Es triste creer en la promesa del Mesías y, cuando viene, no reconocerlo y aceptarlo.

Nosotros creemos que el pueblo judío está destinado a ocupar el primer lugar en el reino de Dios en la tierra, en la Iglesia.

No está la diferencia en culpabilizaciones de deicidio ni en distorsiones absurdas, estúpidas y criminales de limpieza de sangre, ni de racismo.

A nosotros los cristianos siempre nos han enseñado desde pequeños que Jesucristo murió en la cruz por culpa de nuestros pecados, no por culpa de los judíos.

La Segunda Venida de Jesucristo, Nuestro Señor, la Parusía, nos acerca en la idea y nos unirá por su efecto en la aceptación de Jesucristo como Mesías por su pueblo judío.

La Inquisición

La expulsión de los judíos

El verdadero Israel, heredero del Israel bíblico, es la Iglesia

La limpieza de sangre

La expulsión de los moriscos

"Es la sombra de la cruz que se extiende sobre nuestro pueblo. ¡Oh si mi pueblo se ofreciera a la luz! Al menos, ahora. Se cumple la maldición que mi pueblo ha llamado sobre sí. Caín debe ser castigado, pero ay de aquel que ponga  la mano sobre Caín! ¡Ay de esta ciudad, de este país, de estos hombres, sobre los que pesará la justicia divina por todos los ultrajes que serán cometidos con los judíos" (Santa Edith Stein).

La viña del Señor y el olivo

«Después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor» (Benedicto XVI, primeras palabras alser elegido Papa, 19.04.2005.

«Se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos» (Mt 21,43).

La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel; son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos. (Is 5,7).

La viña del Señor es la casa de Israel... Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó. y que tú hiciste vigorosa. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre. Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve (Sal 79).

Dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «... Se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos» (Mt 21, 33-43).

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El olivo de Dios en el que fuimos injertados los gentiles y serán reinjertados los judíos (Rom 9 y 11)

Rom 9

Pues desearía ser yo mismo anatema, separado de Cristo, por mis hermanos, los de mi raza según la carne, - los israelitas -, de los cuales es la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas, y los patriarcas; de los cuales también procede Cristo según la carne (Rom 9, 3-5)... No todos los descendientes de Israel son Israel (Rom 9,6)... No son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que los hijos de la promesa se cuentan como descendencia (Rom 9,8).

Hemos sido llamados no sólo de entre los judíos sino también de entre los gentiles... (Rom 9,24)

Los gentiles, que no buscaban la justicia, han hallado la justicia -la justicia de la fe- mientras Israel, buscando una ley de justicia, no llegó a cumplir la ley. ¿Por qué? Porque la buscaba no en la fe sino en las obras (Rom 9,30-32).

Rom 11

Israel no consiguió lo que buscaba; mientras lo consiguieron los elegidos. Los demás se endurecieron (Rom 11,7)... ¿Es que han tropezado para quedar caídos? ¡De ningún modo! Sino que su caída ha traído la salvación a los gentiles, para llenarlos de celos. Y, si su caída ha sido una riqueza para el mundo, y su mengua, riqueza para los gentiles ¡qué no será su plenitud! (Rom 11,11-12)... Si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos? (Rom 11,15).

Si algunas ramas fueron desgajadas, mientras tú - olivo silvestre - fuiste injertado entre ellas, hecho participe con ellas de la raíz y de la savia del olivo, no te engrías contra las ramas. Y si te engríes, sábete que no eres tú quien sostiene la raíz, sino la raíz que te sostiene (Rom 17,18)... Por su incredulidad fueron desgajadas, mientras tú, por la fe te mantienes. ¡No te engrías!; más bien, teme. Que si Dios no perdonó a las ramas naturales, no sea que tampoco a ti te perdone... Considera la bondad y la severidad de Dios: severidad con los que cayeron, bondad contigo, si es que te mantienes en la bondad; que si no, también tú serás desgajado (Rom 11,20-22).

En cuanto a ellos, si no se obstinan en la incredulidad, serán injertados; que poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. Porque si tú fuiste cortado del olivo silvestre que eras por naturaleza, para ser injertado contra tu natural en un olivo cultivado, ¡con cuánta más razón ellos, según su naturaleza, serán injertados en su propio olivo! Pues no quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, «no sea que presumáis de sabios» [Pr 3,7]: el endurecimiento parcial que sobrevino a Israel durará hasta que entre la totalidad de los gentiles, y así, todo Israel será salvo, como dice la Escritura: «Vendrá de Sión el Libertador; alejará de Jacob las impiedades»[Is 59,2021]. «Y esta será mi Alianza con ellos, cuando haya borrado sus pecados» [Is 27,9]. En cuanto al Evangelio, son enemigos para vuestro bien; pero en cuanto a la elección amados en atención a sus padres. Que los dones y la vocación de Dios son irrevocables. En efecto, así como vosotros fuisteis en otro tiempo rebeldes contra Dios, mas al presente habéis conseguido misericordia a causa de su rebeldía, así también, ellos al presente se han rebelado con ocasión de la misericordia otorgada a vosotros, a fin de que también ellos consigan ahora misericordia. Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia. ¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! (Rom 11,23-32).

Antes no teníais un Mesías, erais extranjeros a la ciudadanía de Israel y ajenos a las instituciones portadoras de la promesa. En el mundo no teníais ni esperanza ni Dios. Ahora, en cambio, estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos.
Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
Por lo tanto, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo
Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

(Efesios 2, 12-22)

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"Se me dio a conocer por revelación el misterio... que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos... que también los gentiles son coherederos" (Efesios, 3,2-12).

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