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de San Ignacio de Loyola ..Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de
Loyola en castellano actual...Una lección de san Ignacio
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola en castellano actual
PRESUPUESTO...[PRIMERA SEMANA].. ..[SEGUNDA SEMANA]......[TERCERA SEMANA] ......................
[CUARTA SEMANA]
218 LA PRIMERA CONTEMPLACION, A MEDIANOCHE, ES SOBRE CÓMO CRISTO NUESTRO SEÑOR APARECIO A NUESTRA SEÑORA (N. 299).
Oración. La oración preparatoria acostumbrada.
219 Primer preámbulo. El primer preámbulo es la historia que es aquí cómo después que Cristo expiró en la cruz y el cuerpo quedó separado del alma y con él siempre unida la Divinidad, su alma bienaventurada descendió al lugar de los muertos ["descendió al infierno"], igualmente unida a la Divinidad, cómo de allí sacó las almas justas y vino al sepulcro, y cómo, ya resucitado, se apareció en cuerpo y alma a su bendita Madre.
220 Segundo preámbulo. El segundo, composición viendo el lugar: será aquí ver la disposición del santo sepulcro, y el lugar o casa de Nuestra Señora, mirando las partes de la casa en particular; asimismo la habitación, el oratorio, etc.
221 Tercer preámbulo. El tercero: pedir lo que quiero; será aquí pedir gracia para alegrarme y gozarme intensamente de tanta gloria y gozo de Cristo nuestro Señor.
222 Primer punto. Segundo punto. Tercer punto. El primero, segundo y tercer puntos son los mismos que dijimos en la cena de Cristo nuestro Señor (n. 194).
223 Cuarto punto. El cuarto: considerar cómo la Divinidad, que parecía esconderse en la Pasión, aparece y se muestra ahora tan milagrosamente en la santísima Resurrección, por los verdaderos y santísimos efectos de ella.
224 Quinto punto. El quinto: mirar el oficio de consolar que trae Cristo nuestro Señor, comparando cómo un amigo suele consolar a otro.
225 Coloquio. Acabar con un coloquio o coloquios, según la materia correspondiente, y terminar con un Padrenuestro.
226 1.ª nota. En las contemplaciones siguientes se recorrerán todos los misterios de la Resurrección, de la manera que diremos luego hasta la Ascensión inclusive, guardando y teniendo en lo restante en toda la semana de la Resurrección el mismo modo de proceder que se tuvo en toda la semana de la Pasión. De suerte que por esta primera contemplación de la Resurrección se rija en cuanto a los preámbulos según la materia correspondiente; y en cuanto a los cinco puntos, sean los mismos; también las adiciones, de las que hablaremos más adelante, sean las mismas; y así en todo lo demás se puede regir por las normas dadas para la semana de la Pasión, por ejemplo en repeticiones, aplicación de los cinco sentidos, en acortar o alargar los misterios, etc.
227 2.ª nota. La segunda nota: comúnmente, en esta cuarta semana es más conveniente que en las otras tres pasadas hacer cuatro ejercicios y no cinco; el primero, nada más levantarse por la mañana el segundo, ["a la hora"] de la misa (antes o después) o antes de comer, en lugar de la primera repetición; el tercero ["a la hora"] de vísperas (antes o después) en lugar de la segunda repetición; el cuarto antes de cenar aplicando los cinco sentidos sobre los tres ejercicios del mismo día, notando y haciendo pausa en las partes más principales y donde haya sentido mayores mociones y gustos espirituales.
228 3.ª nota. La tercera, aunque en todas las contemplaciones se dio un número fijo de puntos (tres o cinco, etc.), la persona que contempla puede poner más o menos puntos, como le vaya mejor; para lo cual aprovecha mucho conjeturar y señalar, antes de entrar en la contemplación, los puntos que ha de tomar en número determinado.
229 4.ª nota. En esta cuarta semana, de las
diez adiciones han de cambiarse la
segunda, la sexta, la séptima y la décima.
La 2ª será: en cuanto me despierte poner
enfrente de mí la contemplación que tengo que hacer,
queriéndome alegrar con mucho afecto de tanto gozo y alegría de
Cristo nuestro Señor.
La 6ª será: traer a la memoria y pensar cosas
que causan placer, alegría y gozo espiritual, como por ejemplo
de gloria.
La 7ª, usar de claridad o de temperaturas
favorables, (por ejemplo, fresco en verano y sol o calor en
invierno), en cuanto el alma piensa o conjetura que la pueda
ayudar, para gozarse en su Criador y Redentor.
La 10ª, En lugar de la penitencia, mire la
templanza y el justo medio en todo, si no es en preceptos
de ayunos y abstinencias que la Iglesia mande, porque éstos
siempre se han de cumplir, a no ser que haya justo impedimento.
230 CONTEMPLACION PARA ALCANZAR EL AMOR.
Nota. Primero conviene fijarse en dos cosas:
La primera es que el amor se debe poner más en las obras
que en las palabras.
231 La segunda, el amor consiste en comunicación de las dos partes, es a saber, en dar y comunicar el amante al amado lo que tiene o de lo que tiene o puede, y así por el contrario el amado al amante; de manera que si uno tiene ciencia dé al que no la tiene, si tiene honores o riquezas, lo mismo; y así el otro recíprocamente.
Oración. La oración acostumbrada.
232 Primer preámbulo. El primer preámbulo es composición. Aquí es ver cómo estoy delante de Dios nuestro Señor, de los ángeles, de los santos que interceden por mí.
233 Segundo preámbulo. El segundo, pedir lo que quiero: será aquí pedir conocimiento interno de tanto bien recibido, para que reconociéndolo yo enteramente, pueda en todo amar y servir a su divina majestad.
234 Primer punto. El primer punto es traer a la memoria los beneficios recibidos de creación, redención y dones particulares, ponderando con mucho afecto cuánto ha hecho Dios nuestro Señor por mí, y cuánto me ha dado de lo que tiene, y, como consecuencia, cómo el mismo Señor desea dárseme en cuanto puede, según su ordenación divina; y después reflexionar en mi interior, considerando lo que yo con mucha razón y justicia debo de mi parte ofrecer y dar a su divina majestad, es a saber, todas mis cosas y a mí mismo con ellas, como quien ofrece con mucho afecto: Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me los disteis, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que ésta me basta.
235 El segundo, mirar cómo Dios habita en las criaturas: en los elementos dándoles el ser, en las plantas dándoles la vida vegetativa, en los animales la vida sensitiva, en los hombres "dándoles el entender", y así en mí dándome el ser, la vida, los sentidos y "haciéndome entender"; asimismo "haciendo templo de mí", siendo creado a semejanza e imagen de su divina majestad; otro tanto reflexionando en mi interior, del modo que está dicho en el primer punto o de otro que sintiere ser mejor. De la misma manera se hará sobre cada uno de los puntos siguientes.
236 El tercero, considerar cómo Dios trabaja y labora por mí en todas las cosas criadas sobre la faz de la tierra; esto es, se comporta como uno que está trabajando. Así como en los cielos, elementos, plantas, frutos, ganados, etc., dándoles el ser, conservándoles la vida vegetativa y sensitiva, etc. Después, reflexionar en mi interior.
237 El cuarto, mirar cómo todos los bienes y dones descienden de arriba, así como mi potencia limitada procede de la suma e infinita de arriba, y así la justicia, bondad, piedad, misericordia, etc., así como del sol descienden los rayos, de la fuente las aguas, etc. Después, acabar reflexionando en mi interior según está dicho. Acabar con un coloquio y un Padrenuestro.
238 TRES MODOS DE ORAR. PRIMERO, SOBRE LOS MANDAMIENTOS.
La primera manera de orar es acerca de los diez mandamientos, de los siete pecados capitales, de las tres potencias del alma y de los cinco sentidos corporales. La explicación de esta manera de orar, más que en dar forma o modo alguno de orar, consiste en dar forma, modo y ejercicios para que el alma se prepare y saque provecho en ellos, y para que la oración sea aceptada.
239 Primeramente, hágase el equivalente de la segunda adición de la segunda semana (n. 131), es a saber: antes de entrar en la oración repose un poco el espíritu, sentado o paseándose, como le parecerá mejor, considerando a dónde voy a qué; y esta misma adición se hará al principio de todos los modos de orar.
240 Oración. Una oración preparatoria, como, por ejemplo, pedir gracia a Dios nuestro Señor para poder conocer en qué he faltado acerca de los diez mandamientos; y asimismo pedir gracia ayuda para enmendarme en adelante; pidiendo perfecta inteligencia de ellos para guardarlos mejor, y para mayor gloria y alabanza de su divina majestad.
