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La mayor promesa del Sagrado Corazón de Jesús es la de Su reinado

Esta promesa de Su reinado intrahistórico en nosotros, que es nuestro bien, es por el infinito amor misericordioso que Él nos tiene, que es lo que significa que reinará Jesús por Su Corazón, o que reinará Su Sagrado Corazón, o el reinado social de Su Sagrado Corazón, no sólo en todas las almas, sino también en todas las naciones. Jesucristo, Nuestro Señor, quiere a toda costa reinar en cada alma y en cada nación, porque ese es nuestro bien

Es una promesa absoluta, no condicionada. A diferencia de las otras promesas que le hizo Jesús a santa Margarita María Alacoque, ni siquiera está condicionada a una previa devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Al contrario, el amor del Corazón de Jesús, su devoción y su culto, que ha llegado y llega ya ahora a su plenitud en muchas almas santas individualmente, triunfará universalmente en todos los corazones y en todas las naciones por la acción del propio Señor Jesús, el Verbo hecho carne, el cual, con su anunciada Parusía, su segunda venida visible, a reinar de manera no visible, su revelada manifestación como cuerpo glorioso, al evidenciar su existencia, eliminará por su base el cada vez más imperante poder anticristiano que impone vivir como si Dios no existiera; para que a continuación se realice, sin el obstáculo de aquel tiránico poder así eliminado, y mediante la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, el proceso de recristianización, que llevará consigo el auge de la devoción a la Virgen María y de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús,
hasta la implantación universal de estas devociones en todas la almas y en todas la naciones de forma consecuente y aplicada a todos los aspectos de la vida personal y social, que es en lo que consiste el prometido Reino de Dios intrahistórico en la tierra, en el que Jesucristo, tras su venida visible reinará de forma no visible, pero en plenitud consumada, pues por Su divina gracia vivirán según Dios, todos los hombres y todas las naciones.
Más que una promesa es una profecía con todo el aspecto de profecía absoluta, no condicionada. Un anuncio. Como en el tercer misterio luminoso, en el que no en vano se nos manda rezar contemplando "el anuncio del Reino de Dios por Jesús, invitando a la conversión".

La verdadera gran promesa del Sagrado Corazón de Jesús es la promesa de su reinado. En todos los corazones y en toda la sociedad humana:

«Nada temas. Reinaré a pesar de mis enemigos y de todos los que a ello quisieran oponerse».  
(Autobiografía, cap. VIII. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 144).

Y es una promesa reiterada:

«Reinará este amable Corazón a pesar de Satanás... Según lo ha dado a entender a su indigna esclava, pretende dar vida a muchos por este medio, apartándolos del camino de perdición y echando por tierra el imperio de Satanás en las almas».
(Carta nº 100. A la Madre Saumaise, junio de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 376-377).

Es la promesa más reiterada por Jesús, el Verbo hecho carne, en las revelaciones que, para iniciar la devoción a su Sagrado Corazón, le hizo a santa Margarita María Alacoque, mediante las que Él recuerda y urge las contenidas en la Sagrada Escritura y en la Tradición.

«El adorable Corazón de Jesús quiere establecer su reinado de amor en todos los corazones, destruyendo y arruinando el de Satanás. Me parece que lo desea tanto que promete grandes recompensas a los que de buen grado se dediquen a ello con todo su corazón».
(Carta n.º 118. A la Hermana Joly, del 10 de abril de 1690. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 412).

Esta es la mayor promesa del Sagrado Corazón de Jesús. Y está en toda la Sagrada Escritura y en la Tradición, en el padrenuestro y en el credo, en el Magisterio auténtico de nuestra Santa Madre Iglesia Católica Jerárquica y en la liturgia, en el depósito de la fe, en el núcleo de la esperanza teologal y en la fuente de la caridad.

Pero se omitía

Antes de 1990 se solía omitir esta promesa en las listas de las promesas sacadas de los escritos de santa Margarita María de Alacoque que contienen las revelaciones que le hizo el Corazón de Jesús.

Se omitía posiblemente por prejuicios ideológicos y por causas históricas. Por las deformaciones que Satanás ha ido suscitando de la idea del reino de Dios y por las reacciones distorsionadas también suscitadas por Satanás, contra esas deformaciones.

En primer lugar, por el error herético de los gnósticos y por el error antitético de los judaizantes.

Después por el horror que experimentó san Jerónimo ante las afirmaciones de los milenaristas crasos, y que este santo doctor contagió a los demás, incluso a san Agustín.

Después por el horror a los milenaristas heréticos medievales.

Después por el horror a las afirmaciones de los protestantes y sus derivados, hasta los Testigos de Jehová.

Y después por la suplantación del reino de Dios por la autoafirmación del Estado, inicialmente bajo la forma de monarquías absolutas, a continuación bajo el mucho más absolutista liberalismo, y aún más en su forma socialista.

También quizá se omitía por el influjo del ambiente predominantemente semipelagiano de la modernidad, porque esta es una promesa incondicionada, mientras que las promesas de la lista habitual son promesas condicionadas a trabajar por la devoción al Sagrado Corazón y a practicarla. Y esta promesa es un anuncio, una profecía absoluta. "Reinaré en todos los corazones". Lo que promete Jesús, el Verbo hecho carne, es «establecer su reinado de amor en todos los corazones y destruir y arruinar el de Satanás».

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Insertó esta promesa don Juan Melendo, pbro., en su lista de Promesas del Sagrado Corazón en la revista Cristiandad de Barcelona, nn 710-712, julio-sepbre, 1990, pág. 17. Y la puso en el primer lugar de dichas promesas.

Ahora ya aparece en algunas de estas listas.

En la web del Cerro de los Ángeles no se omite:

http://cerrodelosangeles.es/solemnidad-del-sagrado-corazon/
PROMESAS QUE EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS HA HECHO A LOS QUE PRACTIQUEN Y PROPAGUEN DICHA DEVOCIÓN

Reinaré a pesar de mis enemigos y de los que a ello se opongan.

Daré a mis devotos todas las gracias necesarias a su estado.

Pondré paz en sus familias.

Les aliviaré en sus trabajos.

Bendeciré todas sus empresas.

Les consolaré en sus penas.

Seré su refugio seguro durante la vida y, sobre todo, en la muerte.

Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el océano infinito de misericordia.

Las almas tibias se harán fervorosas.

Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.

Bendeciré las casas en las que mi imagen sea expuesta y honrada.

No dejaré morir eternamente a ningún devoto que se haya consagrado a mi Divino Corazón.

Derramaré la unción de mi caridad sobre las Comunidades religiosas que se pongan bajo mi especial protección y seré su salvaguardia en sus caídas.

Los que trabajen en la salvación de las almas lo harán con éxito y sabrán el arte de conmover los corazones más empedernidos, si tienen una tierna devoción a mi Corazón Divino y trabajan por inspirarla y establecerla en todas partes.

Las personas que propaguen esta devoción recibirán por ella grandes recompensas y tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.

Prometo, en el exceso de la misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso concederá a todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos la gracia de la penitencia final; no morirán en mi desgracia ni sin recibir los Sacramentos y mi Corazón será su seguro refugio en aquella hora.

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La asociación civil de Amigos del Sagrado Corazón de Jesús del Monte Urgull pone en sus publicaciones esta promesa en primer lugar entre las promesas del Sagrado Corazón de Jesús:

Reinaré a pesar de mis enemigos y de los que a ello se opongan.

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En la web https://www.portaluz.org/las-impactantes-apariciones-en-que-jesus-habla-de-su-apasionado-amor-2902.htm

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La promesa del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en todos los corazones y en la sociedad

Lo que promete aquí Jesús, el Verbo hecho carne, es reinar en todos los corazones, que es la base del reinado social de su Sagrado Corazón. Este reinado prometido tiene como punto de partida la destrucción y ruina del imperio de Satanás, por la acción del propio Señor Jesús, el Verbo hecho carne, el cual, con su anunciada Parusía, su segunda venida visible, a reinar de manera no visible, su revelada manifestación como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, al evidenciar su existencia, eliminará por su base el cada vez más imperante y ninguneador poder anticristiano que impone vivir como si Dios no existiera. Y se completa mediante una gran efusión de gracia, la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía. En las almas, sí, en todas las almas. Y de ahí, el reinado reinado social de su Sagrado Corazón.

Porque el imperio de Satanás en las almas consiste en que el hombre viva según él mismo en vez de vivir según Dios. Esto es vivir y obrar como si Dios no existiera, vivir prescindiendo de Dios en mayor o menor medida; vivir como ateo, o agnóstico, o católico no practicante, o católico tibio, o de segundo binario, o compatibilizador. Intentar compatibilizar vivir según Dios y vivir según uno mismo, es autoengañarse y darle entrada a Satanás para que domine e impere. No es ya vivir según Dios, que es lo que nos realiza y nos hace libres, porque Él nos hizo a su imagen y semejanza, nos dio la naturaleza racional que tenemos y después nos ha dado la sobrenaturaleza de hijos de Dios para nuestra realización en plenitud consumada en su reino..

Y este imperio de Satanás en las almas, vivir y obrar según uno mismo y no según Dios, vivir y obrar como si Dios no existiera, cada vez más intensa y universalizadamente, es la base de que tampoco sean según Dios las estructuras sociales, culturales, económicas y políticas en la modernidad y en la posmodernidad, sino progresivamente estructuras de pecado; en un progreso involutivo. Inicialmente paso a paso y ahora ya a pasos agigantados: catolicidad o confesionalidad católica inconsecuente, aconfesionalidad, laicismo persecutorio.

