esta aportación del carácter de cruzada que le dan los requetés carlistas a la guerra va siendo secundada por los combatientes y partidarios de la zona nacional y
es asumida y encabezada por el propio general Franco, aunque en su manifiesto de sublevación había proclamado que él se sublevaba para realizar "por primera vez y en este orden la trilogía fraternidad, libertad, e iguladad".
Lo del carácter de cruzada "por Dios y por España" de su lucha, es porque dejaron aparcada la cuestión de la monarquía, por un lado porque los altos mandos militares en su mayor parte pretendían sólamente poner orden en la república, no eliminarla, no volver a la monarquía, y muchos de ellos eran republicanos; por otro lado, el rey carlista, Alfonso Carlos, era muy anciano y no tenía descendencia, por lo que había designado un regente que era Javier de Borbón Parma. Los autodenominados "los" monárquicos, que eran los alfonsinos, fieles al destronado Alfonso XIII, que estaba dejando de ser liberal, "escaldado", como él decía, eran muy pocos, aunque contaban con personas muy adineradas, con aristócratas de nuevo cuño y algunos de antiguo, con algunos generales, con las docenas de miembros de Acción Española, que también habían dejado de ser liberales, con el genial Muñoz Seca, con algunos periodistas de ABC y con sus otros miles de lectores, no se veían con posibilidades de reivindicar ya la monarquía. La mayoritaria CEDA había proclamado la accidentalidad de las formas de gobierno. Y al propio Franco, que era relativamente monárquico, le venía muy bien para su poder personal la reducción a un movimiento "por Dios y por España".
Manifiesto del general
Franco al sublevarse, fechado en Tetuán el 17 de julio y
en Santa Cruz de Tenerife 18 de julio de 1936
"Españoles ... la nación os llama
en su defensa ...
sabremos salvar cuanto sea compatible con la paz interior
de España y su anhelada grandeza, haciendo reales en
nuestra Patria, por primera vez y en este orden, la
trilogía fraternidad, libertad, e igualdad”.
Tetuán, 17 de julio de 1936
Y el general Mola, liberal como era,
tenía como objetivo inicial de su plan, secundado por
los militares comprometidos en el alzamiento, restablecer
el orden en la República, implantando una
dictadura republicana.
La guerra de España fue
una Cruzada "por Dios y por España", no sólo
para acabar con el terror persecutorio marxista, sino
para sanear la sociedad posibilitándola ser cristiana
En su acuerdo con los carlistas, Sanjurjo impone a Mola
que acepte que los requetés carlistas luchen utilizando
la bandera de España, que la II República había
declarado que era la bandera monárquica, regalándoles
así la bandera de España a los
monárquicos -a diferencia de la I República, que había
utilizado como bandera de la república la bandera
rojigualda que venía de Carlos III y de Isabel II.
Esta bandera bicolor, rojigualda, la utilizan de hecho
los requetés, lo mismo que utilizan la Marcha
Real como himno de España. Ambos símbolos van
siendo utilizados también por los demás combatientes
sucesiva y generalizadamente y acabarán por ser también
reestablecidos oficialmente como bandera de España e
himno de España, cuando los mandos militares de
los nacionales así lo asumen: el 15.08.1936
oficialmente el general Queipo de Llano en Sevilla,
la capital de su mando, y por decreto de la Junta
de Defensa Nacional de 29.08.1936, que aparece
con la firma del general Cabanellas en
el Boletín Oficial de dicha junta del 30.08.1936
en toda su zona. Ambos generales habían sido
declaradamente republicanos. La bandera de España
reimplantada
Carta
colectiva de los obispos españoles a los obispos de todo
el mundo con motivo de la guerra en España (1937) (1.07.1937)
Hasta el futuro cardenal Vicente Enrique y Tarancón declaró
más adelante que “habría firmado la Carta
Colectiva de los Obispos españoles con motivo de la
guerra en España si hubiera sido obispo en aquella fecha
y reconoció la valentía de los obispos al escribirla,
porque según él: “pretendían descristianizar
España y convertirla en un satélite de Rusia; por eso
era obligatorio empuñar las armas en
defensa de la fe”.
Todavía en diciembre de 1975, el cardenal Tarancón se dirigió a la Conferencia Episcopal, reunida en su XXIII asamblea, y recordó la larga etapa iniciada por un “hecho histórico trascendental, la guerra o Cruzada de 1936”, para reafirmar luego que “la jerarquía eclesiástica no puso artificialmente el nombre de Cruzada a la llamada guerra de Liberación”, y evocar la carta colectiva dirigida a sus hermanos de todo el mundo por el episcopado en plena Guerra Civil. Cuarenta años después, el episcopado español, dijo Taracón, no quería “romper con nuestros predecesores ni con la Iglesia española de 1937”. SANTOS JULIÁ. EL PAÍS 4.11.2018 |
“La lucha actual reviste,
sí, la forma externa de una guerra civil, pero en
realidad es una cruzada”.
(“Las dos ciudades”, pastoral del
entonces obispo de Salamanca y más tarde cardenal
arzobispo de Toledo, Enrique Pla y Deniel).
Enarbolar en la Guerra de 1936 los nacionales el lema "por
Dios y por España", aunque tenía como finalidad
aunar a los que no eran monárquicos, fue utilizado por
Franco para no dar paso a una monarquía carlista.
