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Evolución política de la Guerra de España de 1936 en la zona republicana y consecuencias de la guerra
La zona republicana
del Frente Popular
(Rodríguez Zapatero
proclama en septiembre de 2005: "soy rojo".
Así convalida la denominación de la zona del Frente Popular
como zona roja. Claro que, como los jefes del derechista PP se
habían definido, uno detrás del otro, Aznar y Rajoy, como
admiradores de Azaña, al pobre Rodríguez Zapatero no le dejaban
otra opción para ubicarse a su izquierda).
El jefe del PSOE en 2015, Pedro
Sánchez, también proclama rojo a su partido
En la imagen, un cartel del Socorro Rojo liga la
Revolución de 1934 con la Guerra de 1936.
También según Gerald Brenan la revolución de 1934 fue «la primera
batalla de la guerra civil». En la misma
apreciación abunda con mucha más autoridad Pío Moa. Pero
según Payne ya en 1930 la insurrección de Jaca fue el inicio:
Payne explica que los
asesinatos políticos comenzaron en diciembre de 1930 en la
sublevación de Jaca
Características generales de los aspectos políticos de la Guerra de España de 1936 en la zona republicana del Frente Popular o zona roja:
Cartel de Joan Miró, miembro del comité de ayuda a la
República española en Francia
Cartel de 1937 dedicado a glorificar al general Miaja, en
el que aparece junto a la diosa Cibeles, símbolo de Madrid
El proceso revolucionario en la zona republicana del Frente Popular:
Besteiro: La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas. Estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos. La política internacional rusa, en manos de Stalin y tal vez como reacción contra un estado de fracaso interior, se ha convertido en un crimen monstruoso que supera en mucho las más macabras concepciones de Dostoievski y de Tolstoi. La reacción contra ese error de la República de dejarse arrastrar a la línea bolchevique la representan genuinamente, sean los que quieran sus defectos, los nacionalistas que se han batido en la gran cruzada anticomintern.
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Consecuencias
de la Guerra de España de 1936
la guerra civil que propugnaba Largo,
la "revolución" y la "catástrofe" que
prefería Azaña antes que aceptar el gobierno de las derechas
cuando ganaron las elecciones de 1933.
La prensa británica destaca el fraude de la foto del miliciano de Robert Capa
Pérdidas demográficas por la guerra
Muertos en acción de guerra: 160.000 (15.000 civiles).
Muertos en la revolución y en su represión, 131.000: 58.000 en la zona nacional y 73.000 en la zona republicana (entre ellos muchos izquierdistas asesinados por otros izquierdistas, sobre todo asesinados por los comunistas prosoviéticos).
También es una consecuencia de la guerra que los del Frente Popular y del bando llamado republicano en general, al perder la guerra perdieron la posibilidad de seguir matando derechistas y sacerdotes, religiosos y seglares católicos.
En la zona nacional, la mayoría de estos muertos no fueron asesinados, sino juzgados y ejecutados, lo cual no es lo mismo, aun si las normas aplicadas fueron muy duras y las garantías escasas, pero muy superiores a las de los "tribunales populares" del bando del Frente Popular. En esta represión cayeron bastantes inocentes, pero otros eran asesinos juzgados y condenados.
Instrucciones del general Emilio Mola: Base 5.ª Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego, serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al movimiento, aplicándose castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas. Instrucción reservada n.º 1, 25 de abril de 1936. (En Julio Aróstegui: La guerra civil, 1936-1939. La ruptura democrática. Madrid, Historia 16, 1996).
La represión de la posguerra desembocó en 27.966 ejecuciones de condenados a muerte. Aunque unlibro publicado por Miguel Platón en 2024 demuestra que en la represión de la posguerra fueron 15.000 los ejecutados. A otros 80.000 se les conmutó la pena de muerte por la prisión. Los encarcelados fueron más de 200.000, que fueron siendo indultados. En 1943, fueron indultados los que habían sido condenados a menos de 20 años de prisión.
Entre los 73.000 muertos en la zona republicana, destacan los muertos en la persecución religiosa, es decir, asesinados por el solo hecho de ser católicos y no por ser considerados partidarios del enemigo o sospechosos de serlo: son unos 20.000 laicos (seglares) y 6.832 clérigos y religiosos (4.184 sacerdotes del clero secular, incluidos 12 obispos y un administrador apostólico de una diócesis; 2.365 religiosos y 283 religiosas). La Iglesia los va proclamando mártires y canonizando. El primer mártir fue precisamente un seglar: el hijo del sacristán de la parroquia de San Ramón en el puente de Vallecas, asesinado a sangre fría en el interior del templo el sábado 18 de julio de 1936.
A 6.500 de los 6.832 clérigos y religiosos los
mataron en menos de un año. Andreu Nin, jefe
del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), dijo el 8
de agosto de 1936: "Había muchos problemas en
España. El problema de la Iglesia nosotros lo hemos
resuelto totalmente, yendo a la raíz: hemos suprimido los
sacerdotes, las iglesias, los cultos".
Este Andreu Nin, de ideología marxista, políticamente
trostkista, fue asesinado por sus rivales los marxistas
prosoviéticos, los cuales, tras aplicarle la tortura seca, que
fracasó con Nin, lo desollaron, es decir, le arrancaron la piel,
y le dieron muerte, haciendo desaparecer el cadáver, porque
presentaba huellas de la tortura. Parece ser que en las fosas
encontradas en 2008 en Alcalá, podría estar su cadáver, pero
se ha echado tierra al asunto, como entonces se enterró en cal
el cadáver de Nin, porque se ve que aún es políticamente
incorrecto que se comprueben históricamente los hechos.