El ateísmo práctico, vivir como si Dios no existiera. Esta es la base del sistema liberal, de la democracia absoluta, de su versión socialista y de todo lo que ha venido detrás en la modernidad y en la posmodernidad como políticamente correcto.

A su vez, el sistema liberal ha descristianizado a las naciones de Occidente ya desde sus fases iniciales en las que imperaba sobre sociedades aún cristianas. Y cuando Jesús, el Verbo hecho carne, mediante su Parusía visible, al evidenciar Su existencia, haga evidente para todos la mentira en que se basa vivir como si Dios no existiera, la falsedad en que se basa todo lo políticamente correcto en la modernidad y en la posmodernidad; tanto la falsedad del ateísmo práctico, como del agnosticismo, del ateísmo negacionista, y del ateísmo sustitucionista autoadorador de la humanidad, o de sí mismo, esta evidencia destruirá el imperio de Satanás; producirá la quiebra de la apostasía y el hundimiento del sistema anticristiano que impone vivir como si Dios no existiera.

Obedecerle a Satanás no consiste en considerarle y venerarle como el ser supremo explícitamente, puesto que a lo que Satanás induce es a que vivamos y obremos según nosotros mismos y no según Dios. Vivir y obrar como si Dios no existiera.

No hay término medio. O el reino de Dios, o el imperio de Satanás. El "justo medio" entre ambos, tan inicuo, es ya imperio de Satanás. Manifestar que "ni un sometimiento ni el otro, sino vivir y obrar según uno mismo", es hacer lo que quiere Satanás.

Así lo enseña san Agustín (La Ciudad de Dios, XIV) cuando explica aquella doctrina enseñada de parte de Dios por san Pablo que proscribe obrar según la carne (Gal 5,16-25; Gal 6,7-8; 8,5-14; Rom 8).
San Agustín aclara que vivir según la carne, no es solamente vivir según el cuerpo humano o simplemente según los deseos sexuales, sino que es vivir según sí propio, según uno mismo, porque Satanás no tiene cuerpo carnal y es el jefe y el modelo de obrar según la carne.

"No se hizo semejante al diablo el hombre por tener carne, de que carece el diablo; sino por vivir según él mismo, es decir, según el hombre. También el diablo quiso vivir según él mismo, cuando no se mantuvo en la verdad. Y de este modo habló mentira, no de Dios, sino de sí propio, que no sólo es mendaz, sino el padre de la mentira".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 3. BAC, 1958, pág. 927).

"Cuando el hombre vive según el hombre y no según Dios, es semejante al diablo. Porque ni el ángel debe vivir según el ángel, sino según Dios, para mantenerse en la verdad y hablar la verdad que viene de Dios; no la mentira que nace de sí mismo... Cuando el hombre vive según la verdad, no vive según él mismo, sino según Dios".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 4. BAC, 1958, pág. 927).

"El hombre no fue creado recto para vivir según él mismo, sino según su Hacedor, esto es para hacer la voluntad de Dios antes que la suya. No vivir como su condición exigía que viviera, eso es la mentira".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 4. BAC, 1958, pág. 928).

San Pablo mismo dice con todas las letras que ser carnal es vivir según el hombre:

«Habiendo entre vosotros celos y discordias, ¿no es claro que sois carnales y vivís según el hombre?»
(I Cor 3,3).

Vivir y obrar según uno mismo es vivir y obrar como si Dios no existiera. Eso es lo que quiere Satanás que hagamos. Por consiguiente, vivir y obrar según uno mismo, vivir y obrar como si Dios no existiera es estar sometido al imperio de Satanás.

Tenemos el gran problema de que, siendo preciso que vivamos y obremos según Dios, porque es nuestra obligación absoluta cumplir la divina voluntad, y es nuestro bien, por otra parte ocurre que por las heridas o enfermedades que dejó en nuestra naturaleza el pecado original, nuestra razón no está sujeta a Dios como antes, porque tiende a lo verdadero más débilmente y nuestra voluntad es insumisa respecto a Él y tiende al bien más débilmente; y esas nuestras potencias superiores, a su vez, tienen insumisas a las inferiores.
(
Las heridas que dejó el pecado original en nuestra naturaleza humana, según santo Tomás, S Th, 1a2ae q. 85, art 3, c; y textos concordantes).

San Pablo nos alerta de parte de Dios sobre la insumisión de nuestras apetencias a nuestra voluntad racional:

"Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco.
...no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero".
(Rom 7,15;19).

Hasta los paganos como Ovidio se dan cuenta de esta insumisión:

"Video meliora proboque, deteriora sequor", [veo y apruebo lo mejor, pero obro lo peor] (Metamorphosis, VII)

Nuestra voluntad, incluso después del pecado original, está inclinada al bien, a vivir y obrar conforme a nuestra naturaleza racional, que Dios nos ha dado, a vivir y obrar como Dios quiere, pero nuestras insumisas apetencias nos llevan a no vivir, ni obrar así.

Como explica san Agustín (Ciudad de Dios, libro XIV), en la terminología de san Pablo vivir y obrar según la carne significa vivir y obrar según uno mismo y no según Dios, y esto lleva a aborrecer a Dios:

Esta es la formulación de san Agustín de que el amor a sí mismo lleva a la hostilidad a Dios:

«Dos amores fundaron dos ciudades: el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí propio, la celestial».
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 28. BAC, 1958, pág. 985-986 ).

Ni siquiera podemos con nuestras fuerzas someter nuestras apetencias a la ley de Dios, a la voluntad de Dios. Podemos someterlas por la gracia: las gracias actuales que recibimos y la presencia y la acción de la Gracia Increada, el Espíritu Santo, en nuestra alma. Y así podemos vivir y obrar según el Espíritu, lo que significa, en la terminología de san Pablo, vivir y obrar según la voluntad de Dios, siendo hijos de Dios.

Lo que era imposible a la ley, por cuanto que estaba debilitada a causa de la carne, lo ha hecho Dios: enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, para que la justa exigencia de la ley se cumpliera en nosotros, los que actuamos no de acuerdo con la carne, sino de acuerdo con el Espíritu.
Pues los que viven según la carne desean las cosas de la carne; en cambio, los que viven según el Espíritu, desean las cosas del Espíritu. El deseo de la carne es muerte; en cambio el deseo del Espíritu, vida y paz. Por ello, el deseo de la carne es hostil a Dios, pues no se somete a la ley de Dios; ni puede someterse. Los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros; en cambio, si alguien no posee el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida
a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así pues, hermanos, somos deudores, pero no de la carne para vivir según la carne. Pues si vivís según la carne, moriréis; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Cuantos se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre!». Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo; de modo que, si sufrimos con él, seremos también glorificados con él. 
(Rom 8,3-17. Biblia de la CEE).

Hay que vivir y obrar según Dios, según la voluntad de Dios; no según uno mismo, como si Dios no existiera

La dimensión social

El imperio de Satanás también es sobre la sociedad, pero conviene insistir en que su raíz más profunda y más sometedora es el sometimiento de cada persona humana a vivir según ella misma y no según Dios. Y vivir según uno mismo lleva a rechazar a Dios, aborrecerle, odiarle.

El imperio de Satanás en el mundo es mediante todo sistema que impone vivir y obrar según uno mismo, vivir como si Dios no existiera. Todo sistema políticamente correcto en la modernidad y en la posmodernidad. Es el imperio de las estructuras de pecado cada vez más ineludiblemente dominantes hoy en lo estatal, en lo económico, en lo cultural, en lo social y en lo personal.

El mismo san Agustín explica que la base de la dimensión social del imperio de Satanás está en que hay quienes viven según la carne, es decir, según sí propio, según uno mismo. Y basa el reino de Dios, la ciudad de Dios, en que hay otros que viven según el espíritu, es decir, que viven según Dios; y en eso mismo explica que está la contraposición y enfrentamiento entre ambas sociedades humanas o ciudades humanas:

"De que hay unos que viven según la carne y otros según el espíritu, se han originado dos ciudades diversas y contrarias entre sí... Con claridad meridiana escribe san Pablo a los de Corinto: «Habiendo entre vosotros celos y discordias, ¿no es claro que sois carnales y vivís según el hombre?» (I Cor 3,3). Luego proceder según el hombre es igual a ser carnal... Poco antes había llamado [hombres] animales a los mismos que ahora llama [hombres] carnales. Dice así: «... El hombre animal no puede hacerse capaz de las cosas que son del Espíritu de Dios, pues para todos son necedad» (I Cor 2, 11-14)".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 4. BAC, 1958, págs. 928-929).

"Siendo tantos y tan grandes los pueblos diseminados por todo el orbe de la tierra... no forman más que dos géneros de sociedad humana, que podemos llamar, conformándonos con nuestras Escrituras, dos ciudades. Una es la de los hombres que quieren vivir según la carne, y otra la de los que quieren vivir según el espíritu".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. I. BAC, 1958, pág. 921).

"Dos amores fundaron dos ciudades: el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí propio, la celestial. La primera se gloría en sí misma, y la segunda, en Dios; porque aquella busca la gloria de los hombres, y esta tiene por máxima gloria a Dios, testigo de su conciencia. Aquella se engríe en gloria, y ésta dice a su Dios: "Tú, mi gloria..." (Sal 3,4)... En aquella, sus sabios, que viven según el hombre... se desvanecieron en sus pensamientos y su necio corazón se oscureció... En esta, en cambio, no hay sabiduría humana, sino piedad, que funda el culto legítimo al Dios verdadero, en espera del premio en la ciudad de los santos... «con el fin de que Dios sea todo en todas las cosas»." (I Cor 15,28).
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 28. BAC, 1958, pág. 985-986 ).

