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La II República (1931-1936)
El bienio radical-cedista (1933-1935)
Las elecciones de noviembre de 1933 tras
el fracaso
de Azaña
habían sido ganadas por la derecha y el centro por una gran
mayoría (más de cinco millones de votos contra tres millones de
las izquierdas. (Véase gráfica referente a
Navarra).
A la mujer se le concede el
derecho a votar en las elecciones de 1933, como establecía la
Constitución de 1931. Aunque la aplicación de la disposición
constitucional a la ley electoral tropezó con una durísima
oposición de amplios sectores de los partidos de izquierda que
alegaban que el voto femenino era derechista mayoritariamente. Se
pudo aprobar en las Cortes porque algunos de los izquierdistas,
como Azaña, se dieron cuenta de que era impresentable votar en
contra y se abstuvieron.
En esas elecciones de 1933, el voto femenino será
mayoritariamente derechista, en efecto, y contribuyó a la
estrepitosa derrota de los socialistas y de Azaña y de los
demás izquierdistas.
El sistema electoral de la Segunda República
En las Cortes que surgen de
esas elecciones de 1933 aparece en primer lugar la CEDA, como
vencedora, con 115 diputados;
seguida del Partido Radical de Lerroux con 102, que se puede
considerar también casi de derechas porque su centrismo de
entonces era contrario al izquierdismo sectario de Azaña.
Son los dos únicos partidos grandes. No hay ningún otro cercano
a los 100 diputados.
Incluso el PSOE, que aparece con 58, perdiendo la mitad de los
que tenía, pasa a ser casi uno de los grupos pequeños.
Y los demás izquierdistas aún quedan mucho más reducidos:
Azaña casi se queda fuera del Parlamento, no se atrevió a
presentarse en la candidatura de su partido por Madrid por miedo
a quedarse sin escaño y se presentó en la candidatura de los
socialistas de Bilbao de su amigo Prieto, que le garantizaba al
menos un puesto de diputado.
El partido Acción Republicana de Azaña tiene 5 diputados, menos
aún que
su homóloga circunscrita a Galicia la ORGA de Casares Quiroga,
que tiene 6;
el partido Radical-Socialista, moderado de izquierdas, conserva
sólo 18;
Esquerra Republicana con 19 se mantiene bastante mejor, aunque
había sido sobrepasada por la Lliga.
Los grupos menores de la derecha aparecían muy incrementados:
los Agrarios tenían 36;
la Lliga, 24;
el PNV, que, aún siendo de derechas, seguía su acercamiento a
la izquierda, tenía 12;
TYRE tenía 37, sus siglas significaban Tradicionalismo y
Renovación Española (los monárquicos alfonsinos), y la alianza
de los carlistas y "los monárquicos" (los alfonsinos);
también la Falange obtenía representación y José Antonio
Primo de Rivera era diputado en esta legislatura.
El gobierno del
bienio radical-cedista
La izquierda derrotada en las urnas no admite que
gobierne la derecha. En virtud del planteamiento de Azaña de que
"por encima de la democracia está la República", y
que ésta ha de ser gobernada sólo por los republicanos,
entendiendo por tales a los de izquierda. El problema es que el
pueblo no les ha votado. Largo Caballero
dice que esto es una traición. Pero nunca ha importado el pueblo, lo importante siempre
ha sido lo que dicen las izquierdas.
También en 1933 la derecha acepta lo que le impone la izquierda y la CEDA de Gil Robles consiente en no gobernar, acepta que el gobierno sea del Partido Radical apoyado desde fuera por la CEDA. Por eso se llama al período bienio radical-cedista. Sus adversarios lo denominan el bienio negro.
El golpismo desde la
izquierda
Los izquierdistas preparan la
insurrección armada contra el gobierno de la República surgido
de las elecciones de 1933. De los varios proyectos
insurreccionales prevaleció el del PSOE, que pretendía dirigir
el golpe para hacerse contra el poder, pero Azaña estuvo en
primera línea. En el diario El Sol de 17.04.1934, se publicaban
sus palabras del día anterior en una reunión con sus seguidores
republicanos izquierdistas:
"Por encima de la Constitución está la República
y, aún más alta, se alza la Revolución".
Azaña intentó en julio de 1934 imponer su propio
proyecto golpista al PSOE y a los catalanistas de la Esquerra,
pero los socialistas no quisieron someterse y aquel golpe
fracasó.
Azaña para justificar su golpismo decía en julio de 1934:
Antes que ver la República convertida en sayones del
fascismo o del monarquismo preferimos cualquier catástrofe.
Pero cuando la guerra de 1936 declaraba su
consternación.
El jefe del socialismo Largo Caballero
propugnaba, ya en noviembre de 1933 en la localidad pacense de
Don Benito, el "como sea" y la bandera roja contra la
república:
«Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las
torres y en los edificios oficiales ondee no una bandera tricolor
de una Republica burguesa, sino la bandera roja
de la Revolución socialista» (El Socialista, 9-noviembre-1933).
Prosiguen los preparativos golpistas revolucionarios con la bandera del antifascismo: proclamarse "antifascistas" es situar a todos los que no entran en su alianza como fascistas y, como tales, condenarlos a la aniquilación política, después de aniquilarlos moralmente con esa etiqueta de fascistas y antes de eliminarlos físicamente.
Es emplear la palabra fascista en sentido dialéctico y no en sentido histórico. Fascismo en sentido histórico es lo referente al partido de Mussolini. Fascista dialécticamente es lo que llaman los izquierdistas a los que no se les someten y son críticos con ellos. "La dialéctica es el álgebra de la revolución".
Fascismo dialéctico y fascismo histórico
La Alianza Obrera Antifascista había surgido en Barcelona en 1933 y se extiende en 1934 por toda España con la colaboración del PSOE y de la UGT.
El PSOE prepara su golpe armado contra los ganadores de las elecciones:
"Sin embargo, yo creo que hay que organizar estas milicias. Hay que crear un ejército revolucionario que poder enfrentar con nuestros enemigos. Y es preciso organizarlo militarmente ... Es precisa esa militarización para defendernos, primero, y luego para conquistar el Poder." (Francisco Largo Caballero, 20 de abril de 1934).
También el Partido Comunista utilizaba la bandera y el pretexto aglutinante del antifascismo: en 1933 organiza su organización armada con el nombre de MAOC, Milicia Antifascista de Obreros y Campesinos.
Los izquierdistas, derrotados en las urnas, aumentaron cada vez más sus exigencias, impidieron todo acuerdo y, ante la debilidad del gobierno patentizada en sus concesiones, lo atacaron cada vez más llamándole fascista, tanto más, cuantas más concesiones hacía.
Los que gobiernan del Partido Radical van manteniendo la República, y se limitan a ralentizar las medidas más virulentas y anticlericales del bienio anterior o a no aplicarlas.
LA
REVOLUCIÓN DE 1934 (golpe armado de la izquierda a la república con
especial importancia en Asturias y en Barcelona)
El anuncio de que va a haber tres ministros de la CEDA en el
gobierno es utilizado por la izquierda, la conjunción
republicano-socialista, para lanzarse a la insurrección armada.
La realizan en nombre del antifascismo en la acepción
dialéctica de esta palabra, la que utiliza la Komintern para
aniquilar a los que no se someten al marxismo.
El Socialista llegó a publicar que
«transigir con la Ceda es conformarse buenamente con la
restauración borbónica ... ¿Se avienen a eso los republicanos?
Nosotros, no».
Citado por el socialista Juan-Simeón Vidarte en El bienio
Negro y la insurrección de Asturias, Ediciones Grijalbo,
Barcelona-Buenos Aires-México D.F. 1978, pág. 239.
El Gobierno formado el 4 de octubre de 1934,
fue el siguiente: Presidencia, Alejandro Lerroux (radical);
Estado, Ricardo Samper (radical); Guerra, Diego Hidalgo (radical);
Justicia, Rafael Aizpún (CEDA); Marina, Juan
José Rocha (radical); Hacienda, Manuel Marraco (radical);
Gobernación, Eloy Vaquero (radical); Instrucción, Filiberto
Villalobos (liberal demócrata); Trabajo, José Oriol Anguera
de Sojo (CEDA); Obras Públicas, José María Cid (agrario);
Comunicaciones, César Jalón (radical); Agricultura, Manuel Jiménez
Fernández (CEDA), Industria y Comercio, Andrés Orozco
(radical) y ministros sin Cartera, José Martínez de Velasco (agrario)
y Leandro Pita Romero (independiente).
Y Alejandro Lerroux, manifestaba que la política a seguir por el
Gobierno iba a ser el «olvido de los agravios, cordialidad
republicana, respeto a la Constitución y mantenimiento de la ley
para consolidar la República; autoridad máxima para bien del
orden público y defensa de los obreros, siempre que estos se
muevan dentro de la legalidad». Diario La Voz de Asturias,
5 octubre 1934, 1ª página. [El Catoblepas número
32 octubre 2004; http://nodulo.org/ec/2004/n032p10.htm#kn04].
Estalla en octubre de 1934 la insurrección
planificada como guerra civil, y protagonizada por el PSOE, la
Esquerra, los comunistas y parte de los anarquistas.
El PNV pareció a punto de participar también, pero esperó un
par de días a ver quiénes ganaban, y al ver que no eran los
golpistas, se abstuvo.
Más imprudentes resultaron los republicanos, que se precipitaron
a anunciar su apoyo político a la rebelión, para luego hacerse
los olvidadizos.
Preparada en toda España, la falta de entendimiento en muchos sitios con la CNT y la carencia de apoyos populares masivos hizo que, excepto en dos lugares, sólo se manifestase en que los insurrectos fueron al choque con las fuerzas del orden y en que cometieron múltiples asesinatos.
Pero en Asturias
fue una cruenta revolución, la más virulenta y catastrófica de
Europa Occidental hasta esa fecha, y el gobierno tuvo que
afrontar una verdadera guerra para controlar la situación.
Funcionó en Asturias el acuerdo entre la UGT
socialista y la CNT anarquista; el PSOE introdujo armas y los
mineros manejados por esas centrales sindicales se adueñaron de
la situación; se apoderaron de los explosivos de las minas y de
las fábricas de armas y de explosivos. Formaron
el Ejército Rojo Asturiano con unos 30.000
sindicalistas. Cometieron
asesinatos en especial de eclesiásticos. El gobierno puso el
mando central del ejército de la República en manos del general
Franco, el cual tuvo que enviar unidades militares con el general
López Ochoa al frente, las cuales consiguieron finalmente
dominar la zona. Hubo unos 1.000 muertos; de ellos, alrededor de
800 en acción de guerra, 256 gubernamentales y más de 500
revolucionarios; y unos 100 asesinados por los insurrectos y
otros 80 por algunos de los agentes de la represión.
Quedaron 15.000 prisioneros entre los mineros de la UGT y de la
CNT insurrectos vencidos.
En Barcelona, fue el propio presidente de la Generalidad, Companys, sucesor de Maciá, quien el 6.10.1934, proclamó el Estat Catalá, rompiendo así el Estatuto de Autonomía de Cataluña, además de la Constitución de la República, como una manera de situarse en rebeldía frente al gobierno general de España, esperando derribarlo así:
"Catalanes: Las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo a esta parte pretenden traicionar a la República han logrado su objetivo y han asaltado el poder. Los partidos y los hombres que han hecho públicas manifestaciones contra las menguadas libertades de nuestra tierra, los núcleos políticos que predican constantemente el odio y la guerra a Cataluña, constituyen hoy el soporte de las actuales instituciones (...).
En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del parlamento, el gobierno que presido asume todas las facultades del poder en Cataluña, proclama el Estado Catalán de la República Federal Española, y al establecer y fortificar la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña el gobierno provisional de la República, que hallará en nuestro pueblo catalán el más generoso impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una República Federal libre y magnífica".
Pero no se le unieron ni el
ejército, aunque estaba en Cataluña al mando del general Batet,
republicano izquierdista, ni los anarquistas de la CNT.
A los anarquistas y a Batet, el Estat Catalá les sonaba
como algo ajeno.
Los golpistas de la Generalidad con Companys a la cabeza fueron
rápidamente derrotados y encarcelados. Y suspendido el Estatuto
de autonomía de Cataluña.
Hubo 46 muertos en Barcelona y algunos más en otras localidades
catalanas y fueron incendiadas toda una serie de iglesias. La misma noche del 6 de octubre de 1934 asesinaron a
Mosén Josep Morta, párroco de Navàs, incendiaron el templo
parroquial, al igual que profanaron y quemaron los templos de
Villafranca del Panedés, Villanueva y Geltrú, Morell,
Castellvell de la Marca y Sant Jaume dels Domenys.
El seis de octubre de
1934 tiene un amplio significado en la historia de la
rauxa desconectada de la sensatez.
En esa fecha Companys, presidente del gobierno autónomo de la
Generalidad de Cataluña tiró por tierra la
autonomía de Cataluña y su propia jefatura del gobierno de la
Generalidad, yendo a parar a la cárcel, al sublevarse, aliado
con los golpistas del PSOE, contra el gobierno de la II
República española, porque no admitía que gobernasen en
España las derechas vencedoras en las elecciones del
año anterior. El 6.10.1934, Companys proclamó el Estat
Catalá de la República Federal Española, rompiendo así
el Estatuto de Autonomía de Cataluña, además de la
Constitución de la República, como una manera de situarse en
rebeldía frente al gobierno general de España, esperando así
derribarlo.
Esa sublevación del 6 de octubre de 1934 ocasionó la
suspensión del Estatuto de Autonomía que tenía en aquel
entonces Cataluña y el encarcelamiento de todo el gobierno de la
Generalidad con Companys a la cabeza.
Un seis de octubre significa tirar por tierra
los propios catalanistas a Cataluña, su autonomía, su libertad.
Un 6 de octubre en Barcelona significa tirarlo todo por
tierra.
La
rauxa se suele presentar, en una
contraposición maniquea, como contraria a la sensatez, a la mesura, a la cordura, a la ponderación, al tiento, al tacto, a la serenidad, a la ecuanimidad, a la cautela, a la discreción, al juicio, al buen sentido, al sentido común, al aplomo, a la precaución, a la circunspección, a la seriedad, a la madurez, a la formalidad, etc., etc., en una palabra, al seny. En realidad, la rauxa
sí que tiene traducción, es el entusiasmo, que no es
malo, sino bueno, si no se separa y contrapone a la
mesura, porque lo humano es llevar unidos la
cordura y el entusiasmo, el seny y la
rauxa juntos. |
CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN DE 1934
La izquierda proporciona una
victoria total a la derecha.
La derecha no establece el fascismo, ni la dictadura, ni la
monarquía, sino que mantiene la Constitución de 1931.
La izquierda ha roto la Constitución de 1931.
La Esquerra Republicana ha roto además el Estatut y ha provocado
la pérdida de la autonomía de Cataluña, al quedar en suspenso
dicho Estatuto.
La derecha mantiene y consolida la República frente al
intento de la izquierda de conseguir el poder, aunque fuese
derribando la República.
La CEDA sigue sin atreverse a
gobernar como le exigía el ser el grupo mayor en las Cortes.
Alcalá Zamora, que rivaliza con ellos en
conseguir el apoyo del electorado derechista y quiere seguir
ligado a los izquierdistas, se lo impide sin muchas dificultades.
Todo lo más a lo que se atreve la CEDA es a aumentar la
presencia de sus miembros en el gobierno: en mayo de 1935,
entraban 5 ministros de la CEDA en el Gobierno, entre ellos Gil
Robles, pero sin asumir la presidencia que seguía en el partido
de Lerroux.
La derecha no establece una legislación "reaccionaria",
ni antisocial. Pero no se entera de que en los objetivos
insurreccionales no se trataba de eso, de preocuparse por los
desfavorecidos, sino de utilizarlos para hacer la revolución.
Las organizaciones que han protagonizado la acción armada, como
son de izquierda, no son ilegalizadas. Y aún siguen hablando
dogmáticamente de la democracia como si fueran sus propietarios
y diciendo y decidiendo quién es demócrata y quién no.
Los radicales son impulsados por su cabecilla Lerroux a ser
"los defensores y rehabilitadores del socialismo
derrotado". No se daba cuenta Lerroux de que los
directivos del PSOE, como siempre, iban a buscar el poder por
encima de todo y, de momento, pasando por encima del cadáver
político del propio Lerroux.
La izquierda prepara la revancha y de ahí se
desembocará en la guerra de 1936 y, superpuesta
a ella, en otra revolución inmensamente más cruenta
aún, con su correspondiente represión
muchísimo más sangrienta también.
Hubo unos 1.400 muertos en 26
provincias incluyendo los 1.000 de Asturias, ocasionados por la
insurrección.
En Vizcaya y Guipúzcoa hubo más de 40 muertos, entre ellos
algunos dirigentes locales carlistas de Eibar y Mondragón
asesinados por los izquierdistas y el diputado tradicionalista
Marcelino Oreja Elósegui, que fue conducido a la Casa del Pueblo
de Mondragón donde fue asesinado.
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Alcalá Zamora impone el
indulto de los jefes militares de la insurrección de la
Generalidad de Cataluña. Y de esa forma el gobierno tampoco
impulsa ya ningún otro castigo de personajes políticos. Hay al
final 4 ejecutados de último rango entre los insurrectos de
Asturias, como el sargento Diego Vázquez,
que desertó con las armas en la mano para pasarse a los
revolucionarios, y el minero Jesús Argüelles «El Pichilatu»,
que mandó el pelotón que fusiló a ocho guardias civiles. Ambos
fueron condenados a muerte en Consejo de Guerra y fusilados el 2
de febrero de 1935.
La impunidad fue el primer paso para el viraje
hacia la revancha de la derrota de esa insurrección y
guerra de 1934.
Para esa revancha, las izquierdas utilizaron el victimismo,
proclamando engañosamente que había miles y miles de víctimas
de la represión,
y que los 15.000 prisioneros debían ser liberados.
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Cuando la revolución de 1934 en Asturias:
El poeta comunista Rafael Alberti le dedicó un poema que terminaba de esta manera:
«Mi mano y mi corazón, / ¡contigo!, que Asturias grita, / como ayer: ¡Viva el Nalón / y viva la dinamita».
Dinamitaron los revolucionarios la Cámara Santa de la catedral de Oviedo, construida en el siglo IX por Alfonso II el Casto, para guardar en ella el arca de madera de cedro, cubierta con placas de plata sobredorada, de 0,70 metros de alta, 1,19 de larga y 0,93 de ancha, que contenía las reliquias que los cristianos habían traído de Jerusalén cuando los musulmanes invadieron Palestina y que al llegar a Asturias, primero estuvo resguardada y escondida en una cueva del monte denominado Monsacro, en el concejo de Morcín, inmediato a Oviedo, para ser traída, según las antiguas crónicas, por el citado rey Alfonso II a la catedral que levantaba en la capital de su reino. También se guardaba en la Cámara Santa la Cruz de los Ángeles, símbolo de la ciudad de Oviedo. Arqueólogos alemanes e ingleses hacían patente su enorme preocupación y disgusto por lo ocurrido en la Cámara Santa y que calificaban de monstruosidad. Dictaminaron: «Ha sido una de las pérdidas más considerables que pudo acontecer en el mundo, porque España guarda un tesoro artístico romano-bizantino, que tenía su mejor representación en la Cámara Santa de Oviedo».
La Universidad de Oviedo fundada en el siglo XVI fue incendiada quedando sólo en pie los muros gruesos y la arquería del lado norte del patio. El incendio trajo consigo la destrucción de su biblioteca con la quema de unos 55.000 libros, 250 manuscritos, 66 incunables, valiosas obras impresas en el siglo XVI y muchos miles de libros de los siglos XVII y XVIII. Esto en la biblioteca general. Además destruyeron la biblioteca de la Facultad de Derecho, independiente de la general, que tenía unos 14.000 ejemplares. Destruyeron además cuadros de Zurbarán, de Ribera y de pintores del XVIII y XIX y muebles y tapices del siglo XVII.
Incendiaron también la biblioteca del Seminario que tenía 22.000 volúmenes entre los que se encontraban la colección completa de la Patrología de Migne, en griego y latín, una colección completa de todos los Santos Padres y los escolásticos, los comentarios del escriturista Juan Maldonado, todo el Cursus de la Universidad de Lovaina; ediciones magníficas de la Biblia, etc. También la biblioteca de los Dominicos que tenía unos 15.000 ejemplares.
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Prieto confesó su responsabilidad en los hechos de la revolución de 1934 como culpabilidad. Dijo en el Círculo Cultural Pablo Iglesias, de México, el 1º de mayo de 1942:
«Me declaro culpable ante mi
conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de
mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro,
como culpa, como pecado, no como gloria. Estoy exento de
responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo
plena en su preparación y desarrollo. Por mandato de la minoría
socialista, hube yo de anunciarlo sin rebozo desde mi escaño del
Parlamento. Por indicaciones, hube de trazar en el Teatro
Pardiñas, el 3 de febrero de 1934, en una conferencia que
organizó la Juventud Socialista, lo que creí que debía ser el
programa del movimiento. Y yo algunos que me están
escuchando desde muy cerca, saben a qué me refiero acepté
misiones que rehuyeron otros, porque tras ellas asomaba, no sólo
el riesgo de perder la libertad, sino el más doloroso de perder
la honra. Sin embargo las asumí».
Indalecio Prieto, Discursos en América. Confesiones y
rectificaciones, Fundación Privada Indalecio Prieto, 1991.
Editorial Planeta, Barcelona 1991, págs. 112 y 113.
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El republicano antifranquista Salvador de Madariaga escribió que «con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936». (Salvador de Madariaga, España, Espasa-Calpe, Madrid 1979.14ª edic., pág. 363. ).
El también republicano antifranquista Claudio Sánchez-Albornoz dictaminó: «la revolución de Asturias y el movimiento de Barcelona dieron una estocada a la República que acabó a la postre con ella». (Prólogo del libro de José Tarín-Iglesias, La rebelión de la Generalidad, Plaza & Janés Editores, Barcelona 1988, pág. 12.), y lo reiteró: «La revolución de octubre, lo he dicho y lo he escrito muchas veces, acabó con la República». (Claudio Sánchez-Albornoz, Mi testamento histórico-político, Editorial Planeta, Barcelona 1975, pág. 44).
Y Julián Marías: «La República murió entonces. Fue la negación de la democracia, el no aceptar el resultado de unas elecciones limpísimas». (Diario La Nueva España, 6 junio 1996, pág. 54).
Marañón dejó escrito: «La sublevación de Asturias en octubre de 1934 fue un intento en regla de ejecución del plan comunista de conquistar España». (Gregorio Marañón, Obras completas, tomo IV, Espasa Calpe, Madrid 1968, pág. 378).
José Maldonado, que fue presidente de la República en el exilio, dijo que «si en España había una democracia no era legítimo que se preparara una subversión y es un error frente a una República democrática preparar una revolución social, que desde el principio está condenada al fracaso». (Diario La Voz de Asturias, 5 octubre 1984, pág. 30).
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FINAL DEL BIENIO
RADICAL-CEDISTA
El escándalo del estraperlo consistente en la denuncia de que
dos aventureros internacionales, Strauss y Perl, habían hecho
unos regalos como soborno a algunos miembros del Partido Radical
para conseguir la autorización para introducir sus máquinas de
juego en España. (Prevaricación mediante cohecho).
La utilización del escándalo del estraperlo para hundir a
Lerroux, se produjo a iniciativa de Prieto y Azaña secundada por
el Presidente de la República, Alcalá Zamora que le dio estado
oficial.
Tras la dimisión de Lerroux. Alcalá
Zamora aprovechó la crisis para nombrar,
en diciembre de 1935, a Portela
Valladares presidente del Gobierno, y para disolver las
Cortes convocando nuevas elecciones para febrero de 1936.
Alcalá Zamora pretendía
ocupar el espacio de centro por medio de Portela Valladares,
captando los votos que antes iban al Partido Radical, que para
eso había sido hundido.
Niceto Alcalá-Zamora durante el bienio social-azañista no se
había atrevido a entrometerse en las labores gubernamentales de
Azaña, pero se creía con derecho a inmiscuirse en las del
gobierno de centro derecha. Su ambición, desde el principio
mismo de la república, había sido mandar en España con el
régimen republicano dirigido por él mediante una gran fuerza
conservadora. Esa aspiración se había hundido por su inacción
ante la oleada de incendios de iglesias, conventos, bibliotecas y
escuelas en mayo de 1931. Entonces había perdido su prestigio
ante la opinión de derechas. Sin embargo, él persistía en la
vieja intención tuteladora, que le impulsaría a decisiones
catastróficas. Tenía además otra debilidad, muy similar a la
de Romanones, a cuyo lado había crecido políticamente: el
miedo a ser tildado de reaccionario por las
izquierdas, lo cual le llevaba a graves claudicaciones.
Funciona en don Niceto Alcalá Zamora el polinomio miedo+simpatía+ambición+resentimiento.
El chantaje también tiene un gran papel en la política contemporánea. Cuando aparecen publicadas "revelaciones" contra un político es señal de que a algo que se le exige se está negando y que puede ser que en su pasado algo malo demuestren las "revelaciones", pero que son un indicador de que a algo peor se resiste en el presente.
Strauss y Perl intentaron chantajear a Lerroux
con la amenaza de revelar a Prieto y Azaña los regalos (sobornos,
cohecho) realizados a ciertos personajes del Partido Radical.
Así lo hicieron, señal de que Lerroux no accedió a lo que le
exigían Strauss y Perl.
Entre Azaña, Prieto y Alcalá Zamora destruyeron el Partido
Radical, pero así eliminaban una de las pocas fuerzas
republicanas. Los otros escasos puntales republicanos, que eran
ellos mismos, quedarían inutilizados poco después.
No es extraño que la II República durase tan escaso tiempo y
terminase en tragedia.
Lerroux republicano y masón acabó por recoger en sus escritos
un dicho de la Restauración: No todos los republicanos son
canallas, pero casi todos los canallas son republicanos.
La palabra estraperlo quedó después en
castellano con el significado de mercado negro, no con el inicial
de prevaricación (ilegalidad intencionada) mediante cohecho (soborno).
Comprar de estraperlo, vender de estraperlo, significaba comprar
o vender en el mercado negro en la década de escasez de los
años 40 en la postguerra.
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