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Tema 6.1 La II República (1931-1936)

6.1.4. La cultura de la "Edad de Plata" hasta 1939

Consecuencias de la guerra de España de 1936

El asesinato de García Lorca

Rafael Alberti y el monasterio de Santo Domingo de Silos

La Edad de Plata de la cultura española es una denominación referida al primer tercio del XX. Pretende indicar que el nivel cultural de ese período fue casi tan alto como en el Siglo de Oro de la cultura española (que son en realidad dos siglos, el XVI y el XVII).

La Edad de Plata en la Historia Universal fue en realidad una época de la cultura de la Roma clásica imperial a la que Hispania aportó figuras esenciales como Séneca, Lucano, Quintiliano, Marcial y muchos otros.

La "Edad de Plata" de la cultura española es una denominación exageradamente propagandística porque los períodos anteriores y los siguientes a ese primer tercio del XX son tanto o más elevados en cantidad, densidad y calidad de los creadores y de la difusión de la cultura entre el pueblo.

El hecho de que se destaque así sólo este período está motivado porque muchos de los intelectuales y artistas del primer tercio del XX colaboraron en la caída de la Monarquía y en la proclamación de la República en 1931.
Desde la crisis de 1898 era cada vez más decisiva l
a influencia perniciosa, sobre la "clase política" y sobre la gente, de la ignorancia dogmática de "los intelectuales" en general y de la Generación del 98 y de la Institución Libre de Enseñanza en particular. Es el noventayochismo, la exhibición de críticas falsas a espaldas del pueblo.
El protagonismo creciente de los intelectuales se combinó, debido a la ocasión de la crisis del sistema en 1898, con el protagonismo que pasan a tomar todos los planteamientos tóxicos y disolventes del sistema:
los nacionalismos antiespañoles, que ven la crisis del 98 como el debilitamiento de España que les facilita llegar al soberanismo.
los republicanos, socialistas y anarquistas, que ven la crisis del 98 como el debilitamiento del sistema que les facilita derribarlo para ir a sus respectivas formas de revolución.

Fue decisivo en el hundimiento del sistema de la Restauración el deseo de congraciarse con los antisistema
que se fue extendiendo entre sectores crecientes del sistema desde
la crisis de 1909.
Destacaron muchos intelectuales y artistas en este deseo y en la exhibición de críticas.
Tienen mucha influencia en la vida pública los intelectuales, aunque no sean literatos, o aunque sean literatos sin lectores, como le pasó al pobre Azaña.

A la Institución Libre de Enseñanza se la glorifica, aunque es una entidad de enseñanza privada, pero es que es acatólica. Es una entidad y elitista de enseñanza privada basada en el laicismo.

Todo ello pese a la doble ignorancia voluntaria de los intelectuales respecto a la tradición y a la tecnología. Unamuno decía: "¡que inventen ellos!", como el zorro decía de las uvas para él inalcanzables: "¡están verdes!". Ramón y Cajal, en cambio, es un gran científico y un gran técnico, como caso excepcional.

Son muy celebrados los intelectuales, artistas y literatos que puede manipular la izquierda; los que no puede, porque son demasiado evidentemente derechistas, se ningunean, se ignoran y se eliminan o se tachan de fascistas. Al final, no existen en los temarios. Y así parecen más importantes, únicos, los de la llamada "Edad de Plata".

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Respuesta de este tema según la versión oficial de las historias políticamente correctas:
"la edad de plata de la cultura española se desarrolló en el primer tercio del siglo XX, hasta 1936, o sea, hasta la II República como culminación".

La realidad histórica es otra:

Es "barbarie", "salvajismo inaudito" y "delitos de lesa inteligencia", en lo que culmina la República, según Unamuno.
“Mensaje de la Universidad de Salamanca a las Universidades y Academias del mundo acerca de la guerra civil española” (26.9.1936)
y declaraciones al periodista francés G. Sadoul (1.11.1936)

Cuando la guerra de 1936, huyeron de la Zona del Frente Popular, porque se vieron perseguidos en ella, muchos de esos intelectuales, artistas y literatos, los que pudieron; y apoyaron o se acogieron al bando de los nacionales.
Marañón, uno de los "padres de la República", relaciona así el exilio de los intelectuales con la guerra:
"El 88 % del profesorado de Madrid, Valencia y Barcelona ha tenido que huir al extranjero, abandonar España, escapar a quien más pueda. ¿Y saben ustedes por que? Sencillamente porque temían ser asesinados por los rojos, a pesar de que muchos de los intelectuales amenazados eran tenidos por hombres de izquierda".
(Diario de la Marina, La Habana, 5-02-1937).

María de Maeztu se exilia a la Argentina en 1937, cuando fue asesinado su hermano Ramiro.

Los intelectuales que trajeron la II República cambiaron de actitud al comprobar el trágico error de su izquierdismo, como dice Marañón, desmintiendo "la ficción" y "la mentira":
"Ha sido el pueblo, el pueblo español, el que ha creado la victoria contra los partidos marxistas, precariamente ayudados por algunos liberales y regionalistas que se prestaron a la ficción. De ese pueblo formamos parte muchos que habíamos estado tiempo atrás del otro lado de la barricada, pero que no quisimos prestarnos a la descomunal mentira...
"La casi totalidad de la inmensa fuerza que ha sabido conducir el general Franco es la de los jóvenes..., los mismos que nos seguían a nosotros en las universidades y que un día vimos de repente alineados frente a nosotros".
(Artículo publicado en el diario La Nación de Buenos Aires, marzo de 1939).

Dice Ortega y Gasset: "En Madrid los comunistas y sus afines obligaban, bajo las más graves amenazas, a escritores y profesores a firmar manifiestos"
(en 1937 en la edición inglesa de La rebelión de las masas)

También queda desmentida la propaganda y la versión oficial de las historias políticamente correctas por los datos históricos de la enorme destrucción de obras de arte y de cultura producidos en toda España, sin que lo impidieran los dirigentes izquierdistas, en mayo de 1931, en 1934, desde febrero de 1936; y durante la guerra de 1936 en la Zona del Frente Popular. Y en la confesión de muchos de los más destacados intelectuales de esa misma época que califican de barbarie el nivel al que llevó la cultura la política izquierdista entre 1931 y 1939.

Los intelectuales son el núcleo de la Edad de Plata

Sobre todo de la versión propagandística de la Edad de Plata por el gran protagonismo de los intelectuales en la proclamación de la II República.

Ortega, Marañón y Pérez de Ayala, junto con Machado habían sido declarados "padres espirituales de la República", porque habían firmado un manifiesto antimonárquico que tuvo extraordinaria influencia para establecer la República en España. Es el manifiesto de 11.02.1931 en el que crean el partido llamado Agrupación al Servicio de la República


Antonio Machado, Gregorio Marañón, José Ortega y Ramón Pérez de Ayala cuando crean en 1931 la Agrupación al Servicio de la República

Pero Ortega acaba enseguida proclamando su "no es esto, no es esto", como siempre había hecho en todas las situaciones políticas, después de haberlas ensalzado:

"Una cantidad inmensa de españoles que colaboraron en el advenimiento de la República con su acción, con su voto o con lo que es más eficaz que todo esto, con su esperanza, se dicen ahora entre desasosegados y descontentos: ¡No es esto, no es esto! La República es una cosa. El “radicalismo” es otra. Si no, al tiempo”.
(José Ortega y Gasset en su artículo "Un aldabonazo" en El Crisol de 9 de septiembre de 1931).

Pero sí que era aquello y mucho más.

Decía Ortega en la primavera del 36:

“Con las barbaridades que están haciendo, es muy probable que salga un general y que tengamos general para treinta años”.
(M. Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona, 1983, p.119).

El propio Azaña confiesa en sus Memorias de los Cuadernos de la Pobleta en 1937:

«Cataluña en plena disolución. Ahí no queda nada... Debajo de todo eso, la gente común, el vecindario pacífico suspira por un general que mande, y se lleve la autonomía, el orden público y la FAI en el mismo escobazo».

Y cuando llegó la guerra de 1936, Marañón y Ortega se exiliaron por miedo a los del Frente Popular y acabaron regresando a la España de los nacionales y aceptando el gobierno de Franco, en el caso de Marañón entusiásticamente.