San Pablo enseña de parte de Dios que Nuestro Señor, al morir por todos, nos hizo posible vivir para Él y no para nosotros mismos, como si Dios no existiera:

"El amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron.
Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
(2 Cor 5,14-15)

También san Pedro explica y anuncia que llegará la vida según la voluntad de Dios:

Ya que Cristo padeció en la carne, armaos también vosotros de este mismo pensamiento: quien padece en la carne, ha roto con el pecado, para vivir ya el tiempo que le quede en la carne, no según las pasiones humanas, sino según la voluntad de Dios.
(I P 4,1-2).

Hasta a los muertos se ha anunciado la Buena Nueva, para que, condenados en carne según los hombres, vivan en espíritu según Dios.
(I P 4,6).

Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios.
Si alguno habla, sean palabras de Dios; si alguno presta un servicio, hágalo en virtud del poder recibido de Dios, para que Dios sea glorificado en todo por Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén
(I P 4,10-11).

San Pedro nos exhorta también a alegrarnos de participar en los sufrimientos de Cristo, no sólo porque es una dicha ser injuriados por llevar el nombre de Cristo, [ser cristianos], sino para que disfrutemos de la revelación de su gloria:

Alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria.
Dichosos de vosotros, si sois injuriados por el nombre de Cristo, pues el Espíritu de gloria, que es el "Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros".
(I P 4,13-14).

Explica, exhorta y anuncia proféticamente.

Cuando la falsedad del ateísmo práctico en la que se basa vivir como si Dios no existiera, sea evidenciada por Jesús, el Verbo hecho carne, con su Parusía, su segunda venida gloriosa a la vista de todos, como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, (como después de Su Resurrección hasta Su Ascensión, así en Su segunda venida), al evidenciar Su existencia, entonces caerá por su base lo considerado políticamente correcto en la modernidad y posmodernidad, las estructuras de pecado, y el hombre se verá libre del poder, cada vez más ninguneador e imperante hasta la dominación total, que impone vivir y obrar como si Dios no existiera.

Entonces, sobre las ruinas del imperio de Satanás, el hombre, así liberado, podrá, mediante la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, recibir el mensaje liberador de la misericordia infinita del amor divino expresado en el Sagrado Corazón de Jesús, el evangelio, la buena noticia de que ya es un hecho para todos, por esa misericordia divina, la llegada y la recepción del reino de Dios en plenitud efectiva, el reinado liberador, consumado en plena efectividad, de Jesús, el Verbo hecho carne, que por darnos ese bien de su reinado se dejó matar con los más atroces sufrimientos físicos, morales y espirituales.

Y posibilitada la reanudación eficaz de la cristianización de todos, serán también cristianizadas, mediante esa gran efusión de gracia, las estructuras sociales y políticas. Cuando reine Jesús en todos los corazones, reinará en la sociedad, como explica y enseña san Agustín (La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 28. BAC, 1958, pág. 985-986 ).

Y lo que promete Jesús, el Verbo hecho carne es «establecer su reinado de amor en todos los corazones y destruir y arruinar el de Satanás».

Dice «en todos». Sí, en todos. Y ya estaba escrito:

Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies... Así Dios será todo en todos (1Cor 15,25;28).

Una mirada contemplativa hacia la Realeza de Cristo
Dom Gérard Calvet, InfoCatólica, 25.11.2017

Jesús busca primeramente reinar en el secreto del alma. El kyrios Pantócrator -oh milagro incomprensible- cuya mano sostiene el universo, se acerca a su creatura y le murmura: Hijo mío, dame tu corazón. Perdonarán a un monje recordar incansablemente la búsqueda presente del reino de los cielos. La realeza del Señor Jesús es cosa dulce e interior, se dirige primero del alma al alma para introducirnos en la intimidad de las personas divinas. Cristo todopoderoso ejerce la realeza mendigando amor. Si tú conocieras el don de Dios y quien es el que te habla, dice a la samaritana.

El signo de su realeza es el corazón con una cruz superpuesta. La devoción a Cristo Rey y la devoción al Sagrado Corazón son una misma cosa. Esta devoción nos quiere humildes, amantes y contemplativos, deseosos de ofrecer un corazón totalmente sometido al yugo suave del cual habla el Evangelio, para ser conducidos en la intimidad del Padre por la semejanza del Hijo.

Si es verdad que la realeza de Jesús nos invita primero a una aventura interior donde se hace oír la llamada del silencio y del amor, ¿se sigue acaso que haya que sustraer a la autoridad real del Hijo de Dios el ámbito del arte, de la cultura, el inmenso despliegue de la vida social, la administración, las leyes, los decretos de los Parlamentos? No podemos admitir esto sin pecar gravemente contra Dios y contra los hombres. Contra Dios primero, que merece infinitamente, por su propia excelencia, que todo le sea sometido y consagrado, y que sean reconocidos públicamente sus derechos soberanos sobre la vida de las sociedades. Luego contra los hombres. ¿Qué piden los cristianos a quienes los gobiernan sino que cada parte de su vida moral, de su vida cívica, esté explícitamente referida a la realeza de Aquél que ordena su destino? Los discípulos de Jesús, ¿harán menos bien en este ámbito que los antiguos paganos, para quienes la vida de la ciudad toda entera reposaba sobre la religión?

(Dom Gérard Calvet, Demain la Chrétienté, La Cristiandad mañana, Capítulo VII. Traducción de Schola Veritatis
http://infocatolica.com/blog/schola.php/1711250339-la-mirada-contemplativa-hacia#more34854 )

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Sin total entrega personal al reinado del Sagrado Corazón no hay reinado social, sino imperio de Satanás en casi todas las almas y en la sociedad.

Antaño se proclamaba muchas veces la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como bandera política y su reinado social sin total entrega personal. Y así ha sobrevenido el retroceso hasta el eclipse total de esta devoción, la descristianización y el imperio de Satanás en la sociedad y en casi todas las almas, menos en un pequeño resto. En Alemania el 9%; en Navarra, menos: el 8'9%, según datos publicados por su arzobispado en 2018 sobre la parte de la población que va a la iglesia; en Barcelona, menos aún; en Guipúzcoa mucho menos todavía, etc.

Aquí radica la crisis de la devoción al Sagrado Corazón dentro de la aceleración actual del proceso de descristianización:

La devoción al Sagrado Corazón y su crisis

Pero enseña santa Teresa del Niño Jesús, como doctora de la Iglesia, que el amor al Sagrado Corazón había de ser personal, en contraste con la corriente dominante:

Pide mucho al Sagrado Corazón. Tú sabes que yo no veo el Sagrado Corazón como todo el mundo. Pienso que el Corazón de mi Esposo es para mí sola, como el mío es para Él solo, y le hablo entonces en la soledad de este delicioso corazón a corazón esperando contemplarlo un día cara a cara.
(Carta del 14 octubre 1890 de santa Teresa de Lisieux a su hermana Celina con motivo de una peregrinación de ésta a Paray-le-Manial).

De esta manera, santa Teresita del Niño Jesús tiene la devoción al Sagrado Corazón como santa Margarita María Alacoque la recibió del propio Jesús, el Verbo hecho carne, y fielmente la transmitió: centrada en el reinado del Sagrado Corazón de Jesús en el corazón de cada persona humana.

Sobre la transmisión por santa Margarita María Alacoque de la enseñanza del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en la propia persona ante todo y no sólo en la sociedad, tenemos el dato del inapreciable testimonio de la madre Saumaise, superiora de Paray le Monial en la época de santa Margarita María. Este testimonio está contenido nada menos que en la Bula de canonización de santa Margarita María Alacoque por el papa Benedicto XV en 1920:

«La madre de Saumaise, concluido el sexenio de su cargo por aquellas fechas, es decir, en 1678, se retiró de Paray. En sus escritos dejó este testimonio de Margarita María:
»en los seis años que vivió familiarmente con ella, jamás se enfrió en su propósito, que ciertamente era que Dios reinase en ella en todo, ante todo y sobre todo; »no dio gusto alguno ni a su cuerpo ni a su alma; esta constante fidelidad le consiguió de la divina largueza eximias gracias y singulares favores;
»en contrapartida, estas cosas la movían a buscar cruces, aflicciones y menosprecios con todas sus fuerzas;
»sin que nadie buscase con tanta diligencia honores y placeres, como ella deseaba con avidez cruces y desprecios; estas eran sus delicias,
»aunque a su muy delicada naturaleza eso le repugnaba y pesadamente lo llevaba».

«Mater de Saumaise, absoluto sexennio sui magisterii, sub eodem fere tempore, idest anno millesimo sexcentésimo septuagesimo octavo, Paraedio decessit: »in commentariis suis huiusmodi testimonium reddiderat de Margarita Maria: per sex annos, quibus familiariter ea usa erat, numquam propositum illius refrixisse,
»quo certum erat, ut in se Deus in omnibus regnaret, ante omnia et prae omnibus; nulli unquam oblectamento aut animi, aut corporis eam induisisse;
»hac constanti fidelitate, eximias gratias a divina largitate et singularia beneficia sibi conciliasse; haec vicissim, ad cruces, afflictiones, despicientias magno opere persequendas,
»eam excitasse; exstare neminem, qui tantis studiis honores et voluntates concupiscat, quant a illa aviditate cruces et contemptus appetebat: hac erant eius deliciae,
»quamquam delicatior natura eius talia stomachabatur et graviter ferebat».