..Asesinatos y destrozos en Montserrat durante la Guerra de España de 1936
El libro Martirologio matritense del siglo XX, BAC 2019, recopila las semblanzas de los 427 sacerdotes y seminaristas asesinados por odio a la fe en Madrid en los días de la Guerra de España de 1936
Las 8.352 victímas de la violencia revolucionaria y de las Patrullas de Control de 1936 en Cataluña
La muerte y los muertos de Companys
El TC no anula en 2012 la condena a muerte en 1940 del poeta Miguel Hernández
Memorándum del 9 de enero de 1937 de Manuel de Irujo sobre la persecución religiosa
Sobremortalidad por hambre y enfermedades causadas por la guerra (1936 - 1941): 128.000 muertos.
El exilio: 160.000 exiliados (inicialmente se exilian 450.000, pero 290.000 de ellos regresan enseguida.
Las pérdidas demográficas se acrecientan por el déficit de natalidad, los que dejan de nacer, que es el efecto demográfico principal de toda guerra. En este caso acrecentado con el efecto de la revolución. Los que dejan de nacer, el déficit demográfico entre 1936 y 1939 es de 359. 000.
En la 2ª Gª Mundial murieron 7 u 8 mil españoles.
Por las acciones del maquis (1944-1948), murieron 3.600 personas: 2.302 del maquis y 339 miembros de las fuerzas armadas; más 953 civiles asesinados por los del maquis, entre ellos varios izquierdistas no obedientes al comunismo.
Según estos cálculos las pérdidas
demográficas a causa de la Guerra de 1936 serían 967.000
habitantes
(291.000 muertos de la guerra + 128.000 de sobremortalidad + 27.966
ejecuciones de condenados a muerte tras la guerra + 160.000
exiliados + 7 u 8 mil
exiliados españoles muertos en la 2ª Gª Mundial + 3.600 muertos
del maquis + 359.000 nacimientos menos).
Pero según otro cálculo esas pérdidas
demográficas serían 830.000 habitantes,
porque frente a los 2.370.000 habitantes de aumento de población
en la década de 1920 a 1930, más 650.000 emigrantes netos a
ultramar,
en la década siguiente de 1930-1940 el incremento de población
es de 2.127.000 habitantes, más 63.000 emigrantes netos a
ultramar.
Y todavía según otro cálculo, entre 1930 y
1935 se registra un aumento de 1.302.000 habitantes, más 63.000
emigrantes netos a ultramar;
mientras que entre 1935 y 1940 la población española se
incrementa en 824.000 habitantes; la diferencia es de 541.000
habitantes, porque el menor número de nacimientos
durante la guerra es compensado en parte con la recuperación de
la natalidad en 1940.
AÑO | NACIDOS | Déficit de natalidad | MUERTOS | Sobremortalidad |
1932 | 670.700 | 388.900 | ||
1933 | 667.900 | 394.800 | ||
1934 | 637.900 | 388.800 | ||
1935 | 632.500 | 384.600 | ||
1936 | 613.700 | 413.600 | 25.000 | |
1937 | 565.800 | 58.000 | 472.100 | 84.000 |
1938 | 506.100 | 107.000 | 484.900 | 96.000 |
1939 | 419.800 | 194.000 | 470.100 | 82.000 |
1940 | 627.800 | 424.900 | 36.000 | |
1941 | 507.800 | 100.000 | 484.400 | 96.000 |
1942 | 527.700 | 80.000 | 384.700 | |
1943 | 603.400 | 349.000 | ||
1944 | 598.700 | 345.700 | ||
1945 | 618.000 | 327.000 | ||
1946 | 585.381 | 353.371 | ||
1947 | 588.732 | 330.341 | ||
1948 | 642.041 | 305.310 | ||
1949 | 601.759 | 321.541 | ||
1950 | 565.378 | 305.934 |
Los reclusos: sus variaciones numéricas son un indicador de la variación de la dureza de la dictadura de Franco
Población reclusa en España desde 1933 al final de cada año | ||||||||||||||||||||||||
1933 | 1939 | 1940 | 1943 | 1945 | 1950 | 1955 | 1960 | 1983 | 1988 | 1992 | 2004 | 2007 | 2008 | 2009 | 2010 | 2011 | 2012 | 2013 | 2014 | 2015 | 2016 | 2017 | 2018 |
2019 |
12.574 | 270.719 | 233.373 | 74.095 | 43.812 | 30.610 | 19.695 | 15.202 | 13.999 | 24.667 | 35.918 | 59.375 | 67.100 | 73.558 | 76.079 | 73.929 | 70.472 | 68.597 | 66.765 | 65.017 | 61.614 | 59.589 | 58.814 | 58.883 |
58.517 |
Fuente INE http://www.ine.es/jaxi/tabla.do?path=/t38/bme2/t18/a052/l0/&file=0500001.px&type=pcaxis&L=0 En junio de 2020, la población reclusa en España es de 55.973 personas El dato del final de 2016 en:http://www.interior.gob.es/web/archivos-y-documentacion/la-poblacion-reclusa-en-espana El dato del final de 2017 en: http://www.abc.es/espana/abci-tres-cada-diez-presos-espana-extranjeros-201802260257_noticia.html --------------- El gasto mensual por preso de
las instituciones penitenciarias españolas fue de 1.970
euros en 2015. -------------------- |
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La participación de Navarra en la Guerra de España de 1936
El 75 % de la población de Navarra apoya el
Alzamiento. En las elecciones de febrero del mismo año 1936, el
Bloque de Derechas había obtenido en Navarra más del 50% de los
votos, porcentaje similar al de 1933 (véase
gráfica), frente al 21% de
los que obtiene el Frente Popular en 1936 (gráfica
5). El Alzamiento lo apoyan
incluso una parte de los votantes del PNV, al igual que en Álava
y a diferencia de los dirigentes del PNV de Guipúzcoa y Vizcaya.