Pero era el lema que Carlos VII había dejado a los
carlistas en su Testamento político:
¡Adelante por Dios y por España! Sea ésta
vuestra divisa (Carlos VII, Testamento
político)
De acuerdo con el plan de Mola, implantación de una dictadura al principio férrea. Franco decía: "primero mano dura, después aflojaré".
- El general Sanjurjo, al que tenían previsto poner al mando como cabeza visible de la zona nacional, muere en accidente aéreo cuando trata de regresar de su exilio en Portugal.
- Hay tres mandos: el general Mola, jefe del Ejército del Norte, el general Queipo de Llano, jefe del Ejército del Sur, y el general Franco, jefe del Ejército de África. (Véase La sublevación de Franco en 1936).
- Al fracasar el alzamiento en una
serie de lugares y desembocar en una guerra, el
general Mola decide la creación de una
Junta de Defensa para tener una configuración política ante el extranjero (24 de julio de 1936);
está presidida por el viejo general Cabanellas, republicano y masón, e integrada por los principales jefes militares de los nacionales.
Las Juntas y Gobiernos de los nacionales y de Franco
Mola abrazando a Franco en una aparición en Burgos en agosto de 1936,
recogida por el periódico alemán Berliner Illustrierte Zeitung, [Diario Ilustrado Berlinés], el 27 de agosto de 1936.
El pie de foto dice: Primer encuentro de los caudillos del grupo militar español en Burgos.
Abrazados: El General Franco, comandante de las Tropas del Sur, y el General Mola, comandante de las Tropas del Norte (con lentes).
( https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Berliner_Illustrirte_Zeitung_01.jpg ).
- La Junta de Defensa decide
establecer un mando militar unificado por ser lo
único eficaz en una guerra.
Franco se prefigura como el candidato de todos a ese jefatura por ser considerado como el más prestigioso en lo militar.
Los políticos del entorno de Franco maniobran para que también se le confiera la jefatura política de la zona nacional, alegando las mismas razones de eficacia, basadas en la unificación del mando.
Pese a la oposición de alguno de los miembros de la Junta de Defensa, lo decreta ésta así a finales de septiembre de 1936, y
el 1.10.1936 Franco es proclamado Generalísimo, general en jefe de todos los ejércitos de los nacionales, y
"Jefe del Gobierno del Estado Español", con "todos los poderes del nuevo Estado".
Por vía de hecho utilizará el título de "Jefe del Estado" hasta su muerte el 20.11.1975.
Es su llegada al poder.
Y es tener ya el poder militar, que expresará con la utilización del título de Generalísimo,
y el poder político institucional como Jefe del Gobierno del Estado, que es lo que le nombran, y como Jefe del Estado, que es lo que se toma,
porque le atribuyen plenos poderes.
Lo hará ratificar más adelante en referéndum popular en otras épocas.
Por Disposición firmada por el vicepresidente del Gobierno Francisco Gómez-Jordana (B.O.E. de 18 de Julio de 1938), se restablece la dignidad de Capitán General en el Ejército y en la Armada y se exalta a dicha dignidad al Jefe del Estado, Generalísimo de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire y Jefe Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, el Excelentísimo Señor Don Francisco Franco Bahamonde. - En el Decreto
de Unificación de 19.04.1937, Franco:
1) impone la unificación bajo su propia jefatura a los carlistas y a la Falange, en una organización a la que denomina Falange Española Tradicionalista (F.E.T.); son las organizaciones que han proporcionado los combatientes voluntarios y la ideología;
2) suprime los demás partidos y organizaciones derechistas y centristas, e invita a sus miembros a ingresar en FET;
los partidos y organizaciones del bando del Frente Popular, más que suprimidos, han sido proscritos ya.
El Decreto de Unificación significa la acumulación del poder político ideológico.
Lo expresa con el título de Caudillo, palabra que viene de cabecilla y equivale a duce, fuhrer y leader.
Y se autocalifica ahí el régimen de totalitario, mimetizando lo imperante en dos de ellos, los de Italia y Alemania, para combatir al soviético, mucho más totalitario todavía,
aunque más adelante el régimen de Franco eliminará esa expresión, cuando se pasen de moda los totalitarismos nunca pasará de ser una simple dictadura. - En las prerrogativas de las leyes de enero de 1938 y de agosto de 1939, Franco se dota de poder legislativo y hasta constitucional y constituyente. Porque Franco, según esa normativa, podrá promulgar incluso leyes e incluso Leyes Fundamentales, que es como se denominan las leyes constitucionales del régimen; y promulga ya una de ellas, el Fuero del Trabajo, en 1938 (gráfica).
- Y, como poder decisivo y
básico, Franco mencionará en ocasiones
especiales que él ha ganado la guerra, cosa que
muchos aceptaban:
En noviembre de 1937, José María de Palacio y Abarzuza, conde de las Almenas [+1940] nombró a Franco heredero de su finca de Canto del Pico, en Torrelodones (Madrid), de unos 820 000 m2, «aunque no tengo el gusto de conocerle, por su grandiosa reconquista de España». En la finca se hallaba un enorme palacete, la Casa del Viento, que el general usó como lugar de descanso y de cacería.
[M. Sánchez Soler: Los Franco, S.A., 2003, p. 35.]
