Aportaciones urgentes a la teología de la historia: el reino de Dios...Escritos 2022..... Escritos 2021....Artículos......Textos 2022 ....Textos 2021....Textos....Fátima....INDEX.

El error fatal del que habla Ratzinger en octubre de 2022

Jesucristo anunció el reino de Dios y efectivamente vino el reino de Dios que es su Iglesia, nuestra Santa Madre Iglesia Católica Jerárquica, como la denominaba san Ignacio de Loyola, y la Iglesia del siglo XXI celebra la fiesta solemne de Cristo Rey

Aunque ciertamente, como explica Canals (en el Curso de teología de la Balmesiana 2001-2002, 3º. 1), hay una sutil y misteriosa distinción entre Iglesia y Reino de Dios es sólo una distinción conceptual o de razón que no invalida la indisoluble unidad entre Iglesia y Reino de Dios, ni hace "que el Reino de Dios sea una cosa y la Iglesia sea otra". Porque la Iglesia es la reunión de los convocados por Dios en torno a su Hijo para recibir el anuncio del Reino de Dios y el mandato de propagarlo. Y es ya Reino de Dios como semilla y comienzo; y lo es para instaurar el Reino de Dios en las personas y en la sociedad en todas sus dimensiones de manera que se rijan por la voluntad de Dios.
Dos conceptos distintos:
uno el concepto de Iglesia como reunión por la voluntad divina para recibir el anuncio del Reino de Dios y comenzar a propagarlo; y otro el concepto de Reino de Dios como realización progresiva de la voluntad de Dios en todas las cosas personales y sociales.

La Iglesia es para instaurar el Reino de Dios en su plenitud en la Tierra. Fue el papa san Juan Pablo II el que enseñó esta distinción meramente conceptual entre Iglesia y Reino de Dios y a la vez su indisoluble unión entre ambos y con Cristo:

La Iglesia "no es fin para sí misma, ya que está ordenada al Reino de Dios, del cual es germen, signo e instrumento. Sin embargo, a la vez que se distingue de Cristo y del Reino, está indisolublemente unida a ambos. Cristo ha dotado a la Iglesia, su Cuerpo, de la plenitud de los bienes y medios de salvación; el Espíritu Santo mora en ella, la vivifica con sus dones y carismas, la santifica, la guía y la renueva sin cesar (Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 4)" (Redemptoris Missio, 18).

(leer más)

Declaración Dominus Iesus elaborada por la Congregación para la doctrina de la Fe presidida por Ratzinger y ratificada por el Papa san Juan Pablo II con su autoridad apostólica

La misión (de la Iglesia) es dar su juicio moral incluso sobre cosas que corresponden al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona y la salvación de las almas, utilizando sólo aquellos medios que son conformes al evangelio y al bien de todos”.
Compete a los fieles laicos participar activamente en política, siempre coherentes con las enseñanzas de la Iglesia, compartiendo razones bien fundadas y grandes ideales en la dialéctica democrática, en la búsqueda de amplios consensos”.
(Benedicto XVI ante la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para los Laicos en el Palacio Apostólico del Vaticano el 21/5/2010).

El propio Benedicto XVI proclamó que la Iglesia es para proclamar el reino de Dios en su plenitud en la tierra para que todas las naciones lleguen a ser Pueblo de Dios:

"Cristo llama, justifica, santifica y envía a sus discípulos a anunciar el Reino de Dios, para que todas las naciones lleguen a ser Pueblo de Dios".
(Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Misiones de 2009).

Pío XI anunció ya en 1923 que la Iglesia está destinada a abarcar a todos los pueblos en la plenitud de los tiempos:

"Sabemos que la Iglesia de Dios, constituida por su admirable designio para ser en la plenitud de los tiempos como una inmensa familia que abarque a todo el género humano, es notable, por institución divina, tanto por su unidad ecuménica, como por otras notas que la caracterizan" (Pío XI, Encíclica Ecclesiam Dei, 1923) https://www.vatican.va/content/pius-xi/it/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19231112_ecclesiam-dei.html

Esta plenitud de los tiempos, referida ya por san Pablo a Jesús, el Verbo hecho carne, es el núcleo de la nueva escatología, en cuyo umbral nos puso el Sagrado Concilio Vaticano II y que el Catecismo de 1992 nos hizo ya pasar ese umbral, como dice Canals (La doctrina escatológica del Vaticano II en el Catecismo de la Iglesia católica, Cristiandad, Barcelona, mayo de 1993):