Navarra aporta a los nacionales 10.761 voluntarios requetés
carlistas el 19.07.1936, superando su compromiso con el general
Mola que había requerido 7.000 requetés para poder iniciar el
golpe. La participación de Navarra es decisiva para la
cosolidación del alzamiento.
Y Navarra aporta a los nacionales 40.000 combatientes en total
hasta el final de la guerra. Requetés carlistas, 62 %; 28 %,
falangistas. Esta aportación de Navarra a los nacionales es
esencial para su victoria. En especial por la intensa
combatividad con la que se emplearon, como lo indica el elevado
porcentaje de sus bajas. Los combatientes navarros tienen 4.543
muertos en combate. Navarra tenía 345.000 habitantes.
Algunos de los nacionales, en vez de ir al
frente, se dedicaron a cometer asesinatos y otros crímenes
contra los partidarios reales o supuestos de sus enemigos:
En Navarra, las víctimas
de la represión inscritas fueron 998; las reivindicadas por
Altafaylla, 1.597 inicialmente y 2.789 en la 3ª edición de su
escrito.
Además hubo, 35 muertos del maquis, 7 miembros de las fuerzas
armadas y 7 asesinados por los del maquis.
Aumentar las cifras implica proclamar que se consideran pocos los muertos. Y que eso no es nada para el que aumenta las cifras. Cuando en realidad cada persona es insustituible.
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En realidad los responsables de los crímenes de la Guerra de 1936 y de los actuales son los que destruyeron y destruyen la cimentación de la ley en la moral y de la moral en los medios para llevarla a cabo, que es lo que aporta la Iglesia. Son los que ceden al liberalismo. (Leer más) |
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¿Quiénes
fueron los ejecutados en Navarra? Buenos días estos para recordar a las víctimas, a todas las víctimas. Que, en cuanto tales, todas merecen, al menos, respeto y reflexión. Muchos no saben o no recuerdan que en los años 1977, 1978 y 1979 se hicieron las primeras recuperaciones de restos de los represaliados durante la guerra civil y se celebraron los funerales-homenajes, organizados por los familiares de aquellos y por un grupo de párrocos, que hablaron en términos firmes y solemnes sobre justicia, perdón y reconciliación. Pasados unos años, el alcalde de una villa media de la Ribera, que había recuperado los restos de varios ugetistas, al enterarse de un acto que se preparaba en su pueblo con una escenografía extraña, me preguntó si había habido en su pueblo algún partido vasco. Le contesté que el único que se había presentado allí a las elecciones de febrero de 1936 había tenido 0 votos. Después, todos hemos visto muchas más escenografías extrañas, que a muchos les han creado una cierta confusión. En la zona llamada republicana, en la que estaban varias provincias contiguas a Navarra, sabemos bien quiénes fueron ejecutados extrajudicialmente: militares, falangistas, tradicionalistas, monárquicos alfonsinos, militantes de la CEDA, republicanos de Lerroux o de Alcalá Zamora, sacerdotes, religiosos, gente de Acción Católica, propietarios, sindicalistas católicos, profesionales liberales En Navarra, ¿quiénes fueron los represaliados? Casi nunca se dice su pertenencia política o sindical, cuando la tuvieron. No soy experto en este punto. He preguntado cifras exactas a varios historiadores amigos y tampoco lo saben. Nos queda la noticia dada en 1989 por el historiador Emilio Majuelo, que estudió las muchas violencias de todo tipo, (muertes, heridas, amenazas, estragos ), de unos y otros, durante la II República. Y este es el resumen que hace él de los ejecutados extrajudicialmente durante la guerra civil: 37´4% de izquierdas sin concretar; 36´1% de UGT; 8´9% de CNT-FAI; 7´2% de Izquierda Republicana; 4´1% del PSOE; 3´1% de Juventudes Socialistas; 1´7% del PCE, y 0´8% del PNV. Sabemos también que fueron ejecutados algunos carlistas. Víctor Manuel Arbeloa |
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Las pérdidas económicas y la tarea de la reconstrucción
Pérdida de las reservas de oro y plata del banco de España. El 25 de octubre de 1936 salió de Cartagena el oro y no regresó.
Desvalorización de la peseta.
Deudas de guerra.
Pérdida de la vivienda de 4 millones de personas sobre 25 millones de habitantes (24 %).
Ruina de la infraestructura.
Conatos de ruralización. Las ciudades reanudarían su crecimiento después.
Aumento otra vez de la población activa en el sector primario por encima del 51% en 1940; en 1950, 49%.
La reconstrucción no se completó hasta 1950.
Los niveles de 1929 sólo se sobrepasan:
en 1950, el índice de producción industrial y
en 1951, la renta per cápita de 1929.
La culminación de la industrialización, el despegue hacia el
desarrollo, empieza entonces y cristaliza al final del segundo
tercio del XX.
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La reconciliación de la posguerra
"Bajo el franquismo, vencedores y vencidos
se mezclaron y se casaron entre sí, se reconciliaron,
y las pasiones y odios de la guerra desaparecieron. Eso, más la
prosperidad económica que legó la dictadura, permitió una
transición a la democracia con pocos problemas. Ahora, a algunos
demagogos les gusta sentirse herederos de aquel nefasto Frente
Popular, y Zapatero se ha proclamado rojo. Son
estupideces, pero estupideces muy peligrosas",
protagonizadas por "antifranquistas
de después de
Franco", Pío Moa, 6.04.2007
"El Valle de los Caídos es un símbolo de reconciliación
y probablemente el monumento más logrado del siglo XX en Europa",
Pío Moa, Libertad Digital, 3 de agosto de 2009.