241 Para el primer modo de orar conviene considerar y pensar en el primer mandamiento, cómo lo he guardado y en qué he faltado, teniendo como norma para el tiempo lo que duran tres Padrenuestros y tres Ave Marías; y si en este tiempo hallo faltas mías, pedir remisión y perdón de ellas y decir un Padrenuestro; y hágase de esta manera en cada uno de los diez mandamientos.
242 1.ª nota. Es de notar que cuando uno se pone a pensar en un mandamiento, en el cual ve que no tiene hábito ninguno de pecar, no es menester que se detenga tanto tiempo; pero en la medida en que uno descubre en su interior que tropieza más o menos en aquel mandamiento, así debe detenerse más o menos tiempo en la consideración y examen de él; y guárdese la misma forma de proceder en los pecados capitales.
243 2.ª nota. Después de acabado el proceso ya dicho sobre los mandamientos, acusándome en cada uno de ellos, y pidiendo gracia y ayuda para enmendarse en adelante, se ha de acabar con un coloquio a Dios nuestro Señor, según la materia correspondiente.
244 2.º SOBRE LOS PECADOS CAPITALES.
Acerca de los siete pecados capitales, después de la adición (n. 239), hágase la oración preparatoria, de la manera ya dicha (n. 240), cambiando sólo la materia, que aquí es de pecados que se han de evitar, y antes era de mandamientos que se han de guardar; y asimismo guárdase el orden y la forma de proceder ya dicha y hágase un coloquio.
245. Para conocer mejor las faltas cometidas en los pecados capitales, mírense sus contrarios; y así, para evitarlos mejor, proponga y procure la persona con santos ejercicios adquirir y tener las siete virtudes contrarias a ellos.
246 3.º SOBRE LAS POTENCIAS DEL ALMA.
Modo. En las tres potencias del alma guárdase el mismo orden y forma de proceder que en los mandamientos, haciendo su adición, oración preparatoria y coloquio.
247 4.º SOBRE LOS CINCO SENTIDOS CORPORALES.
Modo. Acerca de los cinco sentidos corporales se tendrá siempre el mismo orden, cambiando la materia conforme a ellos.
248 Nota. Quien quiere imitar en el uso de los sentidos a Cristo nuestro Señor, encomiéndese en la oración preparatoria a su divina majestad; y después de haber considerado cada sentido diga un Ave María o un Padrenuestro; y quien quisiere imitar en el uso de los sentidos a nuestra Señora, en la oración preparatoria encomiéndese a ella, para que le alcance gracia de su Hijo y Señor para ello; y después de haber considerado cada uno de los sentidos, diga un Ave María.
249 EL SEGUNDO MODO DE ORAR ES CONTEMPLANDO LA SIGNIFICACION DE CADA PALABRA DE LA ORACION.
250 Adición. La misma adición que se hizo en el primer modo de orar (n. 239) se hará en este segundo.
251 Oración. La oración preparatoria se hará conforme a la persona a quien se dirige la oración.
252 Segundo modo de orar. El segundo modo de orar es que la persona, de rodillas o sentado, según se halle más dispuesto y como más devoción le acompañe, teniendo los ojos cerrados o fijos en un lugar sin andar variando con ellos, diga Padre, y esté en la consideración de esta palabra todo el tiempo que halle significaciones, comparaciones, gustos y consolación en consideraciones a propósito de esa palabra; y de la misma manera haga en cada palabra del Padrenuestro, o de otra oración cualquiera con la que quiera orar de esta forma.
253 1.ª regla. La primera regla es que estará de la manera ya dicha una hora en todo el Padrenuestro; al acabarlo dirá un Ave María, Credo, Alma de Cristo y Salve, vocal o mentalmente, según la manera acostumbrada.
254 2.ª regla. La segunda regla es que, si la persona que contempla el Padrenuestro hallare en una palabra o en dos tan buena materia para pensar, y gusto 39 y consolación, no se preocupe por pasar adelante, aunque se acabe la hora en aquello que halla; acabada la cual dirá lo que resta del Padrenuestro en la manera acostumbrada.
255 3.ª regla. La tercera es que, si en una palabra o en dos del Padrenuestro se detuvo por una hora entera, el otro día cuando quiera volver a la oración diga (repita) la sobredicha palabra, o las dos, en la manera que acostumbra; y en la palabra que sigue inmediatamente comience a contemplar según se dijo en la segunda regla.
256 1.ª nota. Es de advertir que, acabado el Padrenuestro en uno o en muchos días, se ha de hacer lo mismo con el Ave María, y después con las otras oraciones, de forma que por algún tiempo se ejercite siempre en una de ellas.
257 2.ª nota. La segunda nota es que, acabada la oración, dirigiéndose a la persona a quien ha orado, pida en pocas palabras las virtudes o gracias de las que siente tener más necesidad.
258 EL TERCER MODO DE ORAR ES ORAR ["POR COMPÁS"] ACOMPASADAMENTE.
Adición. Se hará la misma adición que en el primero y segundo modo de orar (nn. 239 y 250). Oración. La oración preparatoria será como en el segundo modo de orar (n. 251).
Tercer modo de orar. El tercer modo de orar es que con cada anhélito o respiración se ha de orar mentalmente diciendo una palabra del Padrenuestro o de otra oración que se rece, de manera que se diga una sola palabra entre una respiración y otra; y mientras dura el tiempo de una respiración a otra hay que fijarse principalmente en la significación de esa palabra, o en la persona quien reza, o en la bajeza de sí mismo, o en la diferencia de tanta alteza o tanta bajeza propia; y con el mismo orden y método procederá en las otras palabras del Padrenuestro; y las otras oraciones, es a saber, Ave María, Alma de Cristo, Credo y Salve, las dirá en la manera que acostumbra.
259 1.ª regla. La primera regla es que otro día, o en otra hora en la que quiera orar, diga el Ave María acompasadamente, y las otras oraciones en la manera que acostumbra; después proceda por las otras igualmente.
260 2.ª regla. La segunda es que quien quisiere detenerse más en la oración acompasada, puede decir todas la sobredichas oraciones, o parte de ellas, siguiendo el mismo método de la respiración acompasada, como está explicado (n. 258).
261 LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO NUESTRO SEÑOR.
Nota. Es de advertir que en todos los misterios siguientes todas las palabras que están entre comillas son del mismo evangelio; y en cada misterio se pondrán ordinariamente tres puntos para meditar y contemplar en ellos con mayor facilidad.
262 LA ANUNCIACION DE NUESTRA SEÑORA (Lc. 1, 26-38)
1.º El primer punto es que el ángel San Gabriel, saludando a Nuestra Señora, le anunció la concepción de Cristo nuestro Señor: Entrando el ángel donde estaba la saludó, diciéndole: Dios te salve, llena de gracia; concebirás en tu seno y darás a luz un hijo.
2.º El segundo: confirma el ángel lo que dijo a Nuestra Señora anunciando la concepción de San Juan Bautista, diciéndole: Mira que Isabel, tu parienta, ha concebido un hijo en su vejez.
3.º El tercero: respondió Nuestra Señora al ángel: He aquí la esclava del Señor, cúmplase en mi según tu palabra.
263 LA VISITACION DE NUESTRA SEÑORA A ISABEL (Lc. 1,39-56)
1.º Primero: cuando Nuestra Señora visitó a Isabel, San Juan Bautista, que estaba en el vientre de su madre, sintió la visita de Nuestra Señora: Y en cuanto oyó Isabel el saludo de Nuestra Señora, gozóse el niño en su seno, y llena del Espíritu Santo, Isabel exclamó con gran voz y dijo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
2.º Segundo: Nuestra Señora canta el cántico diciendo: Engrandece mi alma al Señor.
3.º Tercero: María estuvo con Isabel casi tres meses, y después se volvió a su casa.
264 EL NACIMIENTO DE CRISTO NUESTRO SEÑOR (Lc. 2,2-14).
1.º Primero: Nuestra Señora y su esposo José van de Nazaret a Belén: Subió José desde Galilea a Belén, para someterse al César, con María, su esposa, que ya estaba en cinta.
2.º Segundo: Dio a luz a su Hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo puso en el pesebre.
3.º Tercero: Se juntó una multitud de ejército celestial, que decía: Gloria a Dios en el cielo.
265 LOS PASTORES (Lc. 2,8-20).
1.º Primero: El nacimiento de Cristo nuestro Señor se manifiesta a los pastores por el ángel: Os anuncio una gran alegría porque hoy ha nacido el Salvador del mundo. 41
2.º Segundo: Los pastores van a Belén: Fueron a prisa, y encontraron a María y a José y al Niño puesto en el pesebre.
3.º Tercero: Los pastores se volvieron glorificando y alabando al Señor.