Pérez de Ayala, uno de los mayores novelistas españoles de la época, el tercero de los "padres espirituales de la República", decía del Frente Popular:

"Cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego nutrieron a sus pechos nuestra gran tragedia, todo me parecerá poco. Nunca pude concebir que hubieran sido capaces de tanto crimen, cobardía y bajeza".

El primer atisbo de esa tragedia lo tuvo Pérez de Ayala cuando la revolución de 1934:

“En octubre del 34 tuve la primera premonición de lo que verdaderamente era Azaña”.

Tres de los cuatro intelectuales Padres de la República la repudiaron. El apoyo del cuarto al bando del Frente Popular es un indicador aún más significativo del retroceso de la cultura causado por los políticos izquierdistas de la república: la escasa valoración de la cultura en el campo republicano fue más patéticamente expresada por Antonio Machado en la composición en la que valoraba su poesía menos que la pistola de un pistolero comunista como Líster: "Si mi pluma valiera tu pistola".

Manuel Machado decía que su hermano Antonio Machado era el mejor poeta de España y posiblemente el mejor poeta de Europa. Los sonetos de Manuel Machado eran los mejores desde Calderón, según Antonio Machado. Fue también entusiasta republicano Manuel Machado, pero luego se desengañó de la II República y durante la guerra estuvo a favor de los nacionales. Por eso fue silenciado ya en la época de Franco y hoy ya no se le menciona jamás en las historias políticamente correctas.

El aprecio que tenían los hombres de la cultura entre los socialistas ayuda a comprender por qué salieron huyendo de la España republicana:

«Proporciona esta seguridad el conocimiento de la condición moral de tipos como Unamuno, Baroja, Madariaga, etc. Cada uno lleva un traidor dentro. O una complacencia de meretriz, a elegir».
(Claridad, periódico del PSOE, 7 de febrero de 1937).

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Ortega y Gasset puso de manifiesto la opresión de la cultura en la zona republicana ya en 1937 en la edición inglesa de La rebelión de las masas:

"Mientras en Madrid los comunistas y sus afines obligaban, bajo las más graves amenazas, a escritores y profesores a firmar manifiestos, a hablar por radio, etc., cómodamente sentados en sus despachos o en sus clubs, exentos de toda presión, algunos de los principales escritores ingleses firmaban otro manifiesto donde se garantizaba que esos comunistas y sus afines eran los defensores de la libertad".

Ortega se refiere ahí a lo que, como a muchos otros, le pasó a él personalmente. En la Residencia de Estudiantes de Madrid, núcleo de la Edad de Plata, se presentaron en julio de 1936, a los pocos días del comienzo de la guerra, unos milicianos entre los que estaba su discípula María Zambrano, quienes les obligaron a Ortega y a otros intelectuales a firmar uno de esos manifiestos a favor del gobierno del Frente Popular.

Ortega y su familia lograron escapar de Madrid, a primeros de agosto del 36 y, con la intervención del cónsul francés en Alicante, pudieron embarcar en el Corte II hacia el exilio.
Relata el hijo de Ortega y Gasset:

“La primera visita, posiblemente de García Atadell, fue a nuestro chalet… Registraron todo… nos refugiamos en la Residencia de Estudiantes… Allí corrió mi padre serios peligros. Con amenazas le pidieron que firmase un manifiesto redactado por un grupo extremista los Escritores Antifascistas. Mi padre muy enfermo, en cama se negó a firmarlo. La negativa irritó de una forma… peligrosísima a los jóvenes escritores. Volvieron con terribles amenazas; lo hubieran matado, mi pobre padre dijo que solo firmaría tres líneas… el nefasto diario Claridad arremetió contra mi padre diciendo cosas como esta: “que su filosofía era donde se habían alimentado las mentes fascistas”. Esto era una condena a muerte; nadie se libraba, después, de ser fusilado en un plazo breve… Después de pocos días (mi padre estaba muy enfermo)… pretendían que hablase por radio América… aprovechamos para salir de España todos, ya que lo que más le preocupaba era dejar rehenes… nos enteramos de que mi padre había sido destituido de su cátedra por la comisión Universitaria Depuradora como contrarrevolucionario".
(Miguel Ortega, Ortega y Gasset, mi padre, Barcelona, 1983, p. 130-132)
(Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona, 1983, p.120-1).

Ortega escribe a Marañón (17.08.37):

“Las notas de Franco son cada vez más acertadas y en su punto”.
(Carta del archivo de Marañón. Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona, 1983, p.124).

Claudio Sánchez de Albornoz, catedrático de la Universidad de Madrid, Presidente de la República en el exilio nos da este dato de la destitución de Ortega (26.12.1937): Al embarcar en el Champleen había comprado una revista francesa en la que se publicaban los retratos de Ortega, Américo Castro, Pittaluga, Marañón y el suyo, ilustrando la noticia de que el ministro comunista de Valencia los había destituido. (Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona, 1983, p.47).
El mismo Claudio Sánchez de Albornoz lo comenta así poco después (5-1-1938):

“Horas crueles las del destierro. Al llegar a Cuba, para ganarme el pan y mantener a mis viejos padres, a mis hijos y a mi hermano, todos exiliados… fue a comunicarme mi destitución como catedrático de la Universidad de Madrid… En la misma fecha habían destituido a Ortega y Gasset, a Américo Castro, a Pitaluga y a alguien más de nuestras ideas y de nuestra talla. Empezaba la barrida de los republicanos liberales”.
(C. Sánchez de Albornoz, Anecdotario político, Barcelona, Planeta, 1976, p. 239).

Ortega escribe (13.03.39) a Marañón refiriéndose a la batalla del Ebro en estos términos:

“Hemos pasado alguna nerviosidad con la última coletada del atún comunista… Ahora esperemos el buen comienzo del auténtico fin”. (Carta del archivo de  G. Marañón. Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona, 1983, p.137).

Con motivo de la entrada de los nacionales en Madrid, Ortega escribe a Marañón:

"Querido Gregorio, anteayer, al conocer la noticia de la entrada en Madrid pusimos a ustedes un telegrama de ”alborozo y felicitación”".  Portimäo, Portugal, 30.3.39. Carta del archivo de Marañón.

Ortega regresa a España en pleno régimen de Franco (5.06.1945). En diciembre de 1948 se instala definitivamente en Madrid donde funda el “Instituto de Humanidades”. El 22.5.1953 se jubila como catedrático. (Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona, 1983, p.150, 3).
Ortega reinaugura el Ateneo de Madrid. Acuden, además de dirigentes del régimen de Franco, los más famosos intelectuales: Sánchez Mazas, Pemán, Marañón, Azorín, Eugenio d´Ors, Luca de Tena, etc. La conferencia es transmitida por radio a toda España. Ortega es fuertemente apaludido cuando dice:

"Por primera vez, tras enormes angustias y tártagos, España tiene suerte. Pese a ciertas menudas apariencias, a breves nubarrones que no pasan de ser meteorológicas anécdotas, el horizonte de España está despejado. Mientras los demás pueblos se hallan enfermos, el nuestro, lleno sin duda de defectos y pésimos hábitos, da la casualidad de que ha salido de esta turbia y turbulenta época con una sorprendente, casi indecente salud".
(Arriba de 6.05.1946). (Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona, 1983, p.151).

El propio Marañón al exiliarse había sido aún más contundente; el 15.02.1939 le escribe a Pérez de Ayala:

“¡Qué gentes! Todo es en ellos latrocinio, locura, estupidez. Han hecho, hasta el final, una revolución en nombre de Caco y de caca”. “Bestial infamia de esta gentuza inmunda”.
M. Rubio Cabeza, Los intelectuales españoles y el 18 de julio, 1975, Ediciones Acervo, p. 64.

Al mes siguiente le escribe Marañón a Pérez de Ayala:

“Esta gentuza tan inmunda ¡qué asco!”. “Tendremos que estar varios años maldiciendo la estupidez y la canallería de estos cretinos criminales, y aún no habremos acabado. ¿Cómo poner peros, aunque los haya, a los del otro lado?”.… Horroriza pensar que esta cuadrilla hubiera podido hacerse dueña de España. Sin quererlo siento que estoy lleno de resquicios por donde me entra el odio, que nunca conocí, y aún es mayor mi dolor por haber sido amigo de tales escarabajos”. Carta del archivo de Pérez de Ayala.
M. Rubio Cabeza, Los intelectuales españoles y el 18 de julio, 1975, Ediciones Acervo, p. 64.