(Bula Ecclesiae consuetudo de canonización por Benedicto XV de santa Margarita María Alacoque de 13 de mayo de 1920, AAS 1920, pág. 495. http://www.vatican.va/archive/aas/documents/AAS-12-1920-ocr.pdf)
(Se puede ver y copiar
aquí el original en latín y una traducción de la Bula de canonización de santa Margarita María Alacoque).

Santa Margarita María Alacoque transmitió así con su ejemplo, y no sólo con lo que dice en sus textos, la enseñanza que recibió del propio Jesús, el Verbo hecho carne, de que Su Sagrado Corazón anhela darnos nuestro máximo bien que es la total plenitud del reino de Dios en nosotros, concedernos vivir totalmente según Dios, con la renuncia a darnos cualquier gusto y con la aceptación e incluso la búsqueda de los padecimientos y humillaciones que Dios disponga y con su ofrecimiento alegre.

"Esta devoción era como un supremo esfuerzo de su amor que quería favorecer a los hombres en estos últimos tiempos con esta redención amorosa, para sacarlos del imperio de Satanás que Él pretendía arruinar para colocarnos bajo la dulce libertad del imperio de su amor, el cual quería establecer en los corazones de todos los que que quisieran abrazar esta devoción".
(Carta 133, cuarta de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 3 de noviembre de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 460-461).

El beato papa Pío IX explicó que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús la quiso Nuestro Señor para encender la caridad en todos y para que así caminemos según su Corazón como Dios quiere:

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es para encender la caridad en todos y que, inflamados de amor, caminemos según su Corazón agradándole a Dios
Así lo enseñó en 1864 el beato Pío IX, Papa, en el Breve de beatificación de Margarita María Alacoque y en la encíclica Quanta Cura que venía con el Syllabus

El propio Jesús, el Verbo hecho carne, le reiteró también a la beata sor María del Divino Corazón que el verdadero núcleo de esta devoción es la unión personal con Él:

"Una vez, hablando de este mismo asunto de las comuniones, dijo que su deseo había sido establecer el culto de su Divino Corazón, y que ahora que este culto exterior estaba introducido por sus apariciones a la bienaventurada Margarita María y extendido por todas partes, Él quería también que el culto interno se estableciese más y más; es decir, que las almas se habituasen a unirse cada vez más con Él interiormente y a ofrecerle sus corazones como morada".
(Soeur Marie du Divin Coeur, Luis Chasle, cap. VIII, pg. 240, ed. 1925, París).

Claro que para vivir del todo según Dios y nada según uno mismo hay que padecer

«Querer amar a Dios sin sufrir por su amor no es más que una ilusión».
(Carta nº 108. A la Hermana Joly, del 28 de agosto de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 397).

"Nunca debe, quien al cielo aspira, buscar otro camino que la cruz"
(Autobiografía, 5. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 449, pág. 122).

No basta con la vida cristiana dulcita y blandita -sin cruz- que se solía difundir ad usum Delphini, sino aceptar todos los sufrimientos que Dios quiera que se tengan, mortificarse con los sufrimientos de las privaciones; e incluso, imitando a los santos, pedir más sufrimientos, y darle las gracias por los que nos conceda, porque el amor ha de ser obviamente verdadero, es decir, amor con locura, como el que nos tiene Jesús, el Verbo hecho carne.

Y para ello hay que hablar seriamente con Él y recordarle nuestra incapacidad para sufrir nada y que es preciso que nos dé su gracia, porque vamos a pedirle que reine del todo en nosotros, a toda costa y a todo riesgo, que es lo más sensato.

Un quiero y no puedo, sí. Pero Dios lo quiere y Él sí puede. Dios lo manda y esto demuestra que nos dará los medios: las gracias actuales y la presencia y la acción en nuestra alma de la Gracia Increada, el Espíritu Santo. Al ser un quiero y no puedo, esto demuestra que Dios ha hecho que queramos, nos lo ha concedido. Esto demuestra su presencia y su acción, aunque le gusta esconderse, Lo descubrimos y besamos su mano.

Pero el placer es un obstáculo para que reine el Sagrado Corazón de Jesús, como explica santa Margarita María:

"No olvido a la otra persona de quien me habláis en vuestra carta. Pero el Sagrado Corazón de Nuestro Señor reinará con dificultad en el suyo, porque en él hace reinar con exceso el placer.
(Carta nº 38. A la Madre Saumaise, 1685. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 277).

Y recordemos la necesaria poda anunciada en el Evangelio (Jn 15,1-2). Se trata de sufrir o sufrir. Haciendo o no la voluntad de Dios. Con felicidad o sin ella respectivamente.

En 1677, después de la prueba sufrida el día de la Presentación, Jesús, el Verbo hecho carne, le manda a santa Margarita María padecer en silencio por el establecimiento de su reinado de amor:

 «A imitación mía, harás y padecerás en silencio, sin más interés que la gloria de Dios en el establecimiento del reino de mi Sagrado Corazón en el de los hombres, a los cuales quiero manifestárselo por tu medio».
(Autobiografía, cap. VI. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 130).

Pero en la misma carta expone Sor Margarita María su convencimiento de que Jesús quiere establecer su reinado por la dulzura y la suavidad de Su amor:

"Estoy convencida de que quiere establecer su imperio por la dulzura y suavidad de su amor, y no por los rigores de su justicia" (Ib.).

Cuando, eliminado el poder anticristiano por Jesús en su segunda venida a la vista de todos, y mediante la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará también con Su segunda venida gloriosa, se universalice la cristianización, se consagren todos al Sagrado Corazón y cumplan con lo que requiere dicha consagración, se realizará plenamente el reinado social de Jesucristo:

"Saludamos la aurora de aquel ansiado día en que la soberanía de Jesucristo será de todos reconocida"
"Si todas las familias se consagrasen al divino Corazón, y cumpliesen las obligaciones de tal consagración, estaría asegurado el reinado de Jesucristo en la sociedad":
"Nuestro espíritu se abre hoy a la esperanza de que nuestro tiempo, aunque oprimido por infinitas miserias, encuentre su salvación en una más dócil correspondencia a quienes continúan el apostolado de la B. Alacoque. Alabemos a Dios contemplando caídos para siempre en el universal desprecio los ataques que anteriormente los pretendidos sabios osaban lanzar contra la doctrina que revindica para el Corazón de Jesús el culto debido a cualquier miembro de una Persona divina. Alabemos a Dios contemplando cómo se ha aumentado extraordinariamente el número de las congregaciones que tienen por titular al Corazón de Jesús. Suba a Dios nuestra alabanza por los prodigios de caridad que, en unión y por los méritos del Corazón divino, llevan a cabo intrépidos misioneros en páramos lejanos, o tímidas religiosas en cercanos hospitales. Pero de modo especialísimo y con acentos del más vivo agradecimiento, alabemos a Dios contemplando la admirable difusión que hoy ha alcanzado la obra tan santa de la consagración de las familias cristianas al Corazón de Jesús. Si todas las familias se consagrasen al divino Corazón, y si todas cumpliesen las obligaciones que lleva consigo tal consagración, estaría asegurado el reinado de Jesucristo en la sociedad. Y ¿no hemos de alegrarnos al ver puesta la causa de un efecto tan admirable? Nos alegramos tanto de ello, que Nos place deducir de ahí menos lejano el día de la canonización de la B. Alacoque. Si a ésta, en efecto, ha de seguir una más conveniente difusión del culto al Sagrado Corazón, ¿quién no acelerará con el deseo y el trabajo la extensión de este magnífico culto? Por la aurora se vislumbra el mediodía, y Nos, que en la bien recibida práctica de la consagración de las familias al Sagrado Corazón, saludamos la aurora de aquel ansiado día en que la soberanía de Jesucristo será de todos reconocida, repetimos con exultación confiada la palabra de S. Pablo: «Es preciso que él reine» (1 Cor 15, 25)".
(
Alocución de Benedicto XV de 6 de enero de 1918 al aprobar dos milagros de la beata Margarita María Alacoque • CRISTIANDAD, nn 887 - 888. Jun - Jul 2005. Pág. 10).

Y Jesús, el Verbo hecho carne, reinará en todos los corazones y en todas las naciones.

Sí. Estamos muy felices y contentos porque está anunciada, como una promesa incondicionada y una profecía absoluta, la implantación universal en todos los corazones y en todas las naciones del Reinado del Sagrado Corazón de Jesús, el Verbo hecho carne, y la previa destrucción del catastrófico sistema anticristiano actual, tras su próxima dominación total.

En todos los corazones, sí, en todos:

«He aquí que vienen días -oráculo de Yahveh- en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos -oráculo de Yahveh-. Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo de Yahveh-: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: «Conoced a Yahveh», pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande -oráculo de Yahveh- cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme». (Jer 31, 31-34).

«Para vosotros en primer lugar ha resucitado Dios a su Siervo y le ha enviado para bendeciros, apartándoos a cada uno de vuestras iniquidades» (Hch 3,26).

Y en todas las naciones, sí, en todas:

Vendrán todas las naciones a postrarse ante ti, y a dar, Señor, gloria a tu nombre. (Sal 86,9; Ap 15,4).

«En su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos».
(Lc 24,47 ).

Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones.
(Isaías 2,2).