«Hablando ante el Papa Pablo VI, en marzo de 1976, el entonces cardenal arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, en unos ejercicios espirituales después publicados bajo el título de Signo de contradicción, »afirmaba que «nos encontramos hoy en los umbrales de una nueva escatología».
(1. Karol Wojtyla, Signo de contradicción, Madrid, 1979, pág. 33).
»En aquella misma ocasión expresó en qué puntos el Concilio Vaticano II aportaba un nuevo desarrollo y perspectiva, que venía a perfeccionar los temas hasta ahora tratados usualmente en relación a los «novísimos».

«El Concilio habla de la índole escatológica de la Iglesia peregrinante y de su unión con la iglesia celestial (Lumen Gentium 48-51)... »en la escatología conciliar de la Iglesia y del mundo predomina la verdad de la renovación de todas las cosas en Cristo (cf. Ef 1, 10), de los nuevos cielos y de la nueva tierra (cf. Is 65, 17; Ap 21, 1), »anticipada en cierto modo en el misterio pascual de Jesucristo (cf. 1 Cor 5, 7). Es esta verdad sobre el carácter de la Iglesia la que prepara el mundo a la renovación ya iniciada en Cristo (cf. Col 3, 10; Ap 21, 2-5). »Con la Encarnación del Verbo eterno, el mundo y la humanidad llevan en sí el germen de la plenitud de los tiempos (cf. Ef 1, 10). He aquí la concepción esencial de la escatología conciliar.
»La plenitud de los tiempos ha llegado, pues, a nosotros (cf. 1 Cor 10, 11), y la renovación del mundo está irrevocablemente decretada y en cierta manera se anticipa realmente en este siglo» (Lumen gentium, 48).
(2. Karol Wojtyla, Signo de contradicción, Madrid, 1979, págs. 196-197).

......

»Tengo por evidente que la renovación de la escatología iniciada por el Concilio Vaticano II, decisivamente impulsada por el nuevo Catecismo, nos lleva a una comprensión esperanzada del «acabamiento» del Reino, »ya presente en la Iglesia, con el advenimiento del Rey a la tierra con gran poder y gloria.
»Si el entonces Arzobispo de Cracovia, el Cardenal Karol Wojtyla pudo decir hace algunos años [marzo de 1976]: «estamos en los umbrales de una nueva escatología», parece que ahora tendríamos que reconocer que »ya ha sido sobrepasado este umbral con los textos del nuevo Catecismo [en octubre de 1992, promulgado por san Juan Pablo II].

Como Señor, Cristo es también la cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo. Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido así su misión, permanece en la tierra en su Iglesia…
La Iglesia, o el reino de Cristo presente ya en misterio, constituye el germen y el comienzo de este reino en la tierra. Desde la ascensión, el designio de Dios ha entrado en su consumación. Estamos ya en la última hora.
El reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no está todavía acabado con gran poder y gloria con el advenimiento del Rey a la tierra. Este reino aún es objeto de los ataques del poder del mal, a pesar de que estos poderes hayan sido vencidos en su raíz por la Pascua de Cristo. Hasta que todo le haya sido sometido, y mientras no haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa.
Ella misma vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestación de los hijos de Dios. Por esta razón, los cristianos piden, sobre todo en la Eucaristía, que se apresure el retorno de Cristo cuando suplican: Ven, Señor Jesús.
Catecismo de la Iglesia católica, 668–671.
Exposición de la fe y de la doctrina de la Iglesia católica promulgada por san Juan Pablo II en el año 1992 y cuya versión latina oficial se publicó el día 15 de agosto de 1997.
(Magnificat de noviembre de 2022, págs. 355-356, correspondientes al 24 de noviembre).

Jesús, el Verbo hecho carne, al evidenciar su existencia con su segunda venida gloriosa y visible, eliminará el régimen anticristiano que, cada vez más, impone vivir como si Dios no existiera, e iniciará una extraordinaria efusión de gracia, causando así, por el infinito amor misericordioso que nos tiene, la plenitud de su reinado en todas las almas y en todas las naciones, como está reiteradamente prometido y anunciado
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La extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía

"Sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia podrá edificarse la civilización del Corazón de Cristo"
(Benedicto XVI, 15.05.2006, Carta sobre el culto al Corazón de Jesús, repitiendo las palabras de Juan Pablo II de 5.10.1986, Insegnamenti, vol. IX/2, 1986, p. 843).

.La Parusía o segunda venida visible y gloriosa de Jesús, el Verbo hecho carne.

Varios son los sentidos de la Sagrada Escritura, y de ellos, como enseña santo Tomás de Aquino (S. Th. I q.1 aa. 9-10; I-II q. 102 aa 1-2) y la Iglesia con él (CEC de 1992, 117),
el sentido primordial y fundamental de todos los otros es el sentido literal, y es el único válido en la argumentación teológica.   

Malentendidos sobre la Parusía...

 

La civilización del amor es el reinado social efectivo en la tierra del Sagrado Corazón de Jesús, el Verbo hecho carne, por el infinito amor misericordioso que nos tiene; es la civilización cristiana, la ciudad católica, la ciudad de Dios::
El primero que introdujo esta expresión "Civilización del amor" fue el papa san Pablo VI en 1970, el que la desarrolló fue el papa san Juan Pablo II...

La mayor promesa del Sagrado Corazón de Jesús es la de su reinado, por el infinito amor misericordioso que nos tiene, que es lo que significa que reinará Jesús por Su Corazón, o que reinará Su Sagrado Corazón, o el reinado social, y no sólo personal, de Su Sagrado Corazón, en todas las almas y en todas las naciones.

«Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes»

Catolicidad, Reino de Dios y proselitismo

La devoción al Sagrado Corazón y su crisis

Jesucristo quiere a toda costa reinar en cada alma, porque ese es nuestro bien..

"Oh, Rey de Misericordia, guía mi alma".
(Diario de santa Faustina Kowalska, 3).

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La carta del Papa emérito Benedicto XVI a la Universidad Franciscana de Steubenville en octubre de 2022

(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 20.10.2022).- Por su interés, traducimos al castellano la carta enviada originalmente en inglés por el Papa Benedicto XVI a la Universidad Franciscana de Steubenville, Estados Unidos, en ocasión del X Congreso Internacional promovido por la Fundación Ratzinger sobre el tema «La Eclesiología de Joseph Ratzinger». El presidente de la fundación, el P. Federico Lombardi, se ocupó de leer la carta ante la asamblea. (La señalización con negrita es de Zenit)

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Es un gran honor y una alegría para mí que en los Estados Unidos de América, en la Universidad Franciscana de Steubenville, un Simposio Internacional trate de mi eclesiología, colocando así mi pensamiento y mi esfuerzo en la gran corriente en la que se ha movido. Cuando comencé a estudiar teología en enero de 1946, nadie pensaba en un Concilio Ecuménico. Cuando el Papa Juan XXIII lo anunció, para sorpresa de todos, había muchas dudas sobre si tendría sentido, es más, si sería posible en absoluto, organizar las ideas y las cuestiones en el conjunto de una declaración conciliar y dar así a la Iglesia una dirección para su camino posterior. En realidad, un nuevo concilio resultó ser no sólo significativo, sino necesario.

Por primera vez, la cuestión de una teología de las religiones se ha mostrado en su radicalidad. Lo mismo ocurre con la relación entre la fe y el mundo de la mera razón. Ambos temas no se habían previsto antes de esta manera. Esto explica que el Vaticano II amenazara al principio con desestabilizar y sacudir a la Iglesia más que con darle una nueva claridad para su misión. Entretanto, la necesidad de reformular la cuestión de la naturaleza y la misión de la Iglesia se ha ido haciendo patente. De este modo, la fuerza positiva del Concilio también está emergiendo lentamente. Mi propio trabajo eclesiológico estuvo marcado por la nueva situación que se planteó para la Iglesia en Alemania tras el final de la Primera Guerra Mundial.

Si hasta entonces la eclesiología había sido tratada esencialmente en términos institucionales, ahora se percibía con alegría la dimensión espiritual más amplia del concepto de Iglesia. Romano Guardini describió esta evolución con las siguientes palabras «Se ha iniciado un proceso de inmensa importancia. La Iglesia está despertando en las almas». Así, el «Cuerpo de Cristo» se convirtió en el concepto sustentador de la Iglesia, que consecuentemente, en 1943, encontró su expresión en la encíclica «Mystici Corporis». Pero con su oficialización, el concepto de la Iglesia como cuerpo místico de Cristo pasó al mismo tiempo por su punto álgido y fue reconsiderado críticamente. En esta situación pensé y escribí mi disertación sobre «Pueblo y Casa de Dios en la Doctrina de la Iglesia de Agustín».

El gran Congreso Agustiniano celebrado en París en 1954 me dio la oportunidad de profundizar en la posición de Agustín en la agitación política de la época. La cuestión del significado de la Civitas Dei parecía estar finalmente resuelta en ese momento. La disertación de H. Scholz sobre «Glaube und Unglaube in der Weltgeschichte» (Creencia e incredulidad en la historia del mundo), cultivada en la escuela de Harnack y publicada en 1911, había mostrado que las dos Civitates no significaban ningún cuerpo corporativo, sino la representación de las dos fuerzas básicas de la creencia y la incredulidad en la historia. El hecho de que este estudio, redactado bajo la dirección de Harnack, hubiera sido aceptado summa cum laude le aseguraba de por sí una aprobación plena. Además, encajaba en la opinión pública general, que asignaba a la Iglesia y a su fe un lugar hermoso, pero también inofensivo. Quien se hubiera atrevido a destruir este hermoso consenso sólo podía ser considerado un obstinado.

El drama del año 410 (la toma y el saqueo de Roma por los visigodos) sacudió profundamente el mundo de la época, y también el pensamiento de Agustín. Por supuesto, la Civitas Dei no es simplemente idéntica a la institución de la Iglesia. En este sentido, el Agustín medieval incurrió en un error fatal, que hoy, afortunadamente, ha sido finalmente superadoPero la espiritualización completa del concepto de Iglesia, por su parte, echa de menos el realismo de la fe y de sus instituciones en el mundo. Así, en el Vaticano II la cuestión de la Iglesia en el mundo se convirtió finalmente en el verdadero problema central.

Con estas consideraciones sólo he querido indicar la dirección a la que me han conducido mis trabajos. Espero sinceramente que el Simposio Internacional de la Universidad Franciscana de Steubenville sea útil en la lucha por una correcta comprensión de la Iglesia y del mundo en nuestro tiempo.

Vuestro en Cristo,

Benedicto XVI

Traducción realizada por el director editorial de ZENIT.

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https://franciscan.edu/wp-content/uploads/2022/10/Benedict-XVI-Letter-to-Fr-Dave-Pivonka-TOR.pdf

Benedictus XVI
Papa Emeritus

Vatican City
October7, 2022

Rev. Father Dave Pivonka, TOR
President
Franciscan University of Steubenville
1235 University Boulevard

Steubenville, Ohio 4952-1792
U.S.A.

Dear Father Pivonka,

It is a great honour and joy for me that in the United States of America, at the Franciscan University of Steubenville, an International Symposium is dealing with my ecclesiology, thus placing my thinking and effort in the great stream in which it has moved. When I began to study theology in January 1946, no one thought of an Ecumenical Council. When Pope John XXIII announced it, to everyone’s surprise, there were many doubts as to whether it would be meaningful, indeed whether it would be possible at all, to organize the insights and questions into the whole of a conciliar statement and thus to give the Church a direction for its further journey. In reality, a new Council proved to be not only meaningful, but necessary.

For the first time, the question of a theology of religions had shown itself in its radicality. The same is true for the relationship between faith and the world of mere reason. Both topics had not been foreseen in this way before. This explains why Vatican II at first threatened to unsettle and shake the Church more than to give her a new clarity for her mission. In the meantime, the need to reformulate the question of the nature and mission of the Church has gradually become apparent. In this way, the positive power of the Council is also slowly emerging. My own ecclesiological work was marked by the new situation that arose for the Church in Germany after the end of the First World War.

If ecclesiology had hitherto been treated essentially in institutional terms, the wider spiritual dimension of the concept of the Church was now joyfully perceived. Romano Guardini described this development with the words: “A process of immense importance has begun. The Church is awakening in souls.” Thus, “Body of Christ” became the supporting concept of the Church, which consequently, in 1943, found its expression in the encyclical “Mystici Corporis.” But with its officialization, the concept of the Church as the Mystical Body of Christ had at the same time passed its peak and was critically reconsidered. In this situation I thought and wrote my dissertation on “People and House of God in Augustine’s Doctrine of the Church”. 

The great Augustinian Congress held in Paris in 1954 gave me the opportunity to deepen my view of Augustine’s position in the political turmoil of the time. The question of the meaning of Civitas Dei seemed to be finally settled at that time. The dissertation of H. Scholz on “Glaube und Unglaube in der Weltgeschichte” (Belief and Unbelief in World History), grown up in Harnack’s school and published in 1911, had shown that the two Civitates did not mean any corporate bodies, but rather the representation of the two basic forces of belief and unbelief in history. The fact that this study, written under the direction of Harnack, had been accepted summa cum laude in itself secured it a full measure of approval. Moreover, it fit into the general public opinion, which assigned the Church and its faith a beautiful, but also harmless place. Whoever would have dared to destroy this beautiful consensus could only be considered obstinate.

The drama of 410 (the capture and sack of Rome by the Visigoths) profoundly shook the world of that time, and also Augustine’s thinking. Of course, the Civitas Dei is not simply identical with the institution of the Church. In this respect, the medieval Augustine was indeed a fatal error, which today, fortunately, has been finally overcome. But the complete spiritualization of the concept of the Church, for its part, misses the realism of faith and its institutions in the world. Thus in Vatican II the question of de Church in the world finally became the real central problem.

With these considerations I only wanted to indicate the direction in which my work has led me. I sincerely hope that the International Symposium at Franciscan University of Steubenville will be helpful in the struggle for a right understanding of the Church and the world in our time.

 Yours in Christ,

Benedict XVI

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Benedict XVI Reflects on Vatican II in New Letter

Shannon Mullen/CNA Vatican October 21, 2022 https://www.ncregister.com

VATICAN CITY — In a new letter, Pope Emeritus Benedict XVI characterizes the Second Vatican Council as “not only meaningful, but necessary.”

Released Thursday, the letter is addressed to Father Dave Pivonka, president of Franciscan University of Steubenville in Steubenville, Ohio, which concludes a two-day conference Friday centered on the theology of Benedict XVI/Joseph Ratzinger.

Nearly three and a half typewritten pages long, the letter provides fresh observations about Vatican II from one of the few remaining theologians in the Catholic Church to have personally participated in the historic council, which opened 60 years ago this month.

“When I began to study theology in January 1946, no one thought of an Ecumenical Council,” the 95-year-old retired pope recalls in the letter.

“When Pope John XXIII announced it, to everyone’s surprise, there were many doubts as to whether it would be meaningful, indeed whether it would be possible at all, to organize the insights and questions into the whole of a conciliar statement and thus to give the Church a direction for its further journey,” Benedict observes.

“In reality, a new council proved to be not only meaningful, but necessary. For the first time, the question of a theology of religions had shown itself in its radicality,” he continues.

“The same is true for the relationship between faith and the world of mere reason. Both topics had not been foreseen in this way before. This explains why Vatican II at first threatened to unsettle and shake the Church more than to give her a new clarity for her mission,” Benedict writes.

“In the meantime, the need to reformulate the question of the nature and mission of the Church has gradually become apparent,” he adds. “In this way, the positive power of the Council is also slowly emerging.”

Ecclesiology — the theological study of the nature and structure of the Church — had evolved after World War I, Benedict writes. ”If ecclesiology had hitherto been treated essentially in institutional terms,” he says, ”the wider spiritual dimension of the concept of the Church was now joyfully perceived.”

At the same time, he writes, the concept of the Church as the mystical body of Christ was being critically reconsidered.

It was in this situation, he says, that he wrote his doctoral dissertation on the topic of ”People and House of God in Augustine’s Doctrine of the Church.”

He writes that ”the complete spiritualization of the concept of the Church, for its part, misses the realism of faith and its institutions in the world,” adding that ”in Vatican II, the question of the Church in the world finally became the real central problem.”

The retired pope, who resigned in 2013, concludes the letter by summing up his purpose for writing.

”With these considerations I only wanted to indicate the direction in which my work has led me,” he writes. ”I sincerely hope that the International Symposium at Franciscan University of Steubenville will be helpful in the struggle for a right understanding of the Church and the world in our time.”

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Benedict sends letter of hope, thanks for conference about his insights into “the right understanding of the Church and the world in our time.”

October 20, 2022

STEUBENVILLE, OH—Pope Emeritus Benedict XVI sent a letter to Father Dave Pivonka, TOR ’89, president of Franciscan University of Steubenville, expressing his joy and gratitude for the 2022 Annual Conference of the Joseph Ratzinger/Pope Benedict XVI Vatican Foundation, which is taking place at the University, October 20-21.

The conference marks the first time the foundation has focused its annual gathering on Benedict’s thought.

Father Federico Lombardi, SJ, president of the Joseph Ratzinger/Pope Benedict XVI Vatican Foundation, read Benedict’s letter to over 350 conference participants.

“It is a great honor and joy for me that in the United States of America, at Franciscan University of Steubenville, an International Symposium is dealing with my ecclesiology,” wrote Benedict.

The four-page letter includes an insightful personal summary of the direction of his own thought and how, in Vatican II, “the question of the Church in the world finally became the real central problem.”

Benedict concluded by expressing his sincere hope that the conference at Franciscan University would “be helpful in the struggle for a right understanding of the Church and the world in our time.”

“It is a great gift for me personally and for our entire University community to receive such a warm message of thanks and support from Benedict XVI, our pope emeritus,” said Father Pivonka. “I join him in my hope that this conference will make great progress in exploring the riches of his thought and applying them to the many opportunities in the Church today.”

Conference speaker Peter Casarella, PhD, professor at Duke Divinity School, commented on the significance of Benedict’s letter. “Later scholars will come and look at this Steubenville document to see how he is always reflecting, even at the age of 95, on continuity and change in the whole of Catholic Tradition.”

From October 20-21, theologians from around the world are gathering with over 350 attendees at Franciscan University to focus on “Joseph Ratzinger’s vision of the Church and its relevance for contemporary challenges.” Conference themes include culture, church and state, history, eschatology, synodality, the liturgy, petrine primacy, Scripture, ecumenism, secularism, pastoral care, evangelization, the role of women, and much more.

For more information, visit Franciscan University’s website: 2022 Annual Conference of the Joseph Ratzinger/Pope Benedict XVI Foundation.

Please see the attachment for the full text of Pope Emeritus Benedict XVI’s letter to Father Dave Pivonka, TOR, president of Franciscan University of Steubenville.

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Benedict XVI Letter to Fr Dave Pivonka TOR

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El Papa emérito Benedicto XVI testimonia en 2020 el avance del poder del Anticristo, persona moral
«La verdadera amenaza para la Iglesia reside en la dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas, cuya negación implica ser excluido del consenso social básico. Hace cien años, cualquiera habría considerado absurdo hablar de matrimonio homosexual. Hoy queda socialmente excomulgado quien se oponga a ello. Lo mismo vale para el aborto y para la fabricación de personas en el laboratorio. La sociedad moderna está formulando un credo anticristiano y castigará con la exclusión social a quien se resista a él. Es totalmente natural el temor a este poder espiritual del Anticristo, y se hace necesario realmente el auxilio de la oración de todo un episcopado y de toda la Iglesia mundial para resistirlo».
[Benedicto XVI en la entrevista final del libro de Peter Seewald: «Benedickt XVI. Ein Leben», «Benedicto XVI. Una Vida». Editorial Droemer-Knaur. 4.05.2020

En este texto se presenta al Anticristo como persona moral, porque es "la sociedad moderna" la que está formulando el credo anticristiano. Aquel legendario personaje de satánica grandeza queda en su sitio que es la leyenda y la literatura.

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Hay "una separación creciente entre la fe y la vida"
Benedicto XVI con los obispos norteamericanos el 16 de abril de 2008

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La ley natural explicada por Benedicto XVI

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Y hablando de avance, el cardenal Pell dice el 27.04.2021:

«Está bastante claro que el cristianismo liberal, ya sea el catolicismo liberal o el protestantismo, va a pasar al agnosticismo en una generación más o menos. ... Si asumes la política del mundo y te limitas a seguirla para que esté de acuerdo contigo, entonces ya no le importarás a nadie».