266 LA CIRCUNCISION (Lc. 2,21-24).
1.º Primero: Circuncidaron al Niño Jesús.
2.º Segundo: Se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido e el seno.
3.º Tercero: Devuelven el Niño a su Madre, que tenía compasión de la sangre que salía de su Hijo.
267 LOS TRES REYES MAGOS (Mt. 2,1-12).
1.º Primero: Los tres reyes magos, guiándose por la estrella, vinieron a adorar a Jesús diciendo: Vimos su estrella en Oriente y venimos a adorarle.
2.º Segundo: Le adoraron y le ofrecieron dones: Postrándose por tierra le adoraron; y le presentaron dones: oro, incienso y mirra.
3.º Tercero: Recibieron respuesta cuando estaban durmiendo: que no volvieran donde Herodes; y por otra camino volvieron a su región.
268 LA PURIFICACION DE NUESTRA SEÑORA Y PRESENTACION DEL NIÑO JESUS (Lc. 2,22-39).
1.º Primero: Traen al Niño Jesús al templo, para que sea presentado al Señor como primogénito, y ofrecen por él un par de tórtolas o dos pichones.
2.º Segundo: Simeón, viniendo al templo, le tomó en brazos diciendo: Ahora, Señor, deja a tu siervo irse en paz.
3.º Tercero: Ana, viniendo después, alaba al Señor y alababa al Señor y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Israel.
269 LA HUIDA A EGIPTO (Mt. 2,13-18).
1.º Primero: Herodes quería matar al Niño Jesús, y así mató a los inocentes; y antes de la muerte de ellos avisó el ángel a José que huyese a Egipto: Levántate, toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto.
2.º Segundo: Partió para Egipto: Él, levantándose de noche, partió para Egipto.
3.º Tercero: Estuvo allí hasta la muerte de Herodes. 42
270 DE COMO NUESTRO SEÑOR REGRESO DE EGIPTO (Mt. 2,19-23).
1.º Primero: El ángel avisa a José para que vuelva a Israel: Levántate, toma el Niño y a su Madre, y vete a la tierra de Israel.
2.º Segundo: Levantándose fue a la tierra de Israel.
3.º Tercero: Porque en Judea reinaba Arquelao, hijo de Herodes, se retiró a Nazaret.
271 LA VIDA DE NUESTRO SEÑOR DESDE LOS DOCE AÑOS HASTA LOS TREINTA (Lc. 2,51-52).
1.º Primero: Era obediente a sus padres.
2.º Segundo: Aprovechaba en sabiduría, edad y gracia.
3.º Tercero: Parece que ejercía oficio de carpintero, como muestra indicar San Marcos en el capítulo sexto (6,3): ¿No es éste aquel carpintero?
272 LA IDA DE CRISTO AL TEMPLO CUANDO TENIA DOCE AÑOS DE EDAD (Lc. 2, 41-50).
1.º Primero: Cristo nuestro Señor a la edad de doce años subió de Nazaret a Jerusalén.
2.º Segundo: Cristo nuestro Señor se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres.
3.º Tercero: Pasado tres días le hallaron disputando en el templo, sentado en medio de los doctores; y al preguntarle sus padres dónde había estado, respondió: ¿No sabéis que me conviene estar en las cosas de mi Padre?
273 DE COMO CRISTO FUE BAUTIZADO (Mt. 3,13-17).
1.º Primero: Cristo nuestro Señor, después de haberse despedido de su bendita Madre, fue desde Nazaret al río Jordán, donde estaba Juan Bautista.
2.º Segundo: San Juan bautizó a Cristo nuestro Señor; cuando se excusaba por considerarse indigno de bautizarlo, dícele Cristo: Haz esto ahora, porque así es menester que cumplamos toda justicia.
3.º Tercero: Vino el Espíritu Santo, y la voz del Padre desde el cielo, afirmando: Este es mi hijo amado, del que estoy muy satisfecho.
274 DE COMO CRISTO FUE TENTADO (Lc. 4,1-13; Mt. 4.1-11).
1.º Primero: Después de haberse bautizado fue al desierto donde ayunó cuarenta días y cuarenta noches.
2.º Segundo: Fue tentado por el enemigo tres veces: Llegándose a él el tentador le dice: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan; tírate de aquí abajo; todo esto que ves te lo daré si postrado en tierra me adoras.
3.º Tercero: Vinieron los ángeles y le servían.
275 EL LLAMAMIENTO DE LOS APOSTOLES (Mt. 4,18-22; 9,9; 10,1-4; Mc. 1,16- 20; 3,13-19; 2,13-14; Lc. 5,1-11. 27-32; 6,12-16; Jn. 1,35-51).
1.º Primero: Parece que tres veces son llamados Pedro y San Andrés: primero a cierta noticia; esto constan por San Juan en el primer capítulo; segundo, a seguir en alguna manera a Cristo con intención de volver a poseer lo que habían dejado, como dice San Lucas en el quinto; tercero, para seguir por siempre a Cristo nuestro Señor: San Mateo en el capítulo cuarto, y San Marcos en el primero.
2.º Segundo: Llamó a Felipe, como está en el primer capítulo de San Juan, y a Mateo, como el mismo Mateo dice en el capítulo noveno.
3.º Tercero: Llamó a los otros apóstoles, de cuya especial vocación no hace mención el Evangelio. Y se han de considerar también otras tres cosas: la primera, cómo los Apóstoles eran de ruda y baja condición; la segunda, la dignidad a la que fueron suavemente llamados; la tercera; los dones y gracias por las cuales fueron elevados sobre todos los patriarcas del Antiguo y los santos del Nuevo Testamento.
276 EL PRIMER MILAGRO HECHO EN LA BODAS DE CANA DE GALILEA (Jn. 2,1-11). 1.º Primero: Fue convidado Cristo nuestro Señor con sus discípulos a las bodas. 2.º Segundo: La Madre expone al Hijo la falta del vino, diciendo: No tienen vino; y mandó a los sirvientes: Haced cualquier cosa que os diga. 3.º Tercero: Convirtió el agua en vino, y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.
277 DE COMO CRISTO ECHO FUERA DEL TEMPLO A LOS QUE VENDIAN (Jn. 2,13-22).
1.º Primero: Echó fuera del templo a todos los que vendían, con un azote hecho de cuerdas. 44
2.º Segundo: Volcó las mesas y dineros de los banqueros ricos que estaban en el templo.
3.º Tercero: A los pobres que vendían palomas dijo mansamente: Quitad esto de aquí. No hagáis de mi Casa casa de mercado.
278 EL SERMON QUE HIZO CRISTO EN EL MONTE (Mt. 5).
1.º Primero: Habla aparte, a sus amados discípulos, de las ocho bienaventuranzas: Bienaventurados los pobres de espíritu, los mansos, los misericordiosos, los que lloran, los que pasan hambre y sed por la justicia, los limpios de corazón, los pacíficos y los que padecen de persecuciones.
2.º Segundo: Les exhorta para que usen bien de su talentos: Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
3.º Tercero: Se muestra no transgresor de la ley, sino consumador de ella, declarando el precepto de no matar, no fornicar, no perjurar, y de amar a los enemigos: Yo os digo a vosotros que améis a vuestros enemigos y hagáis bien a los que os aborrecen.
279 DE COMO CRISTO NUESTRO SEÑOR SOSEGO LA TEMPESTAD DEL MAR (Mt. 8,23-27).
1.º Primero: Estando Cristo nuestro Señor durmiendo en la barca, en el mar se levantó un gran tempestad.
2.º Segundo: Sus discípulos, atemorizados, lo despertaron, y él les responde por la poca fe que tenían, diciéndoles: ¿Qué teméis, apocados de fe?
3.º Tercero: Mandó a los vientos y el mar que cesasen, y así al cesar el viento quedó tranquilo el mar; de lo cual se maravillaron los hombres, diciendo: ¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?
280 DE COMO CRISTO ANDABA SOBRE EL MAR (Mt. 14,22-33; Mc. 6,45-52; Jn. 6,15-21).
1.º Primero: Estando Cristo nuestro Señor en el monte, hizo que sus discípulos se fuesen a la navecilla; y, despedida la muchedumbre, comenzó a hacer oración solo.
2.º Segundo: La navecilla era combatida por las olas. Cristo fue hacia ella andando sobre el agua, y los discípulos pensaban que era un fantasma.
3.º Tercero: Al decirles Cristo Yo soy, no temáis, San Pedro por su mandato fue a él andando sobre el agua, dudando, comenzó a sumergirse, pero Cristo 45 nuestro Señor lo libró y le reprendió por su poca fe. Y después, entrando en la navecilla, cesó el viento.