Pérez de Ayala le contesta el 17-3-39:

“Cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego nutrieron a los pechos nuestra gran tragedia, todo me parecerá poco... Lo que nunca pude concebir es que hubiesen sido capaces de tanto crimen, cobardía y bajeza... Me figuré un tiempo que Azaña era de diferente textura y tejido más noble. No podía contar yo con que la ausencia de la hormona testicular estragase hasta tal punto una buena inteligencia natural. En octubre del 34 tuve la primera premonición de lo que verdaderamente era Azaña. Leyendo luego sus memorias del barco de guerra me confirmé. Cuando le vi y hablé siendo ya presidente de la República, me entró un escalofrío de terror al observar su espantosa degeneración mental”.
Carta del archivo de G. Marañón, J. Palacios, La España totalitaria, Barcelona, p. 83, 131, 125, 126.

Marañón acabó por constatar:

"Mi respeto y mi amor por la verdad me obligan a reconocer que la República española ha sido un fracaso trágico".

Marañón relaciona así el exilio de los intelectuales con la guerra:

"El 88 % del profesorado de Madrid, Valencia y Barcelona ha tenido que huir al extranjero, abandonar España, escapar a quien más pueda. ¿Y saben ustedes por que? Sencillamente porque temían ser asesinados por los rojos, a pesar de que muchos de los intelectuales amenazados eran tenidos por hombres de izquierda. ¿Comprenden ustedes ahora, queridos amigos?... Están en el extranjero, fugitivos de la España roja: D. Ramón Menéndez Pidal...; D. José Ortega y Gasset...; D. Manuel García Morente, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid; Pérez de Ayala...; Hernando catedrático de la Facultad de Medicina de Madrid... honra de la medicina europea; los doctores José e Isidoro Covisa, igualmente catedráticos de Madrid, afiliados a la política de Azaña; Sánchez Román, gran abogado, profesor de la Universidad de Madrid; Flores de Lemus, catedrático de economía política de la misma universidad; Pittaluga, catedrático de parasitología; Blas Cabrera, ex decano de la Universidad Central...; Xirau, decano de la Universidad de Barcelona; Pi y Suñer, médico catalán de renombre internacional; Puig y Cadafalch, ex presidente de la mancomunidad de Cataluña y uno de los primeros arquitectos; Posada (D. Adolfo), catedrático de derecho político de la Central; Baroja...; Azorín...; Alberto Insúa; Agustín Calvet, director de La Vanguardia de Barcelona...; Carlos Soldevila, el intelectual de Cataluña; Eugenio d'Ors...; José María de Sagarra, el poeta de Barcelona; Pedro Salinas, profesor y poeta; Salvador de Madariaga...; Juan Ramón Jiménez...; Jiménez Díaz, catedrático de la Facultad de medicina de Madrid; Del Río Ortega, compañero de claustro del anterior; Américo Castro, que con Ramón Gómez de la Serna y otros intelectuales, comparte en Buenos Aires las nostalgias de la expatriación; el catedrático de ciencias químicas señor García Banús; el especialista doctor Blanco Soler; otro especialista, el doctor Madinaveitia, catedrático; Antonio Marichalar el joven y fino escritor; D. Rafael Altamira, profesor de historia; D. José Castillejo, catedrático de derecho romano en Madrid; Estelrich, el intelectual joven de la minoría parlamentaria catalana; el doctor Manuel Tapia, especial en la investigación de enfermedades infecciosas; Sebastián Miranda, escultor; Zuazo, el arquitecto; Zaragüeta, el profesor de filosofía experimental; el catedrático arabista D. Miguel Asín Palacios; el doctor Lafora, que no sé si después de su primer intento frustrado habrá conseguido ponerse a salvo... ¿Qué sé yo? Podría seguir llenando cuartillas... entre los incompatibles con la España roja figura un presidente de la república, D. Niceto Alcalá Zamora; un presidente de las Cortes republicanas, D. Santiago Alba; tres presidentes del Consejo de Ministros de la república; D. Joaquín Chapaprieta, D. Ricardo Samper y D. Manuel Portela Valladares; catorce ministros de la república, Viñuales (de Hacienda), Zulueta (de Estado), Maura (de Gobernación), Alvarez Mendizabal (de agricultura), Prieto Bances (de Instrucción Pública), Gabriel Franco (de Hacienda), Feced (de Agricultura), Amós Salvador (de Gobernación), Sánchez Albornoz (de Estado), Ventura Gassol (de Cultura en la Generalidad), Enrique Ramos (de Hacienda), Antonio Lara (de Hacienda y Obras Públicas), ...Lluhí Vallescá (de Trabajo), ... la flor y nata de los ex ministros y personajes de la Lliga Regionalista (Cambó, Ventosa, Rodés, Bertrán y Musitu) se encuentran fuera de la patria... podría doblar la cifra de fugitivos...».
(Manuel Aznar, «La España de hoy. El gran argumento del doctor Marañón», Diario de la Marina, La Habana, febrero 1937, en Vicente Llorens, El exilio español de 1939, Taurus, Madrid 1976).
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También en el extranjero, en un artículo publicado en marzo de 1939, en el diario La Nación de Buenos Aires, dice Marañón:

"Ahora todo se ve como es. No se trata de un pueblo esclavizado por una aristocracia militar, de una democracia derrotada por una dictadura, sino de una guerra y una revolución en la que han luchado comunistas y anticomunistas, y en la que éstos han vencido de una manera total...
"Hay en nuestra guerra un hecho que debe tener para la conducta futura de los españoles y de todos los hombres civilizados un valor histórico...Este hecho fundamental es la incapacidad absoluta del método marxista para poner en marcha un país. El gobierno de Madrid, Valencia y Barcelona tuvo en sus manos todas las ventajas materiales para triunfar... Al gobierno marxista le ha vencido su absoluta incapacidad.
"Los pueblos de Europa y América deben reflexionar sobre esta realidad incuestionable de lo sucedido en España. Deben fijarse y no olvidar el hecho fundamental de que, a pesar de los largos años de propaganda propicia, el pueblo español no marxista, y aun parte del que lo fue momentáneamente, ha estado desde el principio de la guerra del lado del sentido nacional que representaba el general Franco.
"Sería absurdo suponer que un puñado de hombres, que penosamente pasaban el Estrecho de Gibraltar en julio de 1936, hubiera podido conquistar, paso a paso, toda España contra la organización oficial del Estado, contra el apoyo material y las simpatías de las inmensas democracias del mundo, y en esas circunstancias crear en pocos meses un Estado nuevo y un gran ejército, si no hubieran tenido un pueblo entusiasta detrás. Cuando salí de España, en diciembre de 1936, públicamente dije en todas partes que la mayoría de Madrid -y la de toda España- era nacionalista.
"Ha sido el pueblo, el pueblo español, el que ha creado la victoria contra los partidos marxistas, precariamente ayudados por algunos liberales y regionalistas que se prestaron a la ficción. De ese pueblo formamos parte muchos que habíamos estado tiempo atrás del otro lado de la barricada, pero que no quisimos prestarnos a la descomunal mentira...
"La casi totalidad de la inmensa fuerza que ha sabido conducir el general Franco es la de los jóvenes..., los mismos que nos seguían a nosotros en las universidades y que un día vimos de repente alineados frente a nosotros".

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Pio Baroja (5-2-1932) en Villena, Alicante, había dicho ya:

“Nuestros republicanos, unidos a los socialistas, han amenazado y no han dado; han dicho que van a hacer y no han hecho nada, con lo cual han conseguido que los capitalistas estén asustados y los obreros exasperados. Respecto a represiones y violencias, los meses que llevamos de República han producido más muertos en las calles de la ciudades que cuarenta años de Monarquía”.

Unamuno se había destacado más que nadie por sus ataques a la Dictadura de Primo de Rivera, a "perseguirla" decía él. Y por consiguiente proclamaba: "Soy uno de los que más han contribuido a traer al pueblo español la República". Después se dio cuenta de lo que era el republicanismo del Frente Popular y sus "tiorras desgreñadas", decía.

Cuando el alzamiento de julio de 1936, se declaró a favor de los nacionales. Y el diario azañista Política proclama "la traición de Unamuno" y execra su "brillante escaparate y trastienda de mercader judío" (20.08.1936).