"La inmensa mayoría de los que habían
sido anarquistas, socialistas, republicanos, separatistas,
incluso la mayoría de los ex comunistas, habían olvidado sus
agitaciones anteriores y se centraban en trabajar para ir
superando las duras condiciones de la época. Y eso por dos
razones. Porque habían recibido una paliza de mucho
cuidado en la guerra. Y porque habían sufrido el hambre, los
expolios, las luchas, represiones y asesinatos entre las propias
izquierdas, habían visto cómo los jefes escapaban llevándose
enorme tesoros expoliados, y dejaban a sus sicarios y chekistas
que se apañaran como pudieran... ¿Cómo iban a intentar
volver a las andadas? Todos los intentos de movilizarlos o de
recomponer el Frente Popular fracasaron de modo inmediato. De
hecho, solo en el mismo año 1939 habían vuelto a España más
de dos tercios de los exiliados del primer momento, y este es un
dato muy demostrativo. Y en los años siguientes siguieron
viniendo más".
(Pío Moa: http://gaceta.es/pio-moa/ortega-gasset-cela-julian-marias-16032017-1913 ).
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Consecuencias políticas de la Guerra de España de 1936
Los izquierdistas le proporcionaron una victoria completa y aplastante a Franco y propiciaron su dictadura de casi 40 años. Fueron los izquierdistas los que eliminaron e imposibilitaron la democracia y la República y la hicieron desembocar o más bien descarrilar en la guerra civil y en la dictadura.
Largo Caballero ya en noviembre de 1933 en la
localidad pacense de Don Benito propugnaba el como sea
y la bandera roja contra la república:
«Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las
torres y en los edificios oficiales ondee, no una bandera
tricolor de una Republica burguesa, sino la bandera roja
de la Revolución socialista» (El Socialista, 9 de noviembre de
1933).
La dictadura de Franco lo que suprimió fue el poder sanguinario y antidemocrático de los izquierdistas. Y fue lo que encarriló otra vez la situación, férreamente al principio. Pero la dictadura de Franco fue la que dio paso a la democracia liberal reiniciada por los franquistas en la transición, que empezó en la segunda mitad de la dictadura de Franco y se impuso tras su muerte.
Las izquierdas, adueñadas de la II República, la hicieron fracasar en poco tiempo, como hicieron fracasar la I República, sustituyendo la democracia por el sectarismo al excluir a la derecha aunque ganase las elecciones, imponiendo la persecución y la violencia, prefiriendo como decía Azaña cualquier catástrofe antes que ver la República gobernada por las derechas y buscando la guerra civil como decía insistentemente Largo Caballero (véanse sus discursos de febrero de 1936 y anteriores) y provocando con el asesinato de Calvo Sotelo la insurrección de las derechas para aplastarlas.
Pero las guerras se pueden perder y eso es lo que les pasó a los izquierdistas que luego se lamentaban y aún se lamentan de la violencia que padecieron. Azaña decía al final de la guerra que si hubiera llegado a saber que la República iba a desembocar en tal catástrofe, habría renunciado a ver la República jamás implantada en España. Pero en julio de 1934 lo que decía era : Antes que ver la República convertida en sayones del fascismo o del monarquismo preferimos cualquier catástrofe. Y poco antes decía: "Por encima de la Constitución está la República y, aún más alta, se alza la Revolución".
Alfonso XIII, que manifiestó en 1931 que dejaba el trono porque no quería que se derramase sangre por su causa, dejó así a España a merced de esas izquierdas que trajeron la guerra civil y la sangre de las matanzas en las dos zonas; no sólo en su zona denominada republicana, sino en las dos.
Ley de 9 de febrero de 1939 de Responsabilidad Política
«Artículo 1.º Se declara la responsabilidad política de las personas, tanto jurídicas como físicas, que, desde primero de octubre de mil novecientos treinta y cuatro y antes de dieciocho de julio de mil novecientos treinta y seis, contribuyeron a crear o a agravar la subversión de todo orden de que se hizo víctima a España, y de aquellas otras que, a partir de la segunda de dichas fechas, se hayan opuesto o se opongan al Movimiento Nacional con actos concretos o con pasividad grave.
Art. 2.º Como consecuencia de la anterior declaración [...] quedan fuera de la Ley todos los partidos y agrupaciones políticas y sociales que, desde la convocatoria de las elecciones celebradas en dieciséis de febrero de mil novecientos treinta y seis, han integrado el llamado Frente Popular [...].
Art. 3.º Los partidos, agrupaciones y organizaciones declaradas fuera de la Ley, sufrirán la pérdida absoluta de sus derechos de toda clase y la pérdida total de sus bienes. Estos pasarán íntegramente a ser propiedad del Estado [...]».
Ley de 9 de febrero de 1939 (BOE, 13 de febrero de 1939).
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En noviembre de 1937, José María de Palacio y Abárzuza, conde de las Almenas [+1940] nombró heredero de su finca de Canto del Pico, en Torrelodones (Madrid), de unos 820.000 m2, a Franco, «aunque no tengo el gusto de conocerle, por su grandiosa reconquista de España». En la finca se hallaba un enorme palacete, la Casa del Viento, que el general usó como lugar de descanso. Allí, en sus jornadas de cacería con otros notables del Régimen, el dictador tomará algunas de sus decisiones de gobierno. [M. Sánchez Soler: Los Franco, S.A., 2003, p. 35.]