281 DE COMO LOS APOSTOLES FUERON ENVIADOS A PREDICAR (Mt. 10,1- 16; Mc. 6,7-13).
1.º Primero: Cristo llama a sus amados discípulos, y les da potestad de echar los demonios de los cuerpos humanos y curar todas las enfermedades.
2.º Segundo: Les adoctrina sobre la prudencia y paciencia: Mirad que os envío a vosotros como ovejas en medio de los lobos; por tanto, sed prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.
3.º Tercero: Les dice el modo de ir: No queráis poseer oro ni plata; lo que gratuitamente recibís, dadlo gratuitamente; y les dio materia para predicar: Id y predicad, diciendo: Ya se ha acercado el reino de los cielos.
282 LA CONVERSION DE MAGDALENA (Lc. 7,36-50).
1.º Primero: Entra la Magdalena adonde está Cristo nuestro Señor sentado a la casa del fariseo; y traía un vaso de alabastro lleno de ungüento.
2.º Segundo: Estando detrás del Señor, cerca de sus pies con lágrimas los comenzó a regar, y con los cabellos de su cabeza los enjugaba, los besaba, y con ungüento los ungía.
3.¨ Tercero: Como el fariseo acusase a la Magdalena, Cristo habla en defensa de ella, diciendo: Se le perdonan muchos pecados porque ha amado mucho; y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz.
283 DE COMO CRISTO NUESTRO SEÑOR DIO DE COMER A CINCO MIL HOMBRES (Mt. 14,13-21; Mc. 6,30-44; Lc. 9,10-17; Jn. 6,1-13).
1.º Primero: Los discípulos, como ya se hacía tarde, ruegan a Cristo que despida a la multitud de hombres que con él estaban.
2.º Segundo: Cristo nuestro Señor mandó que trajesen panes, y mandó que se sentasen para comer, bendijo los panes, los partió, y los dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud.
3º. Tercero: Comieron y se hartaron; y sobraron doce espuertas.
284 LA TRANSFIGURACION DE CRISTO (Mt. 17, 1-9; Mc. 9,1-8; Lc. 9,28-36; 2Pe. 1,16-18).
1.º Primero: Cristo nuestro Señor, tomando en su compañía a sus amados discípulos Pedro, Santiago y Juan, se transfiguró, y su cara resplandecía como el sol y sus vestiduras como la nieve. 46
2.º Segundo: Hablaba con Moisés y Elías.
3.º Tercero: Al decir San Pedro que se hiciesen tres tiendas, sonó una voz del cielo que decía: Este es mi Hijo amado, oídle; cuando los discípulos oyeron aquella voz, llenos de temor cayeron rostro a tierra; Cristo nuestro Señor les tocó y les dijo: Levantaos y no tengáis temor; a ninguno digáis esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite.
285 LA RESURRECCION DE LAZARO (Jn. 11,1-45).
1.º Primero: Marta y María hacen saber a Cristo nuestro Señor la enfermedad de Lázaro; él, cuando lo supo, se detuvo por dos días, para que el milagro fuese más evidente.
2.º Segundo: Antes de resucitarlo, pide a una y otra que crean, diciendo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí aunque esté muerto, vivirá.
3.º Tercero: Lo resucita después de haber llorado e hecho oración; y la manera de resucitarlo fue mandando: Lázaro, ven fuera.
286 LA CENA EN BETANIA (Mt. 26,6-10; Mc. 14,3-6; Jn. 12,1-8).
1.º Primero: El Señor cena en casa de Simón el leproso, juntamente con Lázaro.
2.º Segundo: María derrama el ungüento sobre la cabeza de Cristo.
3.º Tercero: Judas murmura diciendo: ¿Para qué es este derroche de ungüento?; pero él excusa otra vez a Magdalena, diciendo: ¿Por qué molestáis a esta mujer, pues ha hecho una obra buena conmigo?
287 DOMINGO DE RAMOS (Mt. 21,1-17; Mc. 11,1-10; Lc. 19,29-38; Jn. 12,12-19).
1.º Primero: El Señor envía por la borriquilla y el pollino, diciendo: Desatadlos y traédmelos; y si alguno os dijere alguna cosa, decid que el Señor los necesita, y luego los dejará.
2.º Segundo: Jesús subió a la borriquilla cubierta con las vestiduras de los apóstoles.
3.º Tercero: Le salen a recibir tendiendo sobre el camino sus vestiduras y los ramos de los árboles, y diciendo: Sálvanos, Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor. Sálvanos en las alturas.
288 LA PREDICACION DE JESUS EN EL TEMPLO ) Lc. 19,47-48; 21,37; 22,53; Mc. 11,11).
1.º Primero: Jesús estaba cada día enseñando en el templo. 47
2.º Segundo: Acabada la predicación se volvía a Betania porque no había quien lo recibiese en Jerusalén.
289 LA CENA (Mt. 26,17-30; Jn. 13,1-38; Mc. 14,12-26; Lc. 22,7-38).
1.º Primero: Jesús comió el cordero pascual con sus doce apóstoles, a los cuales les predijo su muerte: En verdad os digo que uno de vosotros me ha de vender.
2.º Segundo: Lavó los pies a los discípulos, hasta los de Judas, comenzando por San Pedro, el cual, considerando la majestad del Señor y su propia bajeza, no queriendo consentirlo, decía: Señor, ¿tu me lavas a mí los pies?; pero San Pedro no sabía que en aquello daba Jesús ejemplo de humildad, y por eso Jesús dijo: Yo os he dado ejemplo, para que hagáis como yo hice.
3.º Tercero: Instituyó el sacratísimo sacrificio de la Eucaristía, en grandísima señal de su amor, diciendo: Tomad y comed. Acabada la cena, Judas sale a vender a Cristo nuestro Señor.
290 MISTERIOS DESDE LA CENA HASTA EL HUERTO INCLUSIVE (Mt. 26,30- 46; Mc. 14,26-42; Lc. 22,39-46; Jn. 18,1).
1.º Primero: El Señor, acabada la cena y cantando el himno, se fue al monte Olivete con sus discípulos llenos de miedo; y dejó ocho en Getsemaní, diciendo: Sentaos aquí mientras voy allí a orar.
2.º Segundo: Acompañado de San Pedro, Santiago y San Juan, oró tres veces al Señor, diciendo: Padre, si se puede hacer, pase de mí este cáliz, con todo, no se haga mi voluntad, sino la tuya; y estando en agonía oraba con más intensidad.
3.º Tercero: Llegó a tanto temor, que decía: Triste está mi alma hasta la muerte; y sudó sangre tan copiosa, que dice San Lucas: su sudor era como gotas de sangre que corría en tierra:, lo cual ya supone estar las vestiduras llenas de sangre.
291 MISTERIOS DEL HUERTO HASTA LA CASA DE ANAS, INCLUSIVE. (Mt. 26,47-58. 69,70; Lc. 22,47-57; Mc. 14,43-54. 66-68; Jn. 18,2-23).
1º Primero: El Señor se deja besar de Judas, y prender como ladrón. Y dijo a quienes le apresaban: Como a ladrón me habéis salido a prender, con palos y armas, cuando cada día estaba con vosotros en el templo, enseñando, y no me prendisteis. Y diciendo: ¿A quién buscáis? cayeron en tierra los enemigos.
2.º Segundo: San Pedro hirió a un siervo del pontífice, pero el manso Señor le dijo: Torna su espada a su lugar, y sanó la herida del siervo.
3.º Tercero: Desamparado de sus discípulos es llevado a Anás, adonde San Pedro que le había seguido desde lejos lo negó una vez, y a Cristo le fue dada una bofetada diciéndole: ¿Así respondes al pontífice?
292 MISTERIOS DESDE LA CASA DE ANAS HASTA, LA CASA DE CAIFAS INCLUSIVE (Mt. 26,58-75; Mc. 14,53-65. 69-72; Lc. 22,54-65; Jn. 18,24-27).
1.º Primero: Lo llevan atado desde casa de Anás a casa de Caifás, adonde San Pedro lo negó dos veces, y habiéndole mirado el Señor, saliendo fuera, lloró amargamente.
2.º Segundo: Estuvo Jesús toda aquella noche atado.
3.º Tercero: Además de esto los que lo tenían preso se burlaban de él, le herían, le cubrían la cara y le daban bofetadas; y le preguntaban: Profetízanos, ¿quién es el que te hirió?; y otras injurias semejantes proferían contra él.
293 MISTERIOS DESDE LA CASA DE CAIFAS HASTA LA DE PILATO INCLUSIVE (Mt. 27,1-2. 11-26; Lc. 23,1-5. 13-25; Jn. 18, 28-40).