Isaías (60,1-6)
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, y
la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti. Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.
(Isaías (60,1-6)

Así fue anunciada y proclamada con seguridad la esperanza de la Iglesia en el Concilio Vaticano II:

"La Iglesia, juntamente con los profetas y con el mismo Apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con voz unánime y le servirán hombro con hombro" (Nostra aetate, 4).

Lo que es proclamar la esperanza cierta y segura de la futura catolicidad consecuente de todos los pueblos, con los judíos a la cabeza de los creyentes en Jesucristo; la Cristiandad futura; la futura unidad católica mundial, no por exclusión legal de la libertad religiosa, sino cimentada en la aceptación voluntaria del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en todos los corazones movidos por Su gracia divina, la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, Su segunda venida gloriosa con la que, al evidenciar Su existencia, eliminará el poder anticristiano que, cada vez más, impone vivir como si Dios no existiera.

Obrar en el futuro en consecuencia es obedecerle a Dios. Y a la Iglesia y al Papa cuando enseñan con la autoridad que Dios les ha dado en materias de fe y de moral, estando la normativa ética de la política entre las materias sobre las que el Papa tiene autoridad, cuando la ejerce, lo mismo que la Iglesia Católica.

Canals explica que esto es anunciar la unidad religiosa de la humanidad:

"Tratando de la religión judía, y afirmando la futura conversión de Israel, el texto anuncia la futura unidad religiosa de toda la humanidad".
(La teología de la historia del Padre Orlandis, S. I. y el problema del milenarismo, Francisco Canals, CRISTIANDAD, Barcelona. Año LV. Núms. 801-802. Marzo-Abril 1998. Págs. 23-28)

Y así fue proclamada por el Papa la misión de la Iglesia:

"Cristo llama, justifica, santifica y envía a sus discípulos a anunciar el Reino de Dios, para que todas las naciones lleguen a ser Pueblo de Dios".
(Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Misiones de 2009).

La luz del Evangelio orienta a los pueblos hacia una gran familia en paz... Que la soberanía de Cristo se realice plenamente... que la luz de Cristo ilumine a toda la comunidad humana. Que su Evangelio ayude a las personas de todos los continentes a convertirse en una gran familia, para que todos los pueblos descubran en Dios a un Padre que los ama".
Las naciones caminarán a su luz" (Ap 21, 24).
(Benedicto XVI, DOMUND del 18.10.2009)

Se ha de cumplir en el futuro la profecía de Ap 11,15
«El reino de este mundo se ha hecho de nuestro Señor y de su Cristo; y reinará por los siglos de los siglos»

Todavía no ha implantado Jesús el Reino de Dios en la tierra en su plenitud efectiva, pero lo implantará

La Cristiandad futura

La Buena Noticia de la implantación universal del Reino de Dios y la eliminación del actual sistema anticristiano, tras su próxima dominación total

Jesucristo quiere a toda costa reinar en cada alma porque ese es nuestro bien

Y reinará en España con más veneración que en otras muchas partes, según la promesa de Jesús, el Verbo hecho carne, al beato Bernardo de Hoyos el jueves, 14 de mayo de 1733, fiesta solemne de la Ascensión del Señor:

«Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes»

(Véase el artículo de José Mª. Sáenz de Tejada, S. I., ««Reinaré en España y con más veneración que en otras partes», Revista Cristiandad de Barcelona, nº 29, páginas 249-251, 1 de junio de 1945)

«Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes»

La promesa de Jesús, el Verbo hecho carne, al beato Bernardo de Hoyos el jueves, 14 de mayo de 1733, fiesta solemne de la Ascensión del Señor

"Después de comulgar, tuve la misma visión referida del Corazón, aunque con las circunstancias de verle rodeado de la corona de espinas y una cruz en la extremidad de arriba, ni más ni menos que la pinta el P. Gallifet; también vi la herida por la cual parece se asomaban los espíritus más puros de aquella sangre, que redimió el mundo. Convidaba el divino amor Jesús a mi corazón se metiera en el suyo por aquella herida, que aquél sería mi Palacio, mi Castillo, y Muro en todo lance. Y como el mío aceptase, le dijo el Señor: ¿No ves que está rodeado de espinas y te punzarán?, que fue irritar más el amor, que introduciéndose a lo más íntimo, experimentó eran rosas las espinas. Reparé que además de la herida grande, había otras tres menores en el Corazón de Jesús, y preguntándome si sabía quién se las había hecho, me trajo a la memoria aquel favor con que nuestro amor le hirió con tres saetas. Recogida todo el alma en este Camarín Celestial, decía: «Haec requies mea in saeculum saeculi, hic habitabo quoniam elegi eam». Dióseme a entender que no se me daban a gustar las riquezas de este Corazón para mí solo, sino que por mí las gustasen otros. Pedí a toda la Santísima Trinidad la consecución de nuestros deseos, y pidiendo esta fiesta en especialidad para España, en quien ni aun memoria parece que hay de ella, me dijo Jesús: «Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes». 

(Autógrafo del P. Juan de Loyola, S. I., L. III, cap. I, p. 116. Véase el autógrafo y la fotografía en Razón y Fe, t. 102, p. 23).

El beato Bernardo de Hoyos consignó por escrito enseguida con la máxima fidelidad el gran mensaje en un manuscrito desaparecido, como todos sus escritos. Pero su director el P. Juan de Loyola, S. I., lo copió fielmente en el manuscrito Autógrafo de su vida. Fallecido Bernardo de Hoyos el 29 de noviembre de 1735, dicho P. Juan de Loyola, S. I. publicó la vida de Bernardo para referir los principios en España de la devoción al Sagrado Corazón en la primera edición del Tesoro Escondido, publicada en 1736 y en todas las siguientes.

El P. Uriarte, S. I. publicó su Vida del P. Hoyos  «arreglada y aumentada de como la escribió y dejó inédita el P. Juan de Loyola». El texto de la promesa del Reinaré en el autógrafo está en la 2ª ed., páginas 250-251.

(Véase el artículo de José Mª. Sáenz de Tejada, S. I., ««Reinaré en España y con más veneración que en otras partes», Revista Cristiandad de Barcelona, nº 29, páginas 249-251, 1 de junio de 1945)

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La promesa del reinado del Sagrado Corazón de Jesús recibida por santa Margarita María Alacoque

"Yo creo que se cumplirán aquellas palabras que hacía oír de continuo al oído del corazón de su indigna esclava entre las dificultades y oposiciones que había al principio de esta Devoción: 
«Reinaré a pesar de Mis enemigos y de cuantos se opongan a ello»”.
(Carta 131, segunda de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I., 10 de agosto de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 439).

“En mi aflicción no sabía a quién dirigirme sino a Él, que siempre levantaba mi ánimo abatido, diciéndome sin cesar:
«Nada temas. Reinaré a pesar de mis enemigos y de todos los que a ello quisieran oponerse»”.  
(Autobiografía, cap. VIII. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 144).

"Y cuando Satanás suscitaba contradicciones y oposiciones, que al principio han sido mayores de lo que pudiera deciros, su bondad me levantaba el ánimo con aquella amorosa palabra que infundía en mí una confianza y una seguridad inquebrantables:
«¿Qué temes? Reinaré a pesar de Satanás y de todo lo que a ello se oponga»".
(Carta nº 108. A la Hermana Joly, del 28 de agosto de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 396).

“Él me fortificaba con estas palabras, que oía yo en lo más íntimo de mi corazón con un regocijo inconcebible:
«Reinaré, a pesar de mis enemigos y de todos cuantos a esto quieran oponerse»”.
(Carta 132, tercera de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 15 de septiembre de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 446).

«Reinará este amable Corazón a pesar de Satanás... Según lo ha dado a entender a su indigna esclava, pretende dar vida a muchos por este medio, apartándolos del camino de perdición y echando por tierra el imperio de Satanás en las almas».
(Carta nº 100. A la Madre Saumaise, junio de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 376-377).

«Satanás quedará confundido y este Divino Corazón establecerá su reinado y su imperio a pesar del enemigo».
(Carta nº 30. A la Madre Saumaise, enero de 1685. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 264).

“Yo espero que esta Devoción será uno de los medios de que Él se quiere servir para sacar de la perdición un gran número de almas, arruinando en ellas el imperio de Satanás, para reponerles, con su gracia santificante, en el camino de la salvación eterna, como me parece haberlo prometido”.
(Carta 132, tercera de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 15 de septiembre de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 447-448).

"Esta devoción era como un supremo esfuerzo de su amor que quería favorecer a los hombres en estos últimos tiempos con esta redención amorosa, para sacarlos del imperio de Satanás que Él pretendía arruinar para colocarnos bajo la dulce libertad del imperio de su amor, el cual quería establecer en los corazones de todos los que que quisieran abrazar esta devoción".
(Carta 133, cuarta de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 3 de noviembre de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 460-461).

"Algunas veces me he quejado a Él porque no emplea personas de autoridad y de ciencia, que hubieran podido adelantar mucho con su influencia. Y me parece que me ha dado a entender que para esto nada le sirve el poder humano, porque la devoción y el reinado de este Sagrado Corazón no se establecerán sino por medio de personas pobres y despreciadas... Y que, a pesar de todas las oposiciones y contradicciones que en contra de esto pudieran levantarse, reinará y se manifestará y hará que le amen aun los mismos que se opusieron a ello".
(Carta nº 111. A la Madre Saumaise, [octubre/noviembre] de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 403-404).

«Al fin reinará este Divino Corazón a pesar de los que se oponen a ello. Satanás quedará confundido con todos sus secuaces... El adorable Corazón de Jesús quiere establecer su reinado de amor en todos los corazones, destruyendo y arruinando el de Satanás. Me parece que lo desea tanto que promete grandes recompensas a los que de buen grado se dediquen a ello con todo su corazón».
(Carta nº 118. A la Hermana Joly, del 10 de abril de 1690. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 412).

La promesa de su reinado se la comunicaba continuamente Jesús a santa Margarita María cuando le revelaba la devoción a su Sagrado Corazón.

En la primera de sus apariciones le dijo Jesús, el Verbo hecho carne, a Santa Margarita María:
«Aquí me tienes como nuevo Mediador. Es el último esfuerzo de mi amor, para una vez más salvar al mundo. Por eso quiero reinar sobre él. Sí, mi Divino Corazón reinará».
F. S. y S., El Reinado del Sagrado Corazón. La Avalancha. Órgano de la "Bibliotca Católico-Propagandista", año LI, núm. 1225. Pamplona, 27 de junio de 1946. Pág. 89.
http://www.navarra.es/appsext/bnd/GN_Ficheros_PDF_Binadi.aspx?Fichero=BGN00CD-0_303_1946123100000000410.pdf

Margarita María insiste en la información de la promesa del reinado del Sagrado Corazón de Jesús, que Él mismo reiteraba.

No conseguía santa Margarita María lo que Jesús le había encargado y Él mismo, el Verbo hecho carne, la consolaba con lo que es en realidad su mayor promesa:

“En mi aflicción no sabía a quién dirigirme sino a Él, que siempre levantaba mi ánimo abatido, diciéndome sin cesar:
«Nada temas. Reinaré a pesar de mis enemigos y de todos los que a ello quisieran oponerse».  
“Me consolaron mucho estas palabras, --relata la santa--porque sólo deseaba verle reinar”.  
(Autobiografía, cap. VIII. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 144).

Cuando años después aludía a sus indecibles dificultades iniciales, refería con las mismas palabras esa grandiosa promesa de amor:

"Cuando Satanás suscitaba contradicciones y oposiciones, que al principio han sido mayores de lo que pudiera deciros, su bondad me levantaba el ánimo con aquella amorosa palabra que infundía en mí una confianza y una seguridad inquebrantables:
«¿Qué temes? Reinaré a pesar de Satanás y de todo lo que a ello se oponga»".
(Carta nº 108. A la Hermana Joly, del 28 de agosto de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 396).

También le hace Jesús la promesa de arruinar el imperio de Satanás en cada alma, básica para el reinado del Corazón de Jesús en lo íntimo de cada persona, que es el reinado primordial y del que procede el reinado social. Es el reinado en cada persona, puesto que dice que el adorable Corazón de Jesús quiere reinar en todos los corazones. Dice «corazones» y dice «en todos».

«Al fin reinará este Divino Corazón a pesar de los que se oponen a ello. Satanás quedará confundido con todos sus secuaces. Y serán felices aquellos de quienes Él se sirva para establecer su imperio... El adorable Corazón de Jesús quiere establecer su reinado de amor en todos los corazones, destruyendo y arruinando el de Satanás. Me parece que lo desea tanto que promete grandes recompensas a los que de buen grado se dediquen a ello con todo su corazón».
(Carta nº 118. A la Hermana Joly, del 10 de abril de 1690. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 412).

«Reinará este amable Corazón a pesar de Satanás... Según lo ha dado a entender a su indigna esclava, pretende dar vida a muchos por este medio, apartándolos del camino de perdición y echando por tierra el imperio de Satanás en las almas».
(Carta nº 100. A la Madre Saumaise, junio de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 376-377).

“Yo espero que esta Devoción será uno de los medios de que Él se quiere servir para sacar de la perdición un gran número de almas, arruinando en ellas el imperio de Satanás, para reponerles, con su gracia santificante, en el camino de la salvación eterna, como me parece haberlo prometido”.
(Carta 132, tercera de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 15 de septiembre de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 447-448).

«Reinará este amable Corazón a pesar de Satanás... Según lo ha dado a entender a su indigna esclava, pretende dar vida a muchos por este medio, apartándolos del camino de perdición y echando por tierra el imperio de Satanás en las almas».
(Carta nº 100. A la Madre Saumaise, junio de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 376-377).

«Satanás quedará confundido y este Divino Corazón establecerá su reinado y su imperio a pesar del enemigo».
(Carta nº 30. A la Madre Saumaise, enero de 1685. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 264).

"Esta devoción era como un supremo esfuerzo de su amor que quería favorecer a los hombres en estos últimos tiempos con esta redención amorosa, para sacarlos del imperio de Satanás que Él pretendía arruinar para colocarnos bajo la dulce libertad del imperio de su amor, el cual quería establecer en los corazones de todos los que que quisieran abrazar esta devoción".
(Carta 133, cuarta de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 3 de noviembre de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 460-461).

“Como tiene tan vivos deseos de ser conocido, amado y honrado por los hombres, en el corazón de los cuales tanto ha anhelado establecer por este medio el imperio de su puro amor, ha prometido grandes recompensas a todos los que se empleen en hacerle Reinar. ¡Cuán dichoso sois de contaros en este número!».  
(Carta 131, segunda de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 10 de agosto de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 434).

"Algunas veces me he quejado a Él porque no emplea personas de autoridad y de ciencia, que hubieran podido adelantar mucho con su influencia. Y me parece que me ha dado a entender que para esto nada le sirve el poder humano, porque la devoción y el reinado de este Sagrado Corazón no se establecerán sino por medio de personas pobres y despreciadas... Y que, a pesar de todas las oposiciones y contradicciones que en contra de esto pudieran levantarse, reinará y se manifestará y hará que le amen aun los mismos que se opusieron a ello".
(Carta nº 111. A la Madre Saumaise, [octubre/noviembre] de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 403-404).

«A imitación mía harás y padecerás en silencio, sin más interés que la gloria de Dios en el establecimiento del reino de mi Sagrado Corazón en el de los hombres, a los cuales quiero manifestárselo por tu medio».  (Autobiografía, cap. VI. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 130).

Puesto que la promesa de reinar está en la misma carta del 10 de agosto de 1689 al Padre Croiset en la que se contienen otras promesas presentes habitualmente en las listas, parecería extraño que se haya hecho desaparecer esta promesa del reinado del Divino Corazón de Jesús, pero no debe extrañar ya nada de este tipo de censuras, dando por sabido quién las suscita:

Ha prometido a todos cuantos se consagren y ofrecieren a Él para darle este contento (que consiste en tributarle y procurarle todo el amor, honor y gloria que esté en su poder, según los medios que Él les proporcione), que jamás los dejará perecer; que les será un asilo seguro contra todas las asechanzas de sus enemigos, pero sobre todo en la hora de la muerte que les recibirá amorosamente en su Divino Corazón, poniendo en seguridad su salvación, cuidando de santificarlos y glorificarlos delante de su Eterno Padre, mientras se tomen el trabajo de engrandecer el imperio de su amor en los corazones; y que, como Él es la fuente de todas las bendiciones, las derramará abundantemente en todos los lugares donde sea honrada la imagen de ese Sagrado Corazón...
Es que su amor le apremia...
Prometió además que daría la paz a las familias en que reinara la discordia y protegería a las que estuvieran en necesidad; que difundiría esta suave unción de su caridad en todas las Comunidades religiosas en las que fuere honrado y se pusieran bajo su protección; que reuniría todos los corazones para no formar más que uno solo con Él; que apartaría los rayos de la divina justicia volviéndolos a la gracia, cuando se hallaren privados de ella…”
(Carta 131, segunda de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 10 de agosto de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 435-436).

“Yo creo que se cumplirán aquellas palabras que hacía oír de continuo al oído del corazón de su indigna esclava entre las dificultades y oposiciones que había al principio de esta Devoción: 
«Reinaré a pesar de Mis enemigos y de cuantos se opongan a ello»”.
(Carta 131, segunda de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 10 de agosto de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 439).

También consta allí mismo que promete Jesús grandes recompensas a los que se empleen en hacer reinar su Divino Corazón. Debería constar también en la lista de las promesas del sagrado Corazón de Jesús:

“Como tiene tan vivos deseos de ser conocido, amado y honrado por los hombres, en el corazón de los cuales tanto ha anhelado establecer por este medio el imperio de su puro amor, ha prometido grandes recompensas a todos los que se emplearen en hacerle reinar”.
(Carta 131, segunda de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 10 de agosto de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 434).

En un primer viernes de 1674, en la segunda de las grandes revelaciones:

"Se me presentó el Corazón divino como en un trono de llamas... Me hizo ver que el ardiente deseo que tenía de ser amado de los hombres y de apartarlos del camino de perdición, adonde Satanás los precipita en tropel, le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón... Es preciso honrarle bajo la figura de ese Corazón de carne, cuya imagen quería que se expusiera... Me aseguró que tiene singular placer en ser honrado bajo la figura de este Corazón de carne, cuya imagen quería que se expusiera en público a fin de mover, añadió, por este medio el corazón insensible de los hombres. Me prometió que derramaría en abundancia todos los dones de que está lleno sobre el corazón de todos los que le honren...
Esta devoción era como un supremo esfuerzo de su amor que quería favorecer a los hombres en estos últimos tiempos con esta redención amorosa, para sacarlos del imperio de Satanás que Él pretendía arruinar para colocarnos bajo la dulce libertad del imperio de su amor, el cual quería establecer en los corazones de todos los que que quisieran abrazar esta devoción".
(Carta 133, cuarta de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 3 de noviembre de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 460-461).

Pero hay que apreciarle y quererle a Jesús, el Verbo hecho carne, mucho más que lo que apreciamos lo que nos concede:

"Él vale diez millones de veces más que todos sus dones, los cuales no pueden ser considerados más que con relación a su amor".
(Carta 132, tercera de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 15 de septiembre de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 449).

El año 1677, después de la prueba sufrida el día de la Presentación, le dice Jesús a santa Margarita María:

 «A imitación mía, harás y padecerás en silencio, sin más interés que la gloria de Dios en el establecimiento del reino de mi Sagrado Corazón en el de los hombres, a los cuales quiero manifestárselo por tu medio».
(Autobiografía, cap. VI. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 130).

En la misma carta expone Sor Margarita María su convencimiento de que Jesús quiere establecer su reinado por la dulzura y la suavidad de su amor:

"Estoy convencida de que quiere establecer su imperio por la dulzura y suavidad de su amor, y no por los rigores de su justicia" (Ib.).

«Satanás quedará confundido y este Divino Corazón establecerá su reinado y su imperio a pesar del enemigo».
(Carta nº 30. A la Madre Saumaise, enero de 1685. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 264).

«Espero que el Divino Corazón reinará, a pesar de todo lo que a ello se opone».
(Carta nº 44. A la Madre Saumaise, marzo de 1686. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 283).

«Lo único que quiere es establecer su reinado entre nosotros para darnos más abundantemente sus gracias de santificación y de salvación... Proseguid animosamente, mi querida Madre, lo que habéis emprendido para su gloria trabajando en el establecimieto del reinado de este Divino Corazón, que reinará a pesar de Satanás, y de cuantos a ello se opusieren... Por lo que a mí toca, bien sé yo que lo que me pertenece justamente es la cruz, ya que este Divino Corazón me ha dado a conocer claramente que quería fundar su reino sobre la destrucción y anonadamiento de mí misma».
(Carta nº 97. A la Madre Saumaise, al final de febrero de 1687. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 371-372).

«Espero que el Divino Corazón reinará a pesar de Satanás y de cuantos se opongan».
(Carta nº 106. A la Madre La Barge, 21 de agosto de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 391).

“Si yo pudiera hacerle reinar en las almas y establecer el imperio de su amor en todos los corazones, ¡cuán dichosa me juzgaría!”.
(Carta 130, primera de Aviñón, al Padre Juan Croisset, S. I. del 14 de abril de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 430).

A la Hermana La Barge le plantea sor Margarita María el objetivo de olvidarse de sí y entrar para ello en el Corazón de Jesús:

"Deseo, mi querida amiga, que consigamos dejarnos y olvidarnos por completo a nosotras mismas, para no ver, ni tener más que a nuestro único necesario, que así lo desea de nosotras. Por lo cual debemos procurar con todas nuestras fuerzas entrar en su adorable Corazón, haciéndonos muy pequeñas por la humilde confesión de nuestra nada, en la cual debemos quedar siempre abismadas".
(Carta nº 94. A la Hermana La Barge, octubre de 1688. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 365).

En la misma carta sor Margarita María explica cómo cimentar en el Sagrado Corazón de Jesús el reinado de la paz en nosotros:

"Esto se hace por la conformidad con su beneplácito, al cual debemos abandonarnos de tal modo que tengamos un cuidado especial de cercenar todo lo que a eso pudiera poner un obstáculo, dejándole hacer en nosotros, de nosotros y por nosotros, según su deseo, a fin de que nos perfeccione a su modo y nos modele a su gusto. Y para mantenernos siempre en este Divino Corazón, debemos amarle con amor de preferencia, como el único necesario de nuestro corazón. [Inclinándonos con suavidad] al desprecio y olvido de todo lo demás... [con] una completa muerte a todo deseo, satisfacción, curiosidad y miras sobre sí... para hacerse guiar por ese Divino Piloto, en la barca segura de su amoroso Corazón... [Haciéndole] entera donación de todo... sin reservas... He aquí... muy buena ocupación... para toda nuestra vida... aspirar a esa unidad... unidad de voluntad con la de nuestro Soberano Bien, para no querer más que lo que Él quiere; unidad de amor, unidad de corazón, de espíritu y de operación, no haciendo más que uniros a lo que Él hace en vos".
(Carta nº 94. A la Hermana La Barge, octubre de 1688. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 365-366).

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Y temerán las naciones el nombre de Yahveh, y todos los reyes de la tierra tu gloria; cuando Yahveh reconstruya a Sión, y aparezca en su gloria, volverá su rostro a la oración del despojado, su oración no despreciará. Se escribirá esto para la edad futura, y en pueblo renovado alabará a Yahveh: que se ha inclinado Yahveh desde su altura santa, desde los cielos ha mirado a la tierra, para oír el suspiro del cautivo, para librar a los hijos de la muerte. Para pregonar en Sión el nombre de Yahveh, y su alabanza en Jerusalén, cuando a una se congreguen los pueblos, y los reinos para servir a Yahveh. (Sal 102,16-23).

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Jesucristo quiere a toda costa reinar en cada alma porque ese es nuestro bien........Aceptar el reinado de Jesús es ser víctima de su amor.......En vez de tener preocupaciones, expresarle amor a Jesús.......Lo más urgente de todo. ......

t.El Reinado de Jesucristo consumado en cada alma y en el mundo por la acción misericordiosa de su Sagrado Corazónt....La Ascensión y la Parusía visible y gloriosa de Jesús, el Verbo hecho carneu..Jesucristo Rey...

Tras la quiebra de la apostasía y el hundimiento del imperio anticristiano a consecuencia de la Parusía de Jesucristo, la segunda venida gloriosa de Jesús, el Verbo hecho carne, su manifestación gloriosa, como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiera, (como después de su Resurrección y hasta su Ascensión), vendrá sin obstáculo, mediante la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, el proceso de recristianización con el auge de la devoción a la Virgen María y de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. El triunfo de estas devociones tras la segunda venida de Jesucristo traerá la implantación consumada del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo en la tierra como aseguran respectivamente san Luis María Grignon de Monfort y el padre Ramón Orlandis, S.I.:

“La salvación del mundo comenzó por medio de María y por medio de Ella debe consumarse. María casi no se manifestó en la primera venida de Jesucristo (...) Pero, en la segunda venida de Jesucristo, María tiene que ser conocida y puesta de manifiesto por el Espíritu Santo, a fin de que por Ella Jesucristo sea conocido, amado y servido”
(San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen María, cap. III titulado María en los últimos tiempos de la Iglesia).

"Como consecuencia del triunfo de esta devoción ha de venir la época profetizada de paz y prosperidad en la Iglesia, coincidente con el Reinado Social de Jesucristo"
(El padre Orlandis explicando la devoción al sagrado Corazón en la fiesta de Cristo Rey del 25 de octubre de 1942).

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El futuro de la hispanidad

Catolicidad, Reino de Dios y proselitismo

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"Sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia, podrá levantarse la civilización del Amor, el Reino del Corazón de Cristo"
(San Juan Pablo II, 5.10.1986. Carta al General de la Compañía de Jesús. Insegnamenti, vol. IX/2, 1986, p. 843)

"Sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia podrá edificarse la civilización del Corazón de Cristo"
(Benedicto XVI, 15.05.2006, Carta sobre el culto al Corazón de Jesús, repitiendo las palabras de san Juan Pablo II de 5.10.1986, Insegnamenti, vol. IX/2, 1986, p. 843).

"La civilización del amor debe ser el verdadero punto de llegada de la historia humana"
(San Juan Pablo II, 3.11.1991. Homilía en la Parroquia de San Romualdo de Roma. L'Oss. 21.11.91).

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San Pablo habla de la Parusía, la segunda venida gloriosa de Jesús, el Verbo hecho carne

"El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor" (1 Ts 4, 16-17).

San Pablo no dice que en el momento de la segunda venida de Cristo morirán todos los habitantes del planeta. Al contrario, distingue dos tiempos y dos situaciones tras la parusía de Cristo. Dice clara y explícitamente que primero resucitarán "los que murieron en Cristo". Y que será "después" cuando serán llevados al cielo los habitantes del planeta. Ese "después", no dice si ocurrirá tras unos instantes -como dicen muchos hoy en día, pero no san Pablo-, o si ocurrirá tras un tiempo más largo, como creían y esperaban la inmensa mayoría de los cristianos hasta el siglo IV, hasta la época de san Agustín y de san Jerónimo, porque así lo encontraban en los textos bíblicos y en la predicación transmitida desde los apóstoles. Después de la alarma sembrada por san Jerónimo, horrorizado porque esto le sonaba a judaizante, sólo una minoría de cristianos católicos lo ha seguido entendiendo así, aunque muchos eclesiásticos también lo han rechazado horrorizados a su vez, porque algunos protestantes decían que el Anticristo era el Papa y que la Gran Ramera de Babilonia era la Roma pontificia. Y así se ha venido sembrando la creencia infundada de que la segunda venida de Cristo trae consigo el fin aniquilador del mundo y de todos sus habitantes.

El papa Benedicto XVI comenta las citadas palabras de san Pablo (1 Ts 4, 16-17) referentes a la segunda venida de Cristo (Benedicto XVI, Audiencia general del 12.11.2008).

No es extraño que Benedicto XVI dijera ese día 12.11.2008 (LEER MÁS), que hoy no es fácil atreverse a orar pidiendo "Ven Señor", ¡Maranà, thà! "¡Ven, Señor Jesús", porque sería creer que se pide la aniquilación de la humanidad ya, y que encima se pide el envío de todos al infierno, porque esa aniquilación total sucedería inmediatamente después de la apostasía casi universal, que esta sí que está profetizada. ¡Cómo atreverse a pedir todo eso! Pero no es eso lo que pedían los primeros cristianos y lo que en el Apocalipsis dice el Espíritu Santo que hay que pedir, que no son peticiones humanas, basadas en creencias de tal o cual eclesiástico.

Se nota que habla inspiradamente inspirado por el Espíritu Santo el papa Benedicto XVI cuando dice:

"Creo que aunque, por muchos motivos, no nos atrevamos a rezar sinceramente así, sin embargo de una forma justa y correcta podemos decir también con los primeros cristianos: "¡Ven, Señor Jesús!".

Ciertamente, no queremos que venga ahora el fin del mundo. Pero, por otra parte, queremos que acabe este mundo injusto. También nosotros queremos que el mundo cambie profundamente, que comience la civilización del amor, que llegue un mundo de justicia y de paz, sin violencia, sin hambre. Queremos todo esto. Pero ¿cómo podría suceder esto sin la presencia de Cristo? Sin la presencia de Cristo nunca llegará un mundo realmente justo y renovado. Y, aunque sea de otra manera, totalmente y en profundidad, podemos y debemos decir también nosotros, con gran urgencia y en las circunstancias de nuestro tiempo: ¡Ven, Señor! Ven a tu modo, del modo que tú sabes. Ven donde hay injusticia y violencia. Ven a los campos de refugiados, en Darfur y en Kivu del norte, en tantos lugares del mundo. Ven donde domina la droga. Ven también entre los ricos que te han olvidado, que viven sólo para sí mismos. Ven donde eres desconocido. Ven a tu modo y renueva el mundo de hoy. Ven también a nuestro corazón, ven y renueva nuestra vida. Ven a nuestro corazón para que nosotros mismos podamos ser luz de Dios, presencia tuya. En este sentido oramos con san Pablo: ¡Maranà, thà! "¡Ven, Señor Jesús"!, y oramos para que Cristo esté realmente presente hoy en nuestro mundo y lo renueve" (
LEER MÁS).

Esto es hablar como Papa, en concordancia con la Biblia y con la oración inspirada y querida por Dios. Pedir la civilización del amor. El fin, no del mundo, sino el fin y la ruina de la dictadura del relativismo anticristiano del laicismo.

También lo enseña como verdadera esperanza de la Iglesia el Concilio Vaticano II:

"La Iglesia, juntamente con los profetas y con el mismo Apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con voz unánime y le servirán hombro con hombro" (Nostra aetate, 4).
[Lo que es proclamar con toda seguridad la confesionalidad de todos los pueblos y que obrarán en consecuencia en el futuro].

Será la gracia divina la que causará la conversión total de todos:

«Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne,
para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica , y así sean mi pueblo y yo sea su Dios (Ez 11,19-20).

Jesucristo anunció el reino de Dios y efectivamente vino el reino de Dios que es su Iglesia, nuestra Santa Madre Iglesia Católica Jerárquica, como la denominaba san Ignacio de Loyola, y la Iglesia del siglo XXI celebra la fiesta solemne de Cristo Rey (leer más)

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«Reinaré a pesar de mis enemigos»
¡Las promesas de Paray-le-Monial! ¡Reinaré a pesar de mis enemigos! Estas palabras resonaban de continuo en el oído de Santa Margarita. [...] Tal vez los primeros devotos del Corazón de Jesús no atendieron lo bastante a estas significativas palabras. Extendióse, muerta la santa, la devoción al Divino Corazón pedida en las revelaciones, pero la idea del reino más bien parece esfumarse. Mas llegando a su mitad el siglo XIX, al choque de la antítesis impía y liberal, la idea del reino de Cristo cobra vigencia, claridad y precisión
RAMÓN ORLANDIS, S.I.: «Sobre la actualidad de la fiesta de Cristo Rey», Cristiandad, núm. 39, 1 de noviembre de 1945.

La manifestación al mundo del Sagrado Corazón de Jesús en las revelaciones de Paray-le-Monial a santa Margarita María Alacoque "es una verdadera profecía de que Él reinará en el mundo a pesar de sus enemigos y esto porque por esta nueva redención destruirá el imperio de Satanás y sobre las ruinas del mismo levantará el imperio de su Amor".
(Ramón Orlandis, S. I.: Pensamientos y Ocurrencias. 1934. Cristiandad, núm. 269, de 1 de junio de 1955).

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El Reinado del Corazón de Jesús
Es innegable que el pueblo cristiano y piadoso, el devoto fervoroso del Corazón de Jesús, vive en la esperanza de su reinado de justicia y caridad. ¿Pero sabe el pueblo piadoso, en realidad, lo que espera? ¿Qué se promete, por ejemplo, el pueblo español cuando confía en la conocida promesa hecha al P. Bernardo de Hoyos? ¿Qué cuando a voz en cuello entona «Corazón santo, tú reinarás»? Por lo demás, ¿quién le inspira esta creencia? ¿es el Espíritu Santo o es pura ilusión popular? Desde luego hay que reconocer que en el pueblo cristiano se infiltran a las veces vanas opiniones y hasta supersticiones ridículas. Pero dado que un espíritu discreto sabrá fácilmente distinguir entre aquellas mentiras transitorias y localizadas, y esta esperanza general, que lejos de desvanecerse con el tiempo, va creciendo, ¿será esta diferencia prueba suficiente de intervención providencial del espíritu de Dios? Inclinará no poco la balanza en favor del influjo de Dios en la difusión y consolidación de la piadosa esperanza la indiscutible autoridad de las revelaciones de Paray, de donde toma su origen. ¿Qué es la piadosa creencia sino una interpretación razonable de las promesas de Paray?
RAMÓN ORLANDIS, S.I.: «El arco iris de la "Pax romana"», Cristiandad, núm. 54, 15 de junio de 1946

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San Francisco de Sales, el viernes siguiente a la octava del Corpus de año 1610, le escribió a santa Juana Francisca Fremiot de Chantal:

"Buenos días, mi muy querida hija. Esta noche Dios me ha hecho pensar que nuestra casa, nuestra Orden de la Visitación, es suficientemente importante, por su gracia, para llevar su blasón, su emblema, su eficaz grito de batalla. He pensado, querida Madre, que si usted está de acuerdo, adoptemos como nuestro escudo de armas un Corazón atravesado por dos flechas, rodeado de espinas y que sirva de base a una cruz en la que estén grabados los sagrados nombres de Jesús y de María".

Sesenta y cinco años después, santa Margarita María Alacoque, religiosa de la Orden de la Visitación, recibió del Señor Jesús, el Verbo hecho carne, el encargo de conseguir que la Iglesia estableciese una fiesta litúrgica el viernes siguiente a la octava de Corpus, en honor de su Sagrado Corazón, que le mostró con la herida de la lanza, rodeado de espinas, con una cruz clavada en lo alto y envuelto en llamas ardientes y luminosas.

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Bula de canonización por Benedicto XV de santa Margarita María Alacoque de 13 de mayo de 1920

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es para encender la caridad en todos y que, inflamados de amor, caminemos según su Corazón agradándole a Dios
Así lo enseñó en 1864 el beato Pío IX, Papa, en el Breve de beatificación de Margarita María Alacoque y en la encíclica Quanta Cura que venía con el Syllabus

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Fátima....Aportaciones urgentes a la teología de la historia: el reino de Dios....Artículos....Textos....INDEX.

Es posible consolar a Dios como fue posible que Dios padeciese y murieset...Explicaciones y desarrollos....Enseñanzas pontificias.... ...Miserentissimus Redemptor . Annum sacrum.

..............El malentendido sobre la visibilidad de Nuestro Señor Jesucristo en su segunda venida gloriosa.....El Corazón de Jesús dibujado por santa Margarita María Alacoque.... Santa Margarita María Alacoque

.......La plena implantación en las almas y en las naciones del reinado de Jesús, el Verbo hecho carne, por su amor misericordioso....Jesucristo quiere a toda costa reinar en cada alma porque ese es nuestro bien..

Un malentendido sobre la visibilidad....Jesucristo anunció el reino de Dios y efectivamente vino el reino de Dios que es su Iglesia ... La devoción al Sagrado Corazón de Cristo Rey...

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La fiesta solemne del Sagrado Corazón de Jesús.....Imágenes del Sagrado Corazón de Jesúsu..Jesucristo Rey... La proclamación de Cristo como rey fue el 11 de junio de 1899
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Las noticias optimistas del Evangelio vienen también en el ApocalipsislaLa Sábana Santa de Turínt . El rostro de Jesúst.uLa tarjeta de visita de Jesucristo: soy rey

.. t.El Reinado de Jesucristo consumado en cada alma y en el mundo por la acción misericordiosa de su Sagrado Corazónt....La Ascensión y la Parusía visible y gloriosa de Jesús,el Verbo hecho carne..l
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La laicidad en la actual situación de hipótesis constatada por Benedicto XVI. ...Tesis, hipótesis, esperanza.. .Tesis e hipótesis..La democracia liberal....
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La civilización del amor es el reinado social del Sagrado Corazón de Jesucristo en la tierra::

La esperanza de la Iglesia, proclamada en el Concilio Vaticano II, de la conversión de Israel al Mesías, a Jesús, el Verbo hecho carne, y de la unidad católica mundial

La extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía..

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La devoción al Sagrado Corazón y su crisis... Santa Margarita María Alacoque....