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En julio de 2016, el Pleno del Tribunal
Constitucional declara inconstitucional el
decreto de 2005 que modificó la ley de 1986 que regula la restitución
de los bienes incautados a los sindicatos en la Guerra Civil y
durante el régimen de Franco, pero no suprime los
procesos de devolución ya resueltos mediante sentencias o
resoluciones administrativas firmes.
En su decisión, el Pleno estima por unanimidad un recurso de
inconstitucionalidad presentado por el PP, alegando que al ser
una reforma de una ley que no cumplía el requisito de
extraordinaria y urgente previsto en el artículo 86.1 de la
Constitución, su modificación no debió aprobarse por decreto,
sino por el trámite parlamentario.
La Ley de 1986 estableció que todos los bienes y derechos que
fueron incautados por el régimen de Franco serían reintegrados
a los sindicatos que acreditaran ser los legítimos sucesores de
los que en su día existieron. En caso de que dichos bienes no
existieran o estuvieran en manos desconocidas, la norma dice que
el Estado compensará su valor a los sindicatos, informa Efe.
El Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero benefició
con este decreto de 2005 a su sindicato UGT por la
dificultad de acreditar la titularidad de los bienes.
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Otra consecuencia
política de la Guerra de España de 1936 El carlismo pierde durante la época de Franco, pese a estar en el bando de los vencedores, el predominio que había tenido en Navarra y la gran importacia que había tenido en el conjunto de España durante un siglo, pese a su derrota en las tres guerras carlistas. Tres son los factores de este cambio.
Y no habrá ya una gran fuerza carlista, pero sí progresismo, izquierdismo y terrorismo entre los que ya no eran carlistas y sus sucesores. Mientras tanto, los carlistas de ideas tradicionales se aglutinaron en formaciones como la Regencia de Estella durante la época de Franco y en la Comunión Tradicionalista Carlista (CTC) posteriormente.
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Las otras consecuencias
Las que se detallan en los temas siguientes: el régimen de
Franco, dictadura rígida y dura al comienzo, permisiva después.
Los izquierdistas le regalaron a Franco la oportunidad del poder
dictatorial, de su ensanchamiento y de su perpetuación.
Los colaboradores de Franco, desde cargos nombrados por Franco,
realizaron la transición, la cual lleva a la segunda transición:
la primera mirando hacia 1931, la segunda mirando hacia 1936.
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Consecuencias culturales: Véase el tema La cultura de la "Edad de Plata"
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Las iglesias, cerradas en la zona del Frente
Popular durante la guerra, volvieron a quedar abiertas hasta
nuestros días. Muchas tuvieron que ser reconstruidas.
Durante la guerra (1936-1939), 20.000 iglesias fueron
destruídas en la zona republicana del Frente Popular.
De forma inmediata, con la guerra se produce una revitalización religiosa promovida desde la sociedad por iniciativas personales, no por el Estado.
La liberación de Barcelona el 26 de enero de 1939
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La muerte cristiana de Manuel Azaña
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La reanudación del proceso de descristianización vendría después, al configurarse el régimen de Franco como entroncado, no con la Cristiandad sino con "Occidente", con la "civilización occidental" basada en el liberalismo. "Occidente" es la suplantación de la Cristiandad descristianizada progresivamente por la implantación en ella del liberalismo.
Franco se dejaba llamar por sus aduladores
"Centinela de Occidente". Hizo en 1962 que su gobierno
firmara la solicitud de entrada en la hoy llamada UE, entonces
las Comunidades Europeas, en las que la doctrina Birckelbach
exigía para ser miembro tener un sistema liberal con partidos
políticos. Es la conexión con el europeísmo que marca el
inicio de la transición. El europeísmo ha sido el vehículo de
la transición. La Europa del europeísmo es contraria a la
Europa de la Cristiandad. El núcleo del europeísmo es el
liberalismo enemigo de la Cristiandad, porque propugna la
separación, no la autonomía de la vida política en lo técnico
respecto a la autoridad de la Iglesia, a la que debe estar
vinculada como autoridad infalible en la moral, que es
obligatoria para todos incluidos los políticos. La Cristiandad
es el conjunto de Estados que acataban en la moral la autoridad
de la Iglesia en virtud de su fe en la divinidad de Jesucristo,
lo cual proclama la Iglesia en el Concilio Vaticano II que se
producirá plenamente en el futuro de forma universal: "La
Iglesia, juntamente con los profetas y con el mismo Apóstol,
espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los
pueblos invocarán al Señor con voz unánime y le
servirán hombro con hombro" (Nostra
aetate, 4).
Lo que es proclamar con toda seguridad la confesionalidad
de todos los pueblos y que obrarán en consecuencia en
el futuro.
Intentar desmarcarse de la dictadura de Franco los eclesiásticos en los años 70, rechazando su vinculación a la Cruzada, era lo mismo que hacían los gobiernos de Franco. Pero declararse enemigos de la guerra era oponerse a lo que apartó la hegemonía del terror sobre la población, abrirle de nuevo el camino.