1.º Primero: Toda la multitud de los judíos lo llevan a Pilato y delante de él lo acusan diciendo: A éste lo hemos hallado echando a perder a nuestro pueblo, y prohibiendo pagar tributo al César.
2.º Segundo: Pilato, después de haberle examinado una y otra vez, dice: Yo no hallo culpa ninguna.
3.º Tercero: Le fue preferido Barrabás, que era ladrón: Dieron voces todos diciendo: no dejes libre a éste, sino a Barrabás.
294 MISTERIOS DESDE CASA DE PILATO HASTA LA DE HERODES (Lc. 23,6- 11).
1.º Primero: Pilato envió a Jesús, que era galileo, a Herodes, tetrarca de Galilea.
2.º Segundo: Herodes, curioso, le preguntó largamente; y El ninguna le respondía, aunque los escribas y sacerdotes le acusaban constantemente.
3.º Tercero: Herodes lo despreció con su ejército, vistiéndole con vestidura blanca.
295 MISTERIOS DESDE CASA DE HERODES HASTA LA DE PILATO (Mt. 27,26- 30; Lc. 23,11-25; Mc. 15,15-20; Jn. 19,1-6).
1.º Primero: Herodes lo vuelve a enviar a Pilato; por lo cual se hacen amigos, pues antes estaban enemistados.
2.º Segundo: Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados hicieron corona de espinas y la pusieron sobre su cabeza, lo vistieron de púrpura, y se acercaban a él y decían: Dios te salve, rey de los judíos, y le daban bofetadas. 49
3.º Tercero: Pilato lo sacó fuera en presencia de todos: Salió, pues, fuera coronado de espinas y vestido de grana, y díjoles Pilato: He aquí el hombre; y los pontífices, al verlo, daban voces diciendo: Crucifícalo, crucifícalo.
296 MISTERIOS DESDE CASA DE PILATO HASTA LA CRUZ INCLUSIVE. (Jn. 19,13-22; Mt. 27,26. 31-33. 38; Mc. 15,20-22. 26-28; Lc. 23, 24-26. 32-33.38).
1.º Primero: Pilato, sentado como juez, les entregó a Jesús para que lo crucificasen, después que los judíos lo habían negado rey diciendo: No tenemos rey sino a César.
2.º Segundo: Jesús llevaba la cruz a cuestas, y no pudiéndola llevar, Simón de Cirene fue constreñido a llevarla detrás de Jesús.
3.º Tercero: Lo crucificaron en medio de dos ladrones, poniendo este título: Jesús Nazareno, rey de los judíos.
297 MISTERIOS CUANDO CRISTO ESTUVO EN LA CRUZ (Jn. 19,23-37; Mt. 27, 35-36. 39-52; Mc. 15,24-38; Lc. 23, 34-46).
1.º Primero: Jesús habló siete palabras en la cruz: rogó por los que lo crucificaban; perdonó al ladrón; encomendó San Juan a su Madre, y la Madre a San Juan; dijo en alta voz: Tengo sed, y le dieron hiel y vinagre; dijo que estaba desamparado; dijo: Todo está cumplido; dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
2.º Segundo: El sol se oscureció, las piedras se quebraron, los sepulcros se abrieron, el velo del templo se rasgó de arriba abajo en dos partes.
3.º Tercero: Le blasfemaban diciendo: Tú eres el que destruyes el templo de Dios; baja de la cruz; dividieron sus vestiduras; herido con una lanza, su costado manó agua y sangre.
298 MISTERIOS DESDE LA CRUZ HASTA EL SEPULCRO INCLUSIVE (Jn. 19,38- 43; Mt. 27,55-56; Mc. 15,40-47; Lc. 23,49-55).
1.º Primero: Fue bajado de la cruz por José y Nicodemo, en presencia de su Madre dolorosa.
2.º Segundo: El cuerpo fue llevado al sepulcro, fue ungido y sepultado.
3.º Tercero: Pusieron guardia al sepulcro.
299 LA RESURRECCION DE CRISTO NUESTRO SEÑOR. PRIMERA APARICION. 50
1.º Primero: Se apareció a la Virgen María. Esto, aunque no se diga en la Escritura, se da por supuesto al decir que se apareció a tantos otros; porque la Escritura supone que tenemos entendimiento, como está escrito: También vosotros estáis sin entendimiento?
300 SEGUNDA APARICION (Mc. 16,1-11; Mt. 28,1-7; Lc. 24,1-8; Jn. 20,1.11-17).
1.º Primero: Van muy de mañana María Magdalena, María la de Santiago y Salomé al sepulcro, diciendo: ¿Quién nos alzará la piedra de la puerta del sepulcro?
2.º Segundo: Ven la piedra alzada y el ángel que les dice: ¿Buscáis a Jesús Nazareno?. Ha resucitado, no está aquí.
3.º Tercero: Se apareció a María Magdalena que se había quedado cerca del sepulcro, después de irse las otras.
301 TERCERA APARICION (Mt. 28,8-10; Mc. 16,8-11; Lc. 24,9-11. 22-23).
1.º Primero: Salen estas Marías del sepulcro con gran temor y gozo, queriendo anunciar a los discípulos la resurrección del Señor.
2.º Segundo: Cristo nuestro Señor se les apareció en el camino, diciéndoles: Dios os salve; y ellas llegaron y se pusieron a sus pies y le adoraron.
3.º Tercero: Jesús les dice: No temáis; id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea, porqué allí me verán.
302 CUARTA APARICION (Lc. 24,9-12. 33-34; Jn. 20,1-10; 1Cor. 15,5).
1.º Primera: Al oír a las mujeres que Cristo había resucitado, fue en seguida San Pedro al Sepulcro.
2.º Segunda: Entrando en el sepulcro vio solos los paños con que había estado cubierto el cuerpo de Cristo nuestro Señor, y no vio otra cosa.
3.º Tercero: Pensando San Pedro en estas cosas se le apareció Cristo; y por eso los apóstoles decían: Verdaderamente el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.
303 QUINTA APARICION (Lc. 24,13-35; Mc. 16,12-13).
1.º Primero: Se aparece a los discípulos, que iban a Emaús hablando de Cristo.
2.º Segundo: Les reprende, mostrando por las Escrituras que Cristo había de morir y resucitar: ¡Oh necios y tardos de corazón para creer todo lo que han hablado los profetas! ¿No era necesario que Cristo padeciese y así entrase en su gloria?
3.º Tercero: Por ruego de ellos se detiene allí, y estuvo con ellos, hasta que, nada más darles de comulgar, desapareció. Ellos volvieron a Jerusalén y dijeron a los discípulos cómo lo habían conseguido en la comunión.
304 SEXTA APARICION (Jn. 20,19-23; Mc. 16,14; Lc. 24,36-43; Hechos 10,40-41; 1Cor. 15,5).
1.º Primera: Los discípulos estaban congregados por miedo a los judíos, excepto Santo Tomás.
2.º Segundo: Se les apareció Jesús estando las puertas cerradas, y colocándose en medio de ellos dice: Paz a vosotros. 3.º Tercero: Les da el Espíritu Santo, diciéndoles: Recibid el Espíritu Santo; a aquellos quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados.
305 SEPTIMA APARICION (Jn. 20,24-29).
1.º Primero: Santo Tomás, incrédulo, porque estaba ausente cuando la aparición precedente, dice: Si no lo viere; no lo creeré.
2.º Segundo: Se les aparece Jesús después de ocho días, estando cerradas las puertas, y dice a Santo Tomás: Mete aquí tu dedo y ve la verdad, y no seas incrédulo, sino fiel. 3.º Tercero: Santo Tomás creyó, diciendo: Señor mío y Dios mío? Y Cristo le dijo: Bienaventurados los que no vieron y creyeron.
306 OCTAVA APARICION (Jn. 21,1-7).
1.º Primero: Jesús se aparece a siete de sus discípulos que estaban pescando; en toda la noche no habían pescado nada, y echando la red por su mandato no podían sacarla por la muchedumbre de peces.
2.º Segundo: Por este milagro San Juan lo conoció, y dijo a San Pedro: Es el Señor. San Pedro se echó al mar y fue donde estaba Cristo
. 3.º Tercero: Les dio de comer parte de un pez asado y un panal de miel; y encomendó las ovejas a San Pedro, habiéndole examinado primero tres veces de la caridad, y le dijo: Apacienta mis ovejas.
307 NOVENA APARICION (Mt. 28,16-20; Mc. 16,15-18).
1.º Primero: Los discípulos, por mandato del Señor, van al monte Tabor.
2.º Segundo: Cristo se les aparece y les dice: Me ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra.
3.º Tercero: Los envió por todo el mundo a predicar, diciendo: Id y enseñad a todas la gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
308 DECIMA APARICION (1Cor. 15,6). Después fue visto por más de quinientos hermanos juntos.
309 UNDECIMA APARICION (1Cor. 15,7). Se apareció después a Santiago.
310 DUODECIMA APARICION. Se apareció a José de Arimatea, como piadosamente se medita y se lee en la vida de los Santos.
311 DECIMOTERCERA APARICION (1Cor. 15,8; Hch. 1,3). Se apareció a San Pablo después de la Ascensión: Finalmente, se me apareció a mi como abortivo. También se apareció en alma a los santos padres del Limbo, y después de sacarlos y de haber vuelto a tomar el cuerpo, se apareció muchas veces a los discípulos y conversaba con ellos.
312 DE LA ASCENSION DE CRISTO NUESTRO SEÑOR (Hch. 1,1-12; Mc. 16, 19- 20; Lc. 24,44-52; 1Pe. 3,32).
1.º Primero: Después que por espacio de cuarenta días se apareció a los apóstoles, dándoles muchas pruebas y señales y hablando del reino de Dios, les mandó esperasen en Jerusalén al Espíritu Santo prometido.
2.º Segundo: Los llevó al monte Olivete y en presencia de ellos fue elevado y una nube le hizo desaparecer de los ojos de ellos.
3.º Tercero: Estando ellos mirando al cielo les dicen los ángeles: Varones galileos, ¿qué estáis mirando al cielo?, este Jesús que ha sido llevado de vuestros ojos al cielo, vendrá como le habéis visto ir al cielo.
313 REGLAS PARA SENTIR Y CONOCER DE ALGUNA MANERA LAS VARIAS MOCIONES QUE SE PRODUCEN EN EL ALMA: LAS BUENAS, PARA RECIBIRLAS, Y LAS MALAS PARA RECHAZARLAS. SON MAS PROPIAS PARA LA PRIMERA SEMANA.
314 1.ª regla. La primera regla: en las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, acostumbra comúnmente el enemigo proponerles placeres aparentes, haciéndoles imaginar deleites y placeres de los sentidos, para conservarlos y hacerlos crecer más en sus vicios y pecados; en dichas personas el buen espíritu actúa de modo contrario, punzándoles y remordiéndoles la conciencia por el juicio recto de la razón.
315 2.ª regla. La segunda: en las personas que van intensamente purgando sus pecados, y de bien en mejor subiendo en el servicio de Dios nuestro Señor, sucede de modo contrario al de la primera regla; porque entonces es propio del mal espíritu morder (con escrúpulos), entristecer y poner obstáculos, inquietando con falsas razones para que no pase adelante; y propio del buen espíritu es dar ánimo y fuerzas, consolaciones, lágrimas, inspiraciones y quietud, facilitando y quitando todos los impedimentos, para que siga adelante en el bien obrar.
316 3.ª regla. La tercera es de consolación espiritual: llamo consolación cuando en el alma se produce alguna moción interior, con la cual viene el alma a inflamarse en amor a su Criador y Señor, y como consecuencia ninguna cosa criada sobre la faz de la tierra puede amar en sí, sino en el Criador de todas ellas. También es consolación cuando derrama lágrimas que mueven a amar a su Señor, sea por el dolor de sus pecados, o por la Pasión de Cristo nuestro Señor, o por otras cosas ordenadas derechamente a su servicio y alabanza. Finalmente, llamo consolación todo aumento de esperanza, fe y caridad y toda alegría interna que llama y atrae a las cosas celestiales y a la propia salud de su alma, aquietándola y pacificándola en su Criador y Señor.
317 4.ª regla. La cuarta, de desolación espiritual. Llamo desolación todo lo contrario de la tercera regla; así como oscuridad del alma, turbación en ella, inclinación por las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones, moviendo a desconfianza, sin esperanza, sin amor, hallándose el alma toda perezosa, tibia, triste y como separada de su Criador y Señor. Porque así como la consolación es contraria a la desolación, de la misma manera los pensamientos que salen de la consolación son contrarios a los pensamientos que salen de la desolación.
318 5.ª regla. La quinta: en tiempo de desolación nunca hacer cambio, sino estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día anterior a esa desolación, o en la determinación en que estaba en la anterior consolación porque así como en la consolación nos guía y aconseja más el buen espíritu, así en la desolación el malo, con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar.
319 6.ª regla. La sexta: dado por supuesto que en la desolación no debemos cambiar los primero propósitos, aprovecha mucho reaccionar intensamente contra la misma desolación, como por ejemplo insistir más en la oración y meditación, en examinarse mucho, y en alargarnos en algún modo conveniente de hacer penitencia.
54 320 7.ª regla. La séptima: el que está en desolación, considere cómo el Señor le ha dejado en prueba con sus facultades naturales, para que resista a las varias agitaciones y tentaciones del enemigo; pues puede con el auxilio divino, el cual siempre le queda, aunque no lo sienta claramente, porque el Señor le ha quitado mucho fervor, crecido amor y gracia intensa, quedándole, sin embargo, gracia suficiente para la salvación.
321 8.º regla. La octava: el que está en desolación, trabaje por mantenerse en paciencia, que es contraria a las molestias que le vienen, y piense que será pronto consolado, con tal de que ponga las diligencias contra esa desolación, como está dicho en la sexta regla.
322 9.ª regla. La novena: tres son las causas principales por las que nos hallamos desolados: la primera es por ser tibios, perezosos o negligentes en nuestros ejercicios espirituales, y así por nuestras faltas se aleja la consolación espiritual de nosotros. La segunda, por probarnos para cuánto valemos y hasta dónde nos extendemos en su servicio y alabanza, sin tanta paga de consolaciones y crecidas gracias. La tercera, a fin de darnos verdadera noticia y conocimiento, a saber, para que sintamos internamente que no depende de nosotros traer o tener devoción crecida, amor intenso, lágrimas ni alguna otra consolación espiritual, sino que todo es don y gracia de Dios nuestro Señor; y para que en cosa ajena no pongamos nido, alzando nuestro entendimiento a alguna soberbia o vanagloria, atribuyendo a nosotros la devoción o los otros efectos de la consolación espiritual.
323 10.ª regla. La décima: el que está en consolación piense cómo deberá actuar en la desolación que vendrá después y tome nuevas fuerzas para entonces.
324 11.ª regla. La undécima: el que está consolado procure humillarse y abajarse cuanto pueda, pensando para qué poco vale en el tiempo de desolación, sin esa gracia o consolación. Por el contrario, el que está en desolación piense que, con la gracia suficiente, puede mucho para resistir a todos sus enemigos, si toma fuerzas en su Criador y Señor.
325 12.º regla. La duodécima: el enemigo se comporta como mujer en que es débil ante la fuerza y fuerte ante la condescendencia. Porque así como es propio de la mujer, cuando riñe con algún varón, perder ánimo y huir cuando el hombre le muestra mucho rostro; y por el contrario, si el varón comienza a huir perdiendo ánimo, la ira, venganza y ferocidad de la mujer es muy crecida y tan desmesurada; de la misma manera es propio del enemigo debilitarse y perder ánimo, huyendo sus tentaciones, cuando la persona que se ejercita en las cosas espirituales pone mucho rostro con las tentaciones del enemigo, haciendo lo diametralmente opuesto; y por el contrario, si la persona que se ejercita comienza a tener temor y perder ánimo en sufrir las tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la faz de la tierra como el enemigo de la naturaleza humana, cuando intenta realizar su dañina intención con tan crecida malicia.
326 13.ª regla. La decimotercera: asimismo, se comporta como vano enamorado en querer mantenerse en secreto y no ser descubierto; porque así como el hombre vano, que hablando con mala intención requiere a una hija de buen padre o a una mujer de buen marido, quiere que sus palabras e insinuaciones estén secretas; y lo contrario le disgusta mucho, cuando la hija al padre o la mujer al marido descubre sus vanas palabras e intención pervertida, porque fácilmente deduce que no podrá salir con la empresa comenzada; de la misma manera, cuando el enemigo de la naturaleza humana presenta sus astucias e insinuaciones al alma justa, quiere y desea que sean recibidas y tenidas en secreto; pero le pesa mucho cuando el alma las descubre a su buen confesor o a otra persona espiritual que conozca sus engaños y malicias: porque deduce que, al descubrirse sus engaños manifiestos, no podrá salir con el malvado plan que había comenzado.
327 14.ª regla. La decimocuarta: asimismo, se comporta como un caudillo para conquistar y robar lo que desea; porque así como un capitán y caudillo de un ejército en campaña, asentando su campamento y mirando las fuerzas o disposiciones de un castillo le combate por la parte más débil, de la misma manera el enemigo de la naturaleza humana, rodeando mira en torno todas nuestras virtudes teologales, cardinales y morales; y por donde nos halla más débiles y más necesitados para nuestra salvación eterna, por allí nos combate y procura tomarnos.
328 REGLAS PARA EL MISMO EFECTO, CON MAYOR DISCRECION DE ESPIRITUS. SON MAS PROPIAS PARA LA SEGUNDA SEMANA.
329 1.ª regla. La primera: es propio de Dios y de sus ángeles, en sus mociones, dar verdadera alegría y gozo espiritual, quitando toda tristeza y turbación, a las que el enemigo induce; del cual es propio guerrear contra esa alegría y consolación espiritual, trayendo razones aparentes, sutilezas y continuos engaños.
330 2.ª regla. La segunda: sólo es de Dios nuestro Señor dar consolación al alma sin causa precedente, porque es propio del Criador entrar, salir, hacer moción en ella, elevándola toda en amor de su divina majestad. «Sin causa» quiere decir sin ningún previo sentimiento o conocimiento de algún objeto por el que venga esa consolación mediante sus actos de entendimiento y voluntad.
331 3.ª regla. La tercera: «con causa» puede consolar al alma así el ángel bueno como el malo por fines contrarios: el ángel bueno para provecho del alma, para que crezca y suba de bien en mejor; y el ángel malo para lo contrario, y posteriormente para traerla a su dañina intención y malicia.
332 4.ª regla. La cuarta: es propio del ángel malo, que se disfraza de ángel de luz, entrar con lo que gusta al alma devota y salir con el mal que él pretende; es a saber, traer pensamientos buenos y santos conforme a esa alma justa; y después, poco a poco, procura salirse con la suya, trayendo al alma a sus engaños cubiertos y perversas intenciones.
333 5.º regla La quinta: debemos advertir mucho el curso de los pensamientos; y si al principio, medio y fin es todo bueno, inclinado a todo bien, es señal de ángel 56 bueno; pero si el curso de los pensamientos que trae acaba en alguna cosa mala o distractiva, o menos buena que la que antes el alma había propuesto, o la debilita, inquieta o conturba, quitándole la paz, tranquilidad y quietud que antes tenía, es señal clara de que procede del mal espíritu, enemigo de nuestro provecho y salvación eterna.
334 6.ª regla. La sexta: cuando el enemigo de la naturaleza humana fuere sentido y conocido por su cola serpentina y el mal fin a que induce, aprovecha a la persona que fue tentada por él, mirar luego el curso del pensamiento que le trajo, y el principio de ellos, y cómo poco a poco procuró hacerla descender de la suavidad y gozo espiritual en que estaba, hasta traerla a su intención pervertida, para que sacando experiencia de este conocimiento, en adelante se guarde de sus engaños acostumbrados.
335 7.ª regla. La séptima: a los que proceden de bien en mejor, el ángel bueno toca al alma dulce, leve y suavemente, como gota de agua que entra en una esponja, y el ángel malo toca agudamente y con ruido e inquietud, como cuando la gota de agua cae sobre la piedra. A los que proceden de mal en peor, los dichos espíritus tocan de modo contrario; la causa de esto es que la disposición del alma es contraria o semejante a los dichos espíritus. Porque cuando es contraria entran con estrépito, sensible y perceptiblemente; y cuando es semejante entran con silencio, como en propia casa a puerta abierta.
336 8.ª regla. La octava: cuando la consolación es «sin causa», aunque en ella no haya engaño por ser de Dios nuestro Señor sólo, como está dicho, sin embargo, la persona espiritual a quien Dios da esa consolación debe mirar con mucha vigilancia y atención dicha consolación, y discernir el tiempo propio de la actual consolación, del tiempo siguiente en que el alma queda caliente con el fervor y favorecida con los efectos que deja la consolación pasada; porque muchas veces en este segundo tiempo por su propio discurrir relacionando conceptos y deduciendo consecuencias de sus juicios, o por el buen espíritu o por el malo, forma diversos propósitos y pareceres que no son dados inmediatamente por Dios nuestro Señor; y por tanto hay que examinarlos muy bien antes de darles entero crédito o ponerlos por obra.
337 EN EL MINISTERIO DE DISTRIBUIR LIMOSNAS SE DEBEN GUARDAR LAS SIGUIENTES REGLAS.
338 1.ª regla. La primera: si yo hago distribución a parientes o amigos o a personas a quienes tengo afecto, tendré que fijarme en cuatro cosas, de las cuales se ha hablado ya en parte en la materia de elección. La primera es que aquel amor que mueve y me hace dar la limosna, descienda de arriba, del amor de Dios nuestro Señor; de forma que sienta primero en mí que el amor mayor o menor que tengo a tales personas es por Dios, y que en la causa por la que más las amo reluzca Dios.
339 2.ª regla. La segunda: mirar a un hombre que nunca he visto ni conocido; y deseándole yo toda perfección en el ministerio y estado que tiene, como yo querría que él siguiese una medida en su manea de distribuir, para mayor gloria de Dios nuestro Señor y mayor perfección de su alma, hacerlo yo así, ni más ni menos guardando la regla y medida que para el otro querría y juzgo válida.
340 3.ª regla. La tercera: considerar, como si estuviera en el momento de la muerte, la forma y medida que entonces querría haber tenido en el oficio de mi administración, y regulándome por aquella medida, proponer guardarla al distribuir limosnas.
341 4.ª regla. La cuarta: mirando cómo me hallaré el día del juicio, pensar bien cómo entonces querría haber usado de este oficio de administrar y este cargo de distribuir limosnas por el ministerio que tengo; y la norma que entonces querría haber tenido, tenerla ahora.
342 5.ª regla. La quinta: cuando alguna persona siente inclinación y afecto a algunas personas, a las cuales quiere distribuir limosnas, deténgase a considerar bien las cuatro reglas precedentes, examinando y probando sus afección para con ellas; y no dé la limosna, hasta que conforme a esas reglas tenga todo quitada y apartada de si su afección desordenada.
343 6.ª regla. La sexta: aunque no hay culpa en tomar bienes de Dios nuestro Señor para distribuirlos, cuando la persona es llamada por Dios nuestro Señor para ese ministerio; sin embargo, en el cuánto ha de tomar para administrar y distribuir, y en la cantidad que ha de aplicar para sí mismo de lo que tiene para dar a otros, hay lugar a duda de culpa y exceso. Por tanto, puede hacer la reforma de su vida y estado por las reglas sobredichas.
344 7.ª regla. La séptima: por las razones ya dichas y por otras muchas, siempre es mejor y más seguro en lo que toca al trato de su persona y número de servidumbre cercenar y disminuir cuanto se pueda, y acercarse lo más posible a nuestro sumo pontífice, dechado y regla nuestra, que es Cristo nuestro Señor. Conforme a lo cual el tercer concilio cartaginense (en el cual estuvo San Agustín) determina y manda que el ajuar del obispo sea vil y pobre. Lo mismo se debe considerar en todos los modos de vida, mirando la condición social, y la justa proporción, según el estado de vida de las personas; como entre casados tenemos el ejemplo de San Joaquín, y de Santa Ana, los cuales partiendo de su hacienda en tres partes, daban la primera a los pobres, la segunda al ministerio y servicio del templo, la tercera la tomaban para el sustento de ellos y de su familia.
345 PARA ADVERTIR Y ENTENDER LOS ESCRUPULOS E INSINUACIONES DE NUESTRO ENEMIGO AYUDAN LAS NOTAS SIGUIENTES.
346 1.ª nota. La primera: llaman vulgarmente escrúpulo al que procede de nuestro propio juicio libre, es a saber, cuando yo libremente juzgo que es pecado lo que no es pecado; así como sucede que alguno después que ha pisado una cruz de paja casualmente piensa con su propio juicio que ha pecado; y éste, propiamente, es juicio erróneo y no verdadero escrúpulo.
347 2.ª nota. La segunda: después que yo he pisado aquella cruz, o después de que he pensado o dicho o hecho alguna otra cosa, me viene un pensamiento de fuera: 58 «he pecado»; y por otra parte me parece que no he pecado; no obstante, siento en esto turbación, es a saber, en cuanto dudo y en cuanto no dudo; el así descrito es escrúpulo propiamente dicho y tentación que pone el enemigo.
348 3.ª nota. La tercera: el primer escrúpulo ( de la nota primera) hay que aborrecerlo mucho porque todo él es error; pero el segundo (el de la nota segunda) por algún espacio de tiempo no poco aprovecha al alma que se da a ejercicios espirituales; antes bien en gran manera purifica y limpia a dicha alma separándola mucho de todo lo que se parezca a pecado, según aquello de San Gregorio: De almas buenas es ver culpa donde no hay ninguna.
349 4.ª nota. La cuarta: el enemigo mira mucho si un alma es ancha o delicada de conciencia, y si es delicada procura afinarla más, pero ya extremosamente, para turbarla más y arruinarla, por ejemplo, si ve que un alma no admite en sí pecado mortal ni venial, ni cosa alguna que se parezca a pecado deliberado, entonces el enemigo, cuando no puede hacerla caer en cosa que parezca pecado, procura hacerla pensar que hay pecado donde no lo hay, así como una palabra o pensamiento mínimo; si el alma es de conciencia ancha, el enemigo procura ensanchársela más por ejemplo si antes no hacía caso de los pecados veniales, procurará que haga poco caso de los mortales, y si antes hacía algún caso, que ahora haga mucho menos caso o ninguno.
350 5.ª nota. La quinta: el alma que desea aprovecharse en la vida espiritual, siempre debe proceder de modo contrario a como procede el enemigo, es a saber, si el enemigo quiere ensanchar la conciencia, procure afinarla; y asimismo si el enemigo procura afinarla para llevarla al otro extremo, el alma procure consolidarse en el medio, para aquietarse en todo.
351 6.ª nota. La sexta: cuando dicha alma buena quiere hablar u obrar alguna cosa dentro de lo enseñado por la Iglesia, dentro de lo que han entendido como bueno nuestros mayores, que sea para gloria de Dios nuestro Señor, y le viene un pensamiento o tentación de fuera para que ni hable ni haga aquella cosa, trayéndole razones aparentes de vanagloria o de otra cosa, etc.; entonces debe alzar el entendimiento a su Criador y Señor; y si ve que es su debido servicio, o a lo menos no contra, debe hacer lo diametralmente opuesto a esa tentación, como San Bernardo respondió a la tentación: «Ni por ti empecé ni por ti acabaré.»
352 PARA EL SENTIDO VERDADERO QUE DEBEMOS TENER EN LA IGLESIA MILITANTE, SE GUARDEN LA REGLAS SIGUIENTES.
353 1.ª regla. La primera: depuesto todo juicio, debemos tener ánimo preparado y pronto para obedecer en todo a la verdadera esposa de Cristo nuestro Señor, que es nuestra santa madre Iglesia jerárquica.
354 2.ª regla. La segunda: alabar la confesión con sacerdote, y el recibir el santísimo Sacramento una vez al año, y mucho más cada mes, y mucho mejor de ocho en ocho días, con las condiciones requeridas y debidas.
355 3.ª regla. La tercera: alabar el oír misa a menudo; asimismo alabar cantos, salmos y largas oraciones en la Iglesia y fuera de ella; y alabar también las horas ordenadas, en el tiempo establecido, para los oficios divinos y para los toques de oración; y alabar todas las horas canónicas.
356 4.ª regla. La cuarta: alabar mucho el estado religioso, la virginidad, la continencia; y no alabar tanto el matrimonio como estas cosas.
357 5.ª regla. La quinta: alabar los votos religiosos, de obediencia, de pobreza, de castidad y de otras perfecciones de supererogación; y es de advertir que, como el voto es sobre las cosas que se relacionan con la perfección evangélica, no debe hacerse voto en las cosas que se alejan de ella, como ser comerciante, casarse, etc.
358 6.ª regla. La sexta; alabar reliquias de santos, haciendo veneración a ellas y oración a ellos. Alabar estaciones, peregrinaciones, indulgencias, perdones, cruzadas y candelas encendidas en las Iglesias.
359 7.ª regla. La séptima: alabar preceptos acerca de ayunos y abstinencias, así como cuaresmas, cuatro témporas, vigilias, viernes y sábados, asimismo penitencias no solamente internas, sino también externas.
360 8.ª regla. La octava: alabar ornamentos y edificios de Iglesias, asimismo imágenes, y venerarlas según lo que representan.
361 9.ª regla. La novena: alabar, finalmente, todos los preceptos de la Iglesia, teniendo ánimo pronto para buscar razones en su defensa y en ninguna manera para impugnarlos.
362 10.ª regla. La décima: debemos estar más dispuestos a aprobar y alabar constituciones, recomendaciones, como igualmente costumbres de nuestros mayores; porque aunque algunas no sean o no fuesen válidas, hablar contra ellas predicando en público, o hablando delante del pueblo sencillo, engendraría más murmuración y escándalo que provecho; y así se indignaría el pueblo contra sus superiores, temporales o espirituales. De manera que, así como hace daño el hablar mal de los superiores, en su ausencia, a la gente sencilla, así puede hacer provecho hablar de las malas costumbres a esos mismos superiores que pueden remediarlas.
363 11.ª regla. La undécima: alabar la doctrina positiva y la doctrina escolástica; porque así como es más propio de los doctores positivos (como San Jerónimo, San Agustín, San Gregorio etc.) el mover los afectos para amar y servir en todo a Dios nuestro Señor; así es más propio de los escolásticos (como Santo Tomás, San Buenaventura y el Maestro de las sentencias, etc.) el definir o aclarar para nuestros tiempos las cosas necesarias para la salvación eterna y para impugnar y explicar más todos los errores y todas las falacias. Porque los doctores escolásticos, como son más modernos, no solamente se aprovechan de la verdadera inteligencia de la Sagrada Escritura y de los santos doctores positivos, sino que también por estar iluminados y esclarecidos por la virtud divina, utilizan los concilios, cánones y constituciones de nuestra santa madre Iglesia.
364 12.ª regla. La duodécima: debemos guardarnos de hacer comparaciones de los que estamos vivos con los santos del pasado, porque no poco se yerra en esto, es a saber, en decir: éste sabe más que San Agustín, es otro más que San Francisco, es otro San Pablo en bondad, santidad, etc.
365 13.ª regla. La decimotercera: debemos siempre tener este principio para acertar en todo: lo que veo blanco, creer que es negro si la Iglesia jerárquica así lo determina; creyendo que entre Cristo nuestro Señor, esposo, y la Iglesia su esposa, es el mismo Espíritu el que nos gobierna y rige para la salud de nuestras almas, porque por el mismo Espíritu y Señor nuestro que dio los diez Mandamientos, es regida y gobernada nuestra santa madre Iglesia.
366 14.ª regla. La decimocuarta: aunque es muy verdadero que ninguno se puede salvar sin estar predestinado, y sin tener fe y gracia, hay que tener mucho cuidado en el modo de hablar y comunicar de todas ellas. "No sea que, mientras atribuimos mucho a la predestinación y a la gracia, infrinjamos las fuerzas y el conato del libre albedrío, o que mientras exaltamos excesivamente las fuerzas del libre albedrío, deroguemos la gracia de Jesucristo" (versión de 1541 y 1547 apr. 1548)
367 15.ª regla. La decimoquinta: de modo habitual no debemos hablar mucho de la predestinación; pero si de alguna manera y algunas veces se hablare, hablase de tal forma que el pueblo sencillo no caiga en ningún error, como suele algunas veces, cuando dicen: Ya está determinado si he de salvarme o condenarme, y por hacer yo bien o mal ya no puede ser otra cosa. Y con este pensamiento, haciéndose perezosos, se descuidan en las obras que conducen a la salud y provecho espiritual de sus almas.
368 16.ª regla. La decimosexta: de la misma forma hay que tener cuidado de que por hablar mucho de la fe y con mucha intensidad, sin distinción y aclaración alguna, no se dé ocasión al pueblo para que sea tardo y perezoso en el obrar, tanto antes de que la fe esté informada por la caridad como después.
369 17.ª regla. La decimoséptima: asimismo, no debemos hablar de la gracia tan largo ni con tanta insistencia que se engendre veneno para negar la libertad. De manera que de fe y gracia se puede hablar cuanto sea posible mediante el auxilio divino, para mayor alabanza de su divina majestad, pero no de tal suerte ni manera, mayormente en nuestros tiempos tan peligrosos, que las obras y el libre albedrío reciban detrimento alguno o se tengan por nada.
370 18.ª regla. La decimoctava: aunque se ha de estimar sobre todo el servir mucho a Dios nuestro Señor por puro amor, debemos alabar mucho el temor de su divina majestad; porque no solamente el temor filial es cosa piadosa y santísima, sino que también el temor servil ayuda mucho para salir del pecado mortal cuando el hombre no alcanza otra cosa mejor o más útil; y una vez que el hombre ha salido del pecado, fácilmente llega al temor filial, que es todo él acepto y grato a Dios nuestro Señor, por ser uno con el amor divino.