Unamuno dice en su “Mensaje de la Universidad de Salamanca a las Universidades y Academias del mundo acerca de la guerra civil española” (26.9.1936):

“La Universidad de Salamanca, que ha sabido alejar severa y austeramente de su horizonte espiritual toda actividad política, sabe asimismo que su tradición universitaria la obliga, a veces, a alzar su voz sobre las luchas de los hombres en cumplimiento de su deber de justicia.
Enfrentada con el choque tremendo producido sobre el suelo español al defenderse nuestra civilización cristiana de Occidente, constructora de Europa, de un ideario oriental aniquilador, la Universidad de Salamanca advierte con hondo dolor que sobre las ya rudas violencias de la guerra civil destacan agriamente algunos hechos que la fuerzan a cumplir el triste deber de elevar al mundo civilizado su protesta viril. Actos de crueldad innecesarios -asesinatos de personas laicas y eclesiásticas- y destrucción inútil -bombardeos de santuarios nacionales (tales el Pilar y la Rábida), de hospitales, escuelas, sin contar los sistemáticos de ciudades abiertas, delitos de lesa inteligencia, en suma, cometidos por las fuerzas controladas o que debieran estarlo por el Gobierno hoy reconocido de jure por los Estados del mundo… tales hechos, innecesarios e inútiles, son reveladores de que la crueldad y destrucción, o son ordenadas o no pueden ser contenidas por aquel organismo que, por otra parte, no ha tenido ni una palabra de condenación o de excusa que refleje un sentimiento mínimo de humanidad o un propósito de rectificación…
(Carlos Rojas. Diez figuras ente la guerra civil, Ed. Nauta SA., Barcelona, 1973).

El 15-09-1936, Unamuno había dicho en el periódico francés Le Matin:

“No hay gobierno en Madrid; hay solamente bandas armadas, que cometen toda clase de atrocidades posibles... Azaña nada representa… Es el gran responsable de lo que acontece. Cuando el movimiento surgió creyó que se trataba de un simple pronunciamiento. No comprendió que había un pueblo dispuesto a unirse al Ejército. Sólo pensó en el Frente Popular, sin tener en cuenta que los campesinos, los pequeños obreros, y los pequeños burgueses que vivían con dificultad eran más pueblo que los elementos del Frente Popular, y armó a unos hombres que, en el momento en que se encontraron con un fusil en la mano, se transformaron en bandidos”.
M. Rubio Cabeza, Los intelectuales españoles y el 18 de julio, 1975, ediciones Acervo, p. 64.

Y en declaraciones al periodista francés G. Sadoul (1.11.1936), dice Unamuno:

“Tan pronto como  se produjo el movimiento salvador del general Franco, me he unido a él… El Gobierno de Madrid me destituyó de mi cargo de rector, pero el Gobierno de Burgos me restableció mi función… El salvajismo inaudito de las hordas marxistas sobrepasa toda descripción; y los que dan el tono no son ni los socialistas, ni los comunistas ni los sindicalistas, ni los anarquistas, sino bandas de malhechores, de criminales natos, sin ninguna ideología… Es el régimen del terror. España está, literalmente, espantada de si misma… Si el miserable gobierno de Madrid no ha podido, ni ha querido resistir el empuje de la barbarie marxista, debemos tener la esperanza que el gobierno de Burgos tendrá el valor de oponerse a aquellos que quieren establecer otro régimen de terror… este movimiento salvador no era un movimiento de partido, ni un movimiento militar, sino uno profundamente popular… para unirse todos bajo la dirección de un jefe militar… Insisto en el hecho de que el movimiento a cuya cabeza se encuentra el general Franco tiende a salvar la civilización occidental cristiana y la independencia nacional".
(G. Cabanellas: La guerra de los mil días, Grijalbo SA., Buenos Aires, 1973). 

Al día siguiente (2.11.1936), dice Unamuno al periodista Nikos Kazantzakis:

“En este momento crítico del dolor de España, sé que tengo que seguir a los soldados. Son los únicos que nos devolverán el orden. Saben lo que significa la disciplina y saben como imponerla. No, no me he convertido en un derechista. No haga usted caso de lo que dice la gente. No he traicionado la causa de la libertad. Pero es que, por ahora, es totalmente esencial que el orden sea restaurado”.

Después, Unamuno rompió también con los nacionales tras protagonizar, en una charla que daba en Salamanca, un incidente con el general Millán Astray al que le gritó: "Venceréis, pero no convenceréis". Pudo salir de la sala sin más contratiempos, porque la esposa de Franco, que asistía a la charla, tomándole del brazo, le acompañó a la salida.

Menéndez Pidal huye del Madrid frentepopulista y se va a Estados Unidos.

Juan Ramón Jiménez se va a América. Un periodista norteamericano le pregunta: «¿Por qué se fue de Madrid?» «Salí de Madrid, simplemente para ser libre».

Benavente, el dramaturgo, declaró que en la zona del Frente Popular había estado sometido a hacer por la fuerza propaganda del bando republicano.

El historiador republicano Claudio Sánchez de Albornoz, catedrático de la Universidad de Madrid, Presidente de la República en el exilio, le dijo al periodista Luis Otero en 1975:

“Si llegamos a ganar la guerra nosotros, se hubiera establecido el comunismo en España... En agosto del 37 … me dice Azaña que “la guerra está perdida, pero si la ganamos, los republicanos tendremos que abandonar España, si nos dejan, porque el Poder quedará en manos de los comunistas”… Oiga se van a asustar cuando lean que yo no deseaba la victoria de la guerra civil, pero es cierto que tampoco la deseaba Azaña, hubiéramos tenido que marcharnos de España… Se van a escandalizar cuando lean que yo no deseaba el triunfo republicano, pero es verdad. Yo no he podido subirme al carro de los vencedores y
no he querido subirme al carro de los vencidos. Podría volver, pero sería una cochinada
Si Fanjul (general que mandaba el alzamiento en Madrid) se adelanta podía haberse apoderado de Madrid, fue una pena” (Personas, nº 74, 6-04-1975).

Y el propio Azaña, pensaba así de lo que había sido la política republicana de izquierdas en realidad:

"política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta",
dice en sus diarios.

Azaña una y otra vez trata a aquellos políticos izquierdistas de

"obtusos", "loquinarios", "botarates", "gente impresionable, ligera, sentimental y de poca chaveta",

insufribles por su

"inepcia, injusticia, mezquindad o tontería". "Zafiedad", "politiquería", "ruines intenciones", "gentes que conciben el presente y el porvenir de España según se los dictan el interés personal".
"No saben qué decir, no saben argumentar. No se ha visto más notable encarnación de la necedad. Me entristezco hasta las lágrimas por mi país, por el corto entendimiento de sus directores y por la corrupción de los caracteres. Veo muchas torpezas y mucha mezquindad, y ningunos hombres con capacidad y grandeza suficientes para poder confiar en ellos".

Tal vez excusándose, dice:

"Rodeado de imbéciles, gobierne usted si puede".

“Se hizo en Madrid un destrozo fabuloso de víveres… Quemar gasolina (gratis) y agotar almacenes fue la diversión mayor... el despilfarro que se hacía en los hospitales, sin provecho para los enfermos. Toda la parte ganadera de la provincia de Madrid fue arrasada… Era el placer del derroche, un signo de vida nueva”.
Azaña, Memorias de guerra, p. 232.

“Proliferan por todas partes los comités de grupos, partidos, sindicatos… Todos usurpan las funciones del Estado, al que dejan inerme y descoyuntado… un Gobierno paralítico”.
Azaña. OOCC, III, La velada de Benicarló, Madrid, Castalia, 1.974, p. 129.

“La democracia que había, se acabó al empezar la guerra. Porque el sistema imperante desde entonces no es la democracia. Es una revolución que no ha llegado a cuajar y solo a producir desorden”.
Azaña, Memorias de guerra, p. 281.

“El Gobierno apenas cuenta con fuerzas armadas; las sindicales tienen las armas en la mano”.
Azaña, Memorias de guerra, p. 81, 143 y 144.

“Histeria revolucionaria que pasa de las palabras a los hechos para asesinar y robar; ineptitud de los gobernantes, inmoralidad, cobardía, ladridos y pistoletazos de una sindical a otra… insolencia de separatistas, deslealtad, … explotación de la guerra para enriquecerse”.
OOCC, Oasis, México, 1966-68, IV, p. 575.

Azaña se convirtió al final de su vida refugiado en Francia y recibió los sacramentos de la Confesión y de la Extremaunción, administrados por el obispo de Montauban, poco antes de morir el 3 de noviembre de 1940, como publicó en México su cuñado Rivas Chérif.
Azaña pidió ver al obispo de Montauban, que le visitó efectivamente y que, años después, siendo obispo de Tarbes-Lourdes, reveló que Azaña murió en paz con Cristo.
En octubre de 1940 el obispo Théas de Montauban visitó varias veces a Azaña por cortesía, y a petición del propio Azaña. En una ocasión, según refiere el obispo:

“queriendo conocer los sentimientos íntimos del enfermo, le presenté un día el crucifijo. Con sus grandes ojos abiertos, luego húmedos de lágrimas, se fijó detenidamente sobre el Cristo de la cruz. Lo arrancó de mis manos y lo besó con amor, por tres veces, y decía cada vez: “Jesús, piedad, misericordia”.
“Este hombre tenía fe. Su primera educación cristiana no había sido inútil. Después de los errores, los olvidos, las persecuciones, la fe de su infancia y de su juventud, volvía a orientar los últimos días de su vida”,
escribió monseñor Théas (G. M. VERD, La conversión de Azaña, «Razón y Fe», núm. 1.058, dic. 1986, 420-434. ).

Aunque había dicho que España había dejado de ser católica, él no dejó de ser católico al final.

La conversión de Manuel Azaña

. Conversiones ..

Manuel García Morente quiso superar el positivismo para redescubrir la filosofía. El idealismo de Bergson tampoco le llenaba. En su búsqueda de armonizar vida y razón defendió que la cultura debía renovarse después de un proceso de interiorización para conocerse así mismo e intensificar la cultura. Su renovación estaría en el propio individuo.
García Morente criticó la identificación del progreso con el avance tecnológico, mientras la sociedad estaba perdida sin un horizonte donde orientarse. La velocidad del falso progreso había hecho perder el sentido de la vida y, por tanto, según la opinión de García Morente esta idea proveniente de la Ilustración había provocado un espejismo que había llevado a un retroceso y no a un avance del progreso del hombre. La solución sería clarificar la vida poniendo ésta insertada en los valores a seguir. Su conversión al catolicismo le ayudaría a definirlo con las virtudes del caballero cristiano, discrepantes de los valores burgueses de la sociedad restauracionista (Orella).
García Morente, Catedrático de Filosofía en la Universidad de Madrid antes de la guerra, no sólo se convirtió, sino que se hizo sacerdote después de la guerra.

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Entre los intelectuales y artistas partidarios de los nacionales se contaron Ramiro de Maeztu, Menéndez Pidal, Eugenio D'Ors, García Morente, Ortega, Unamuno al principio, Benavente, Azorín, Baroja, Rosales, Pemán, Manuel Machado, Pérez de Ayala, Dalí, Zuloaga, Gutiérrez Solana, Sert, Josep Pla, Valls Taberner, Ignasi Agustí, Wenceslao Fernández Flórez, Julio Camba, Risco, Foxá, Sánchez Mazas, Ridruejo, Laín, Neville, Torrente Ballester, Tovar, Montes, Cela, de la Serna, Rafael García Serrano, Ángel Mª Pascual, Pedro Muñoz Seca.

Entre los intelectuales y artistas partidarios del bando del Frente Popular figuran Picasso, Antonio Machado, Bergamín, Alberti, Miguel Hernández, Buñuel, León Felipe, Sender, Barea. Algunos de ellos crearon la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura dirigida por Bergamín, que es la organización que obligó a Ortega a firmar su manifiesto.
El poeta comunista Alberti llevaba en la revista El Mono Azul la sección "A paseo" contra los escritores a los que se llamaba fascistas o reaccionarios como preludio o epílogo de la práctica de darles el paseo como se llamaba a los asesinatos.

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Entre los intelectuales y literatos asesinados destaca García Lorca en la zona nacional. Miguel Hernández fue encarcelado por los nacionales después de la guerra y murió en la prisión, como Besteiro, el dirigente socialista que se opuso a la política de Negrín de sumisión al comunismo y de prolongación de la guerra, y que no quiso huir al exilio como Negrín. Leopoldo García-Alas, rector de la Universidad de Oviedo, hijo de Leopoldo Alas, Clarín, fue condenado a muerte en Consejo de Guerra y fusilado por los nacionales en 1937. El rector de la Universidad de Granada, Salvador Vila también fue detenido y fusilado por los nacionales.

El TC no anula en 2012 la condena a muerte en 1940 del poeta Miguel Hernández

En la zona del Frente Popular, fueron asesinados entre los intelectuales y escritores Pedro Muñoz Seca, Ramiro de Maeztu, Víctor Pradera, el padre García Villada, el también jesuita Ignacio Casanovas, Francisco Valdés.

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"Quiero hacer ver cómo la decepción general con todo de Ramón Gómez de la Serna le llevó a poner esperanzas en el franquismo, algo que le marginó definitivamente de la vida pública, de su fama y sus dineros. A pesar de que en sus biografías recientes se dice que se exilió por antifranquista, lo cierto es que todos los ramonianos sabemos que huyó de la barbarie de la república, y después sencillamente no vio clara la vuelta definitiva, pues su mundo había sido destruido en su ausencia y prefería desde ella recordarlo. Pero creo que es interesante este pequeño artículo:
http://www.galeon.com/razonespanola/re87-agu.htm
"...Ramón no ceja, capea como puede las dificultades y, en el cúmulo de notas dedicadas a España y a lo español, en su íntimo fichero de apuntes del viaje, escribe media docena referidas a Franco:

«Solo el invicto caudillo, sabio en España». «Ese héroe que él solo ha vencido a las fuerzas del mal que van a tardar años en vencer los otros pueblos». «Ese heroico Franco de cuya paz heroica todos están abusando para el mal». «Salvó a España del caos más repugnante del mundo». «Vino a verme un inteligente escritor y le conté la verdad, diciéndole que el único grande hombre que había visto en España había sido Franco». «Cuestión española. Conspiradores a favor de una monarquía que no tiene la principal gratitud que tiene que tener a quien la trajo»... "

En Automoribundia escribe:

«España no son algunos españoles ni, muchas veces, toda una generación. España espera y, con sólo esperar, la otra generación vuelve a ser España».

Y

«La Patria no es un himno sino un rezo, un silencio de paz profunda».

"Naturalmente, para quien sepa quién es Ramón esto significará algo" (dice menorquí 26 de diciembre de 2009 http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/varia-5499/ ).

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La revolución y la cultura

Cuando los incendios de Iglesias y conventos del 11 de mayo de 1931 en Madrid y en otras ciudades también se quemaron bibliotecas, colegios y obras de arte. Lo más dañino fue la permisividad del Gobierno republicano-socialista, en el que Azaña consiguió fácilmente abortar toda iniciativa de impedir los desmanes, proclamando: "Todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano".

En Málaga las autoridades republicanas permitieron la destrucción de valiosísimas obras de arte como El Cristo de la Buena Muerte de Pedro de Mena. Hoy todavía la gente denomina "el Cristo de Mena" al que llevan en procesión por Semana Santa los soldados de la Legión, pero desgraciadamente ese Cristo es una reproducción obra de Palma, el original sólo se puede ver en fotografías, como muchas otras obras de Mena y de otros excelsos escultores y pintores. Fueron aportaciones negativas de la República a la cultura, junto con su incapacidad para producir nada semejante a las obras de arte de generaciones anteriores a la República vinculadas a la Iglesia.

“Desde Madrid, los incendios cundieron los días siguientes por Andalucía y Levante, dejando un balance final de unos cien edificios destruidos, incluyendo iglesias, varias de gran valor histórico y artístico, centros de enseñanza como la escuela de Artes y Oficios de la calle Areneros, donde se habían formado profesionalmente miles de trabajadores; escuelas salesianas, laboratorios, etc. Ardieron bibliotecas como la de la calle de la Flor, una de las más importantes de España, con 80.000 volúmenes, entre ellos incunables, ediciones príncipe de Lope de Vega, Quevedo o Calderón, colecciones únicas de revistas, etcétera; o la del Instituto Católico de Artes e Industrias, con 20.000 volúmenes y obras únicas en España, más el irrecuperable archivo del historiador y paleógrafo García Villada, producto de una vida de investigación. Quedaron reducidos a cenizas cuadros y esculturas de Zurbarán, Valdés Leal, Pacheco, Van Dyck, Coello, Mena, Montañés, Alonso Cano, etcétera, así como artesonados, sillerías de coro, portadas y fachadas de gran antigüedad y belleza… Un desastre casi inconcebible, perpetrado por los ilustrados republicanos amantes de la “cultura”. Pero lo más revelador fue la reacción del Gobierno y de las izquierdas. Azaña paralizó en seco cualquier intento de frenar los disturbios, arguyendo: "Todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano". Alcalá-Zamora, jefe del Gobierno provisional, escribe con amargura en sus memorias: "La furiosa actitud de Azaña planteó, con el motín y el crimen ya en la calle, la más inicua y vergonzosa crisis de que haya memoria". Pero omite su propia actitud contemporizante y amedrentada, reseñada en cambio por Maura. A los pocos días, en una reacción final muy desmesurada cuando el mal estaba hecho, el Gobierno declaró el estado de guerra y movilizó al Ejército, cesando instantáneamente los desmanes. Unas pocas compañías de la Guardia Civil habrían bastado para impedirlos. Las izquierdas en general justificaron las tropelías atribuyéndolas "al pueblo", y culpando a las derechas por haber "provocado a los trabajadores" (Pío Moa, 18.04.2008 en su blog de LIBERTAD DIGITAL).

Azaña a su vez dice en sus Memorias que Miguel Maura había sido avisado cuarenta y ocho horas antes de lo que se preparaba, pero que hizo caso omiso. El propio Miguel Maura refiere esta confidencia en Así cayó Alfonso XIII.

En la quema de iglesias y de conventos del 11 de mayo de 1931, los edificios destruidos fueron cuarenta y uno en Málaga, veintiuno en Valencia y su provincia, once en Madrid, cinco en Jerez de la Frontera, cuatro en Sevilla; otros cuatro en Cádiz y en Murcia, dos en Algeciras y dos en Sanlúcar (Joaquín ARRARÁS, Historia de la Segunda República española, t. I págs. 73-100. Citado por don Jorge López Teulón, 19.04.2016, http://www.religionenlibertad.com/la-conferencia-de-metropolitanos-defendio-al-cardenal-segura-49094.htm ).

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Cuando la revolución de 1934 en Asturias:

El poeta comunista Rafael Alberti le dedicó un poema que terminaba de esta manera:

«Mi mano y mi corazón, / ¡contigo!, que Asturias grita, / como ayer: ¡Viva el Nalón / y viva la dinamita».

Dinamitaron los revolucionarios la Cámara Santa de la catedral, construida en el siglo IX por Alfonso II el Casto, para guardar en ella el arca de madera de cedro, cubierta con placas de plata sobredorada, de 0,70 metros de alta, 1,19 de larga y 0,93 de ancha, que contenía las reliquias que los cristianos habían traído de Jerusalén cuando los musulmanes invadieron Palestina y que al llegar a Asturias primero estuvo resguardada y escondida en una cueva del monte denominado Monsacro, en el concejo de Morcín, inmediato a Oviedo, para ser traída, según las antiguas crónicas, por el citado rey Alfonso II a la catedral que levantaba en la capital de su reino. También se guardaba en la Cámara Santa la Cruz de los Ángeles, símbolo de la ciudad de Oviedo. Arqueólogos alemanes e ingleses hacían patente su enorme preocupación y disgusto por lo ocurrido en la Cámara Santa y que calificaban de monstruosidad. Dictaminaron: «Ha sido una de las pérdidas más considerables que pudo acontecer en el mundo, porque España, que guardaba un tesoro artístico romano-bizantino, tenía su mejor representación en la Cámara Santa de Oviedo».

La Universidad de Oviedo fundada en el siglo XVI fue incendiada quedando sólo en pie los muros gruesos y la arquería del lado norte del patio. El incendio trajo consigo la destrucción de su biblioteca con la quema de unos 55.000 libros, 250 manuscritos, 66 incunables, valiosas obras impresas en el siglo XVI y muchos miles de libros de los siglos XVII y XVIII. Esto en la biblioteca general. Además destruyeron la biblioteca de la Facultad de Derecho, independiente de la general, que tenía unos 14.000 ejemplares. Destruyeron además cuadros de Zurbarán, de Ribera y de pintores del XVIII y XIX y muebles y tapices del siglo XVII.

Incendiaron también la biblioteca del Seminario que tenía 22.000 volúmenes entre los que se encontraban la colección completa de la Patrología de Migne, en griego y latín, una colección completa de todos los escolásticos, los comentarios del escriturista Juan Maldonado, todo el Cursus de la Universidad de Lovaina; ediciones magníficas de la Biblia, etc. También la biblioteca de los Dominicos que tenía unos 15.000 ejemplares.

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Los cuadros del Museo del Prado durante la guerra de España de 1936

Madariaga: "Lo acaecido con los cuadros del Museo del Prado fue uno de los mayores crímenes que contra la cultura española se han cometido jamás".

Los dirigentes del Frente Popular ordenaron sacar de Madrid, como habían hecho con el oro del Banco de España, las obras del Museo del Prado y muchas más de otros museos y de colecciones particulares. Las hicieron llevar azarosamente a Valencia y después a Cataluña camino del extranjero, a donde las sacaron en su huida a través de los Pirineos con grandes deterioros y enorme riesgo de que ya no volvieran. Por suerte para España, el gobierno de los vencedores consiguió hacerlas retornar después de la guerra. Incluso consiguieron recuperar de Francia obras perdidas antes de la guerra como la Dama de Elche y la grandiosa y excelsa Inmaculada de Murillo llamada la Inmaculada Soult por el nombre del mariscal que se la llevó cuando la invasión napoleónica. Fue algo providencial. Recuperar algo del extranjero, en especial de Francia, es casi milagroso.

El republicano antifranquista Salvador de Madariaga era funcionario de la Sociedad de Naciones, antecesora de la ONU, en la que ocupaba el alto cargo de presidente de la Oficina Internacional de Museos de la Sociedad de Naciones. Dictamina así sobre lo acaecido con los cuadros del Museo del Prado: “El cacareado salvamento de los cuadros del Prado, lejos de ser tal salvamento, fue uno de los mayores crímenes que contra la cultura española se han cometido jamás. Madrid poseía, quizá entonces, precisamente la mejor cámara subterránea del mundo para la protección de tesoros artísticos, recién terminada con arreglo a la técnica más moderna, a treinta metros de profundidad bajo el Banco de España. A los técnicos ingleses que visitaron España entonces se les enseñó un par de cuadros del Greco enmohecidos por la humedad para hacerles creer que esta cámara no era suficiente. A la sazón presidente de la Oficina Internacional de Museos de la Sociedad de Naciones, pude estudiar documentación suficiente para asegurar aquí que los cuadros del Museo del Prado no debieron haber salido nunca de Madrid, y que no hubieran salido de no haber predominado en el Gobierno de entonces la pasión política más miserable sobre el respeto a la cultura y al arte”.

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Durante la guerra (1936-1939), 20.000 iglesias fueron destruídas en la zona republicana del Frente Popular.

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Memoria histórica: Muñoz Seca

Por Alfonso Ussía La Razón, 26/02/2006.

Desde su ingreso en la cárcel y checa de San Antón, el 1 de agosto de 1936, Muñoz-Seca escribe a su mujer tres cartas y cuarenta y una tarjetas postales. Apenas se registran rasgos de humor en sus escritos. Como buen andaluz soporta mejor el calor que el frío. Por la brevedad del espacio en blanco de las postales, su correspondencia se limita a la exposición de sus necesidades. Ropa de abrigo, mudas, medicinas para su úlcera de estómago, agua mineral y latas de conserva. En casi todas las comunicaciones hace referencia a Dios. En veinte de las postales, para tranquilizar a los suyos dice «estar bien y haber engordado». Desde el 1 de agosto al 28 de noviembre, madrugada de su asesinato, perdió 29 kilogramos de peso. Peticiones en todas las postales de tranquilidad a su madre, que vive en el Puerto de Santa María. De repente, en una postal, un golpe de humor. Le pide a su mujer que le envíe a la cárcel una de sus bigoteras. Sus bigotes se desmoronan. «Estoy harto de meter los bigotes en la sopa del rancho». Y le llega la bigotera, recuperando su personalidad. Meses más tarde, en el alba de su fusilamiento, antes de ser empujado a la trasera del camión de la muerte, el miliciano «Dinamita» le ata las manos brutalmente a la espalda con un bramante que le alcanzaba las venas, y entre el alborozo de sus compañeros, con unas tijeras le cortó los bigotes. «Para donde vas, no te van a hacer falta». De esta forma, también humillaron su estética antes de asesinarlo.

El trayecto de San Antón a Paracuellos del Jarama, lugar en el que las expediciones de presos controladas por Santiago Carrillo se detenían para fusilar a los expedicionarios, lo hizo con las manos atadas. Allí fue liberado del bramante y le permitieron fumar un cigarrillo mientras presenciaba las primeras descargas contra inocentes de los amables pelotones del Frente Popular.

Muñoz-Seca pasó su cautiverio en el Departamento 2 de la planta baja de San Antón. Tiene al principio, como compañeros de celda, a ocho oficiales de la Armada, y a los hijos de l5 y 13 años de un oficial del Ejército de Tierra. También, en la misma celda, están confinados José Arizcun, el sacerdote Tomás Ruiz del Rey, Julián Cortes Cabanillas y el actor Guillermo Marín, padre del actual portavoz del Partido Comunista en la Asamblea de Madrid. Todas las tardes, con su melena blanca desvencijada, aparece por San Antón el escritor Pedro Luis de Gálvez, que debía a Muñoz-Seca múltiples favores. «A éste que nadie lo toque. A éste lo voy a matar yo personalmente, ¿verdad maestro?». Y Muñoz-Seca le respondía: «Honradísimo Gálvez, honradísimo».

En ABC, durante una «Noche de los Cavia», me contó Cayetano Luca de Tena. también compañero de checa de Muñoz-Seca, que sólo en una ocasión se lo encontró llorando. Fue el día en que supo que sus ocho compañeros de celda de la Armada y los hijos del oficial del Ejército habían caído en una de las primeras sacas. En aquella ocasión escupió en el rostro de sus carceleros, y éstos lo tumbaron de un puñetazo. En el Puerto, el hermano menor de Muñoz-Seca, José, hace gestiones con Vicente Alberti, hermano de Rafael, para que éste se interese por don Pedro. Alberti no se dio por enterado.

En las cartas de noviembre se adivina la desesperanza. Pero ya no le llegan a su mujer. Gracias a un diplomático mejicano, que hacía de correo de presos, la mujer de Muñoz -Seca recibiría esas postales y la última carta tres años después, en 1939. Se ahorró el sufrimiento. El 26 de noviembre es «juzgado» por un tribunal popular y condenado a muerte «por fascista, monárquico y enemigo de la República». El 27 es llamado por el director de la checa. En la madrugada del 28, se encierra en su celda con el sacerdote Tomás Ruiz del Rey. A las dos de la mañana, le escribe a su mujer la última carta. No le tiembla la mano y su caligrafía es perfecta.

«No te olvides de mi madre. Procura que Pepe mi hermano me sustituya en los deberes para con ella. Y tú, dile cuando la veas, que su recuerdo ha estado siempre conmigo. Nada tengo que encargarte para los niños. Sé que todos ellos, imitándome, cumplirán con su deber. Siento proporcionarte el disgusto de esta separación. Pero si todos debemos sufrir por la salvación de España, ésta es la parte que me ha correspondido. Benditos sean estos sufrimientos».

Después de las palabras de despedida, añade una posdata y la fecha. «Como comprenderás, voy muy bien preparado y limpio de culpas. 28 de noviembre».

Le quitaron la maleta, los abrigos, el reloj y sus objetos personales. Le cortaron los bigotes. Al llegar a Paracuellos fumó. Tiró el cigarrillo y dijo, «cuanto antes». Gritó «Viva España y viva el Rey» y su cuerpo se quebró con la descarga. El tiro de gracia se lo dio, con mucho talante, un oficial de las Brigadas Internacionales. Está enterrado en una fosa común de Paracuellos del Jarama.
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Muñoz Seca no perdió el humor, ni la vis cómica: a los que le iban a matar les dijo: "La vida podéis quitarme; pero el miedo, no". Además de ese castizo: «Honradísimo Gálvez, honradísimo», digna respuesta a su colega Gálvez cuando se pidió matarle personalmente.

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Ramiro de Maeztu, uno de los tres esenciales miembros de la Generación del 98, europeísta e izquierdista radical en sus comienzos, está borrado hoy de la lista de intelectuales por haberse convertido en católico consecuente y en español consecuente, también fue borrado del mundo de los vivos al principio de la Guerra de España de 1936. Fue fusilado el 29 de octubre de 1936. Sus últimas palabras fueron las dirigidas a sus asesinos:

«Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: ¡Para que vuestros hijos sean mejores que vosotros!».

Como expresan tan nobles palabras, Ramiro de Maeztu fue un héroe.

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El asesinato de García Lorca

El catolicismo español de García Lorca

Se publica en 2015 un informe policial de 1965 sobre el asesinato de García Lorca en 1936 que revela que, sobre las prácticas de homosexualismo que se le atribuían, "lo cierto es que no hay antecedentes de ningún caso concreto"

Un libro pone nombre y rostro a los asesinos de Lorca

Los restos de García Lorca no están en la fosa de Alfacar

García Lorca era partidario de una dictadura militar, según reveló Luis Rosales a Ian Gibson en 1966 y éste ocultó

A raíz del asesinato de Calvo Sotelo, García Lorca aterrorizado salió de Madrid en la noche del 13 de julio de 1936. Se fue a Granada a casa de su familia en la Huerta de San Vicente. Tras el Alzamiento, Granada quedó en manos de los nacionales sublevados, sitiados casi por los del Frente Popular. La presencia de patrullas de los nacionales en su residencia inquiriendo sobre sus actividades le indujo a refugiarse en casa del poeta Luis Rosales, que era falangista camisa vieja al igual que toda su familia y que le prestó protección y refugio.
Aprovechando una ausencia de los Rosales, se presentó en su casa, para capturar a García Lorca, Ramón Ruiz Alonso, antiguo miembro de la CEDA y ex-diputado, que, como otros neofalangistas o camisas nuevas, pugnaba por desbancar a los falangistas camisas viejas entre los que se contaban los hermanos Rosales. Cuando regresó Luis Rosales trató de liberar a García Lorca y protestó por escrito ante el Jefe Provincial de las milicias de la Falange, en funciones de gobernador civil, presentando la dimisión ante él de sus cargos en la Falange y exigiendo en el mismo escrito responsabilidades por la violación de su domicilio, de su hospitalidad y de su protección a García Lorca.
El hermano de Luis,
el también falangista José Rosales 'Pepiniqui', amigo de García Lorca, se personó en el Gobierno Civil para recriminar la acción al comandante Valdés.
Todo fue inútil. A García Lorca lo mataron enseguida. Probablemente, cuando Luis Rosales trató de rescatarlo, ya lo habían fusilado o bien por orden de ese jefe de las milicias falangistas, el comandante José Valdés Guzmán, o por iniciativa de ese mismo Ramón Ruiz Alonso, o de sus jefes.

Según Ian Gibson (en EL IDEAL de Granada, 24 de agosto de 2007), Ruiz Alonso siempre dijo cumplir órdenes del comandante Valdés, y éste a su vez del general Queipo de Llano, a quien atribuye dar «café, mucho café» a García Lorca, una frase que sentenciaba a muerte al poeta. Pero no está probada la confirmación de la orden de matar a García Lorca por parte del antiguo jefe golpista del Comité Revolucionario Republicano del Pacto de San Sebastián y descendiente del conde de Toreno, el general Queipo de Llano.

Gibson aprovecha la pertenencia de Ruiz Alonso a Acción Popular para culpar a la cúpula de Acción Popular, núcleo de la coalición de derechas, la CEDA, de haber sido la responsable del asesinato del poeta. Ruiz Alonso se afilió a la Falange tras el estallido de la guerra y trató de desplazar y dominar a los falangistas originarios, los camisas viejas, actuando con brutalidad.

En esto coincide Gibson con los que continuaron siendo falangistas después de la época de Franco, según los cuales el crimen cometido contra García Lorca es responsabilidad de la CEDA, como vemos en esta declaración de Patricio González de Canales que trae Ricardo de la Cierva en su Historia de la Guerra Civil publicada en Época: "García Lorca fue fusilado víctima de un pleito entre la Falange y la CEDA por el poder político. Como en efecto ocurrió el fusilamiento de García Lorca en el lugar más sagrado de la Falange en aquellos días, que era la casa de los Rosales, les concedió un triunfo a los cedistas".

En lo que coinciden todos es en cargarle el muerto a otros. Llamarle asesino a otro sin pruebas es una agresión. El victimismo es una agresión muy eficaz. Por eso se habla hoy de crímenes de la Guerra de España de 1936 (hace muchas décadas), para agredir actualmente de forma más dañina, aunque más hipócrita. Y por una razón más profunda en algunos casos, por la reacción que les produce a los más anticristianos la beatificación y canonización por la Iglesia de los mártires. Es una reacción de envidia de los bienes espirituales y de complicidad con los asesinos. Ellos lo pueden solucionar más sencillamente si no se autoexcluyen de esos bienes espirituales de los que no se excluye a nadie, sino que se ofrecen a todo el mundo, como se lo ofrecieron los propios mártires junto con su perdón de antemano.

Con Ruiz Alonso aparecen en la trama que condujo a la muerte a García Lorca los nombres de Juan Luis Trescastro, Luis García-Alix, Manuel Luna, el capitán Fernández y los hermanos Roldán. Estos últimos eran familiares del poeta y se consideraron insultados en La casa de Bernarda Alba. Juan Luis Trescastro se permitió decir en un bar a las pocas horas del crimen, según Gibson: «Acabamos de matar a García Lorca. Yo le metí dos tiros...».

No fue considerado un hecho meritorio, ni siquiera presentable. Tanto, que las hijas de Ruiz Alonso, las actrices Terele Pávez, Emma Penella y Elisa Montés, se cambiaron el apellido y con otra identidad hicieron su carrera artística en la época de Franco y en la siguiente. La más famosa fue la gran actriz de cine y teatro Emma Penella. Sólo a su muerte, acaecida el 27.08.2007 en Madrid a los 76 años de edad, se divulgó que era hija de Ruiz Alonso, el que realizó la detención que llevó a la muerte a García Lorca. También se divulgaron en 2007 a raíz de la muerte de Emma Penella los nombres de sus hermanas, con carreras artísticas aún en activo.

Así se publicó en la prensa:

El entierro de la actriz madrileña Emma Penella (El Verdugo de Berlanga), tuvo lugar el 28.08.2007, en el Cementerio de la Almudena de Madrid. Asistieron lógicamente sus hermanas, también actrices, Terele Pávez (Los santos inocentes, El día de la bestia) y Elisa Montés (La cuarta ventana, Verano azul). Ninguna de las tres lleva el apellido paterno, Ruiz, al que renunciaron hace mucho tiempo porque su padre era el obrero tipógrafo, Ramón Ruiz Alonso, ex diputado de la CEDA, que en agosto de 1936 capturó a Federico García Lorca, asesinado en la noche del 17 al 18 de agosto de 1936. Ninguna de las tres hermanas hablaba nunca del tema, alguna de ellas, como Terele, se declara izquierdista.

La verdad de los hechos podría encontrarse en el testimonio escrito que el ex-diputado de la CEDA dijo haber dejado tras su muerte y que podría estar en manos de sus hijas, las actrices Terele Pávez, Emma Penella y Elisa Montés, pero Gibson no ha logrado confirmar la existencia de un libro que Ruiz Alonso tituló 'Así se escribe la historia'. «Envié varias cartas a Emma Penella y a Terele Pávez, pero no he recibido contestación. Es un tema desagradable para la familia. Una vez más aparece el silencio y estaría bien que hablaran de lo ocurrido», declaró Gibson a un diario granadino (EL IDEAL de Granada, 24 de agosto de 2007).

El asesinato de García Lorca marcó la vida de Ruiz Alonso, quien, a la muerte de Franco en 1975, solicitó un visado para Estados Unidos y se trasladó a Las Vegas, donde se residía otra de sus hijas, Mari Juli. Desde entonces no se supo nada de más de él. Sólo que murió en 1978 allí en Estados Unidos.

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Cartel de Joan Miró, miembro del comité de ayuda a la República española en Francia

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Antonio Machado sin sectarismo

LD 2014-03-09

http://www.libertaddigital.com/chic/2014-03-09/jose-aguilar-jurado-antonio-machado-sin-sectarismo-70960/

Gran poeta también, pero inferior a Antonio, a cuya hondura no llegaba, Manuel Machado fue el mentor de Antonio. El poeta bohemio, modernista y un tanto calavera, que se llevó a su hermano pequeño, el taciturno Antonio, a París, a que se sacudiera el pelo de la dehesa. El que se lo llevaba a las tertulias de los cafés (donde el que hablaba y lucía era Manuel). El que firmó junto a Antonio un puñado de obras de teatro (a las que la crítica de hoy da un poco de lado, pese a que tienen una gracia costumbrista similar a la de esos otros hermanos sevillanos, los Álvarez Quintero).

Para los catetos andalucistas hay una cita del propio Machado en su Juan de Mairena:

–Según eso, amigo Mairena –habla Tortólez en un café de Sevilla–, un andaluz andalucista será también un español de segunda clase.
–En efecto –respondía Mairena–: un español de segunda y un andaluz de tercera.

Los poetas del 27, tan cosmopolitas y tan europeos ellos, despreciaron un poco a don Antonio, que les sonaba antiguo y un tanto retórico. Y no les faltaba razón. Pero es que ellos eran la vanguardia. Lo ultimito. Lo más chic. Y muchas de esas creaciones artificiosas del 27 (¡no todas, ni mucho menos!) están ahora en el olvido. Cosa que no pasa con la poesía de Antonio Machado, que hoy tiene una vigencia absoluta. Precisamente porque toca los universales líricos, y no se queda en la hojarasca de la moda. Y además, qué quieren que les diga: ese tono levemente pomposo y decimonónico de Machado, ese no querer inventarse la poesía en cada verso, ese no estar obsesionado por ser moderno a cualquier precio... todo eso hace que su poesía sea hoy, 75 años después de su muerte, tan cercana como si estuviera recién hecha. Cosa que no se puede decir de muchísimos poetas posteriores.

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Antonio Machado en sus años buenos y en su última fotografía, poco antes de morir en la derrota

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Aspectos culturales destacados del primer tercio del XX

El analfabetismo era masivo hasta el primer tercio del XX.

El regeneracionismo de Joaquín Costa tenía como lema "Escuela y despensa".

Paradójicamente el analfabetismo es vencido en la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), en la que se reduce a menos del 50% y en la dictadura de Franco (1936-1975), en la que se llega a la situación actual en que se puede considerar que está erradicado.

Años Millones de habitantes Millones de analfabetos %
1860 15'6 11'8 75'5
1877 16'6 11'97 72
1887 17'5 11'94 71'5
1897 18 11'8 63'8
1900 18'59 11'87 63'79
1910 19'99 11'86 59'39
1920 21'3 11'16 52'23
1930 23'67 10'5 44'47
1960 30'58 3'4 11'2
1970 33'95 1'9 5'7

En el primer tercio del siglo XX

La Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales se había creado en 1857

En 1900 como consecuencia del Plan de reforma del ministro García Alix la Facultad se dividió en cuatro secciones: Exactas, Físicas, Químicas y Naturales

Personajes de la cultura del primer tercio del siglo XX

Las generaciones literarias:

Los dramaturgos Echegaray y Benavente fueron premios Nobel de Literatura. También lo fueron los poetas Juan Ramón Jiménez y Aleixandre.

Pero el mejor poeta español es Verdaguer, que en su lengua catalana está en la cumbre absoluta de todos los literatos de las lenguas hispanas.

Aparte hay que destacar a Muñoz Seca con La Venganza de Don Mendo, divertidísima sátira de los ripios pseudopoéticos.
A los milicianos que lo iban a matar en 1936 les decía: "la vida podéis quitarme, pero el miedo no".

También destacan científicos como Ramón y Cajal y filósofos como Ortega y Gasset.

Las Bellas Artes

La prensa británica destaca el fraude de la foto del miliciano de Robert Capa

 

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