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Franco no es el
salvador de la religión católica ni de España,
sino el que se hizo con el poder en la guerra de 1936, lo
retuvo e hizo involucionar a España
desde el Alzamiento nacional y la Cruzada de los
nacionales al Movimiento de los franquistas y luego a su
lugar en Occidente y en la Europa del europeísmo, todo
ello bajo su dictadura (La
transición hacia la actual democracia en España). La dictadura
de Franco se limitó al anticomunismo y desvirtuó la
Cruzada, sustituyéndola por un poder personal
que se acercó a Occidente, que es la suplantación de la
Cristiandad por su versión descristianizada por el
liberalismo. |
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Stanley G. Payne
se equivoca en el prólogo de la segunda edición de Requetés
(2011), los carlistas no aceptaron el régimen de Franco,
ni siquiera como mal menor. Los carlistas rechazaban el
Movimiento y consideraban una usurpación la sustitución
de la expresión el Alzamiento por la expresión el
Movimiento. Que en 1869 los carlistas hubiesen empleado
la expresión Glorioso Movimiento Nacional, no demuestra
para nada que fuese de origen carlista denominar el
Movimiento a la sublevación de 1936, puesto que en
cambio hay evidencias constantes de que los carlistas
siguieron empleando la expresión Alzamiento precisamente
para rechazar la expresión Movimiento, porque rechazaban
al Movimiento Nacional como la organización con la que
Franco se adueñó del Alzamiento y del poder, usurpando
la victoria. Acierta en cambio Hugh Thomas en el epílogo de esa segunda edición de Requetés (2011), cuando expresa que la victoria resultó "ser usurpadora de los ideales de los que lucharon bajo las banderas de España y de la Cruz de San Andrés, tocados con la boina roja", la usurpación de los ideales por los que lucharon los carlistas, de los que dice que él debe reconsiderar lo que había dicho de ellos en su propio libro famoso sobre la Guerra de España de 1936, "reconsiderar la visión que yo tenía de las personas que, desde esa opción política tan idealista, habían participado en la guerra de España" -dice Hugh Thomas-; que añade que leer ahora este libro de testimonios, Requetés, le ha "transmitido otra imagen de aquellos requetés" y que le "ha hecho valorar y apreciar de otra manera ese contingente de fuerzas voluntarias del bando nacional que tan importante fue por lo que representaba". |
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El terror en la zona republicana del Frente Popular
"Desde los primeros días de lucha, un indecible terror reinaba en Madrid, pasear a todo sospechoso o todo enemigo personal se convirtió en el apasionado deporte de los milicianos de retaguardia". La revolución española vista por una republicana, escrito entre octubre y noviembre de 1936 por Clara Campoamor
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Prieto responsabilizado por Massip
Carlos Sáenz de Tejada,
Sacerdotes y religiosos sufren el martirio por confesar a Cristo,
como en los tiempos de Diocleciano
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Reseña del libro de Félix Schlayer: Matanzas en
el Madrid republicano. Paseos, checas, Paracuellos...
Áltera, 2006; 254 páginas.
Traducción de la obra de
1938 «Diplomat im roten Madrid», (Un diplomático en el Madrid
rojo), Por Félix Schlayer, cónsul de Noruega en España.
Este libro es el testimonio de un hombre neutral. La prueba de la existencia de este tipo de hombres es la existencia de este libro. Es un relato duro, no es fácil leerlo de un tirón. Hay que descansar de la lectura, y una vez repuesto volver a enfrentarse a la narración de las barbaridades que aquí aparecen. Es más que un libro. Es un retrato en color sepia del infierno republicano.
Ninguna historia nueva aparece aquí, pero se cuentan de tal modo que parecen nuevas. No tienen pretensiones literarias; sin embargo, la sinceridad, la ecuanimidad y la falta de partidismo del relator las convierte en un documento de primera mano para hacerse cargo del horror republicano.
Por supuesto, hoy, en 2006, casi nada de lo contado por Schlayer, en 1938, es novedoso. La historia crítica más rigurosa nos ha narrado sucesos que, sin duda alguna, por primera vez nos contó Schlayer, incluso muchos de esos trabajos están inspirados en este libro, que ha tardado más de 65 años en verterse, magníficamente, al castellano. Sin embargo, la perspectiva desde la que se cuenta el horror sigue siendo novedosa para todos nosotros.
La ubicación del relator es todo. Gracias a su posición, a su destino de cónsul de Noruega en Madrid, Félix Schlayer consiguió, primero, salvar cientos de vidas humanas del terror implantado por los republicanos en el Madrid del 36 y el 37; pero, sobre todo, consiguió contarnos en un libro sólo y exclusivamente lo que vio. Ahí reside su aportación. Escribir en solitario lo visto. Fue su venganza del terror rojo.
La biografía del autor de esta obra no puede prescindir de dos rasgos: salvó a cientos de hombres de una muerte segura y escribió un libro para que nadie repitiese esas salvajadas. Acumula, pues, méritos suficientes para que nos acerquemos a esta obra con respeto. Se debe leer de principio a fin con el mismo sagrado respeto que tiene el autor por sus lectores: "Lejos de mí cualquier intención propagandística. Sólo espero que cada cual sepa extraer de mi escritos sus propias conclusiones".
Quizá, por seguir hablando de otros méritos del autor, fuera el primero que contó los horrores de esa época de primera mano, sin intermediarios ideológicos o narrativos; tan es así que, cuando los leemos, parece que estamos descubriendo esos sucesos, aunque ya los conociéramos. Contó, pues, al mundo por primera vez las persecuciones, los asesinatos masivos, las torturas de las checas en el Madrid de la revolución del 36.
Quizá fuera también el primero que descubrió la matanza, organizada racionalmente, de presos preventivos del día 8 de noviembre de 1936, en Torrejón de Ardoz y, seguidamente, en Paracuellos del Jarama. La mayor matanza de la Guerra Civil.
Por todo eso, resulta extraño, por no hablar de la indolencia de nuestras agencias de socialización intelectual, que este libro haya tardado tanto en publicarse en castellano. Reparemos, sí, en la fecha en que apareció por primera vez: 1938, en la lengua materna del autor, el alemán, y preguntémonos por los motivos de este retraso. Las respuestas a esos interrogantes formarán parte de la historia moral o, mejor dicho, inmoral de los intelectuales españoles
En cualquier caso, esta obra sigue siendo una buena causa para enterrar definitivamente los fantasmas de aquella guerra atroz. Un motivo para saber que no hay verdadero recuerdo sin previo olvido. Es la gran lección de este libro. Los horrores, las miserias y las barbaridades descritas son para olvidar, para volver a empezar; o sea, para recordar de verdad. No hay, insisto, genuino recuerdo sin olvido, pero es necesario saber lo que sucedió, asumirlo y enjuiciarlo moralmente, no para revisarlo contra nadie sino para reconciliarnos con todos. Quien oculta el recuerdo crítico del pasado corre el riesgo de quedar fijado en el resentimiento.
Aunque a veces es difícil de seguir, su lectura es terapéutica. Su crudeza obliga a detenernos, insisto, a olvidarnos de lo narrado, a empezar de cero, a largarse de este país, a salir de su historia Pero es nuestra historia. O la asumimos o fenecemos. Su asunción nunca será sencilla, pero nos da la vida. Por ahí va este libro. Es una inyección para resucitarnos. Quien lea algunos pasajes de este libro y no sienta vergüenza de esos sucesos, de esa guerra, de las atrocidades hispánicas, quizá no entienda jamás que es un ser humano.
En fin, en el septuagésimo aniversario del inicio de la Guerra Civil, Matanzas en el Madrid republicano tiene que ser un buen punto de apoyo, uno más, para sellar, otra vez, una verdadera reconciliación entre los españoles, que nunca podrá hacerse sobre la base del olvido, de la falsificación histórica o de la abyección moral que se intenta hacer recaer sobre uno de los dos bandos contendientes.
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"Iba a empezar enseguida una reunión con representantes de los partidos del Frente Popular, en el curso de la cual se iba a nombrar la nueva «Junta de Defensa» de Madrid. Inmediatamente después de su nombramiento nos presentaría al nuevo delegado de Orden Público [...]
Pasado algún tiempo apareció el ayudante con un hombre joven que tendría de 25 a 30 años de edad, un «camarada» robusto con un rostro de expresión más bien brutal, y nos lo presentó como nuevo delegado de Orden Público. Pertenecía a las Juventudes Comunistas, a la más encarnizada e insensible de todas las organizaciones proletarias. Extremó su cortesía con los diplomáticos, con quienes establecía contacto por primera vez en su vida y nos citó para celebrar una entrevista en su nuevo despacho a las siete de la tarde [...].
Dicha autoridad se llamaba Santiago Carrillo. Tuvimos con él una conversación muy larga, en la que recibimos toda clase de promesas de buena voluntad y de intenciones humanitarias respecto a la protección de los presos y al cese de la actividad asesina. Pero la impresión final que sacamos de la entrevista fue de una total inseguridad y falta de sinceridad. Le dije lo que acababa de oír en la Moncloa y le pedí explicaciones. Carrillo pretendía no saber nada de todo aquello, lo cual me parece totalmente inverosímil, como lo demuestra el hecho de que durante la noche y el día siguiente prosiguieron, pese a sus falsas promesas, los transportes de presos sacados de las cárceles.
Prosiguieron sin que Miaja ni Carrillo intervinieran para nada; y sobre todo, sin que pudieran seguir alegando desconocer unos hechos de los que les acabábamos de informar. [...]
"Tal como pude sonsacarle al miliciano, aquello había transcurrido de la siguiente manera: los autobuses que llegaban se estacionaban arriba en la pradera. Cada 10 hombres atados entre sí, de dos en dos, eran desnudados -es decir, les robaban sus pertenencias- y enseguida les hacían bajar a la fosa, donde caían tan pronto como recibían los disparos, después de lo cual tenían que bajar los otros 10 siguientes, mientras los milicianos echaban tierra a los anteriores. No cabe duda alguna de que, con este bestial procedimiento asesino, quedaron sepultados gran número de heridos graves, que aún no estaban muertos, por más que en muchos casos les dieran el tiro de gracia".
"Luego me dirigí al único que estaba de guardia -un miliciano-, y dando por sabido lo ocurrido, le pregunté sin rodeos dónde habían enterrado a los hombres que fusilaron el domingo. El hombre empezó a hacerme una descripción algo complicada del camino. Le dije que sería mucho más sencillo que nos acompañara y nos enseñara el lugar; me hizo caso, se colgó el fusil y nos condujo hasta ahí. A unos 150 metros del castillo se metió en una zanja profunda y seca que iba del castillo al río, y que llaman «Caz»; era una antigua acequia. Ahí empezaba, en el fondo de dicha zanja, un montón de unos dos metros de alto de tierra recientemente removida. Lo señaló y dijo. «Aquí empieza». Reinaba un fuerte olor a putrefacción; por encima del suelo se veían desigualdades, como si emergieran miembros; en un lugar asomaban botas. No se había echado sobre los cadáveres más que una fina capa de tierra. Seguimos la zanja en dirección al río. La remoción reciente de tierra y la correspondiente elevación del nivel del fondo de la cacera tenía una longitud de unos 300 metros. ¡Se trataba, pues, de la tumba de 500 a 600 hombres!".
Biografía.
Félix Schlayer: Retlingen (Alemania) 1873, Madrid (?). Ingeniero, establecido en España desde 1895 y domiciliado en Torrelodones (Madrid), ocupa en 1936, a los 63 años de edad, el puesto de Cónsul de Noruega, país con el que había establecido, como empresario de maquinaria agrícola, intensas relaciones comerciales. Al encontrarse fuera de España el embajador de Noruega, el 18 de julio de 1936 se pone al frente de la legación de dicho país, cargo desde el cual salvó la vida de los más de mil refugiados acogidos en dicha embajada. En noviembre de 1936, descubrió y dio testimonio de la matanza, en Paracuellos de Jarama, de más de cuatro mil presos preventivos extraídos de las cárceles de Madrid. Habiendo regresado a España al finalizar la guerra, siguió viviendo en nuestro país, donde falleció en fecha desconocida, hallándose enterrado en el cementerio civil de Madrid.
El primero que contó al mundo el horror de las persecuciones, de los asesinatos masivos, de las torturas de las checas en el Madrid de la revolución.
El primero que descubrió la matanza de Paracuellos de Jarama: unos cinco mil presos de diversas cárceles de Madrid asesinados a sangre fría en la mayor matanza colectiva de toda la guerra civil. El primero también que probó la implicación directa de Santiago Carrillo en la masacre.
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Persecución religiosa y guerra civil. La Iglesia en Madrid, 1936-1939. Gloria de la Iglesia en España
Reseña del libro de José Francisco Guijarro: Persecución religiosa y guerra civil. La Iglesia en Madrid, 1936-1939. La Esfera de los Libros, 2006; 695 páginas.
Más de veinte años estuvo la tesis doctoral del hoy arzobispo emérito de Badajoz, monseñor Antonio Montero, sobre la historia de la persecución religiosa en España entre 1936 y 1939, sin poder reeditarse, después de que se hubieran agotado sus primeras ediciones. Paradójicamente, la editorial responsable era propiedad de la Conferencia Episcopal.
Corrían tiempos en los que la política vaticana, y no poca de la española, estaba en un tiempo muerto ante los procesos de beatificación iniciados con motivo de una de las mayores persecuciones, documentada y bien documentada, que ha sufrido la Iglesia en la época contemporánea. El autor de estas páginas nos recuerda lo que el cardenal Isidoro Gomá escribió, el 30 de marzo de 1937, al entonces secretario de Estado del Vaticano: "Cuando se tenga una relación completa de lo ocurrido, el mundo quedará atónito".
Eran tiempos de transición y de reconciliación, y parecía que mentar el holocausto hispano suponía poner en la mesa los muertos de una de las siempre inevitables partes. Llegó Juan Pablo II y mudaron las tornas. Venía de un país lejano, que sabe de sangre de mártires y que ha experimentado a lo largo de los siglos y de las épocas las más diversas formas de persecución material o intelectual.
Ahora, no hace muchos meses, la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española ha aprobado un Plan Pastoral en el que se incluye, como uno de sus objetivos, la celebración de una gran beatificación de los mártires de la Guerra Civil. Hay quien considera que esta celebración debe hacerse en Roma, por el contexto político, social y cultural en que nos encontramos. Lo que no debiéramos olvidar es lo que los obispos españoles escribieron en su instrucción pastoral Constructores de la paz:
"No sería bueno que la guerra civil se convirtiera en un asunto del que no se puede hablar con libertad y objetividad. Los españoles necesitamos saber con serenidad lo que verdaderamente ocurrió en aquellos años de amargo recuerdo. Los estudiosos de la historia y de la sociedad tienen que ayudarnos a conocer la verdad entera acerca de los precedentes, las causas, los contenidos y las consecuencias de aquel enfrentamiento. Este conocimiento de la realidad es condición indispensable para que podamos superarla de verdad".
El sacerdote José Francisco Guijarro, que durante varios años se ha responsabilizado en la archidiócesis de Madrid de los procesos de beatificación de los mártires de la persecución religiosa en España, ha hecho un magnífico trabajo de síntesis del estado de la cuestión en que se encuentra la historiografía sobre este siempre peliagudo acontecer de nuestra historia contemporánea. Para ser justos, hay que recordar los trabajos que el también sacerdote e historiador Vicente Cárcel Ortí ha venido publicando al respecto, y que han mantenido la mecha encendida de una cuestión que no pocos historiadores quieren pasar de soslayo.
Este libro es un antídoto contra el nefando grito que aparece en el libro Víctimas de la guerra civil, coordinado por Santos Juliá: "Ellos se lo buscaron: la ira anticlerical". Escribir sobre la persecución religiosa en España, como lo hace nuestro autor y de la forma en que lo hace, es reconocer en primer lugar, y con palabras de Claudio Sánchez Albornoz, que "prevaleció una vez más el sañudo anticlericalismo de los inexpertos republicanos, cuando la República tenía mil problemas mucho más graves y mucho más urgentes".
De las primeras manifestaciones violentas del anticlericalismo más agresivo, en los días 11, 12 y 13 de mayo de 1931, a la persecución contra lo católico y los católicos en los primeros días del alzamiento en el Madrid republicano hay una línea de continuidad que se va desentrañando en este voluminoso libro, que combina la erudición de la cita documental con la amenidad del relato casi periodístico.
El autor conoce las fuentes no sólo de primera mano ha visitado relevantes archivos, algunos de ellos cerrados hasta el presente, sino que se ha enfrascado en el diálogo con los historiadores del presente y del pasado que han abordado estas materias, para contrastar y clarificar ideas. Es este libro una historia de la Segunda República desde el punto de vista de las relaciones del nuevo régimen con la Iglesia, y lo es al compás de los actores históricos del drama. Significativo es, por ejemplo, el perfil que se incluye del nuncio, monseñor Federico Tedeschini. Y significativa es también la clave de la problemática sobre al enseñanza, que generó no pocos de los procesos en aquella época.
Que los viejos republicanos fueran masones y "rabiosamente anticlericales" no implicaba que fueran incapaces de controlar los efectos de las ideas que habían sembrado. Y no fue el menor el de la construcción de un imaginario social en el que la Iglesia se convirtió en objeto de las iras de la ignorancia popular manipulada y de la inquina destructora de los sistemas ideológicos marxistas.
Para concretar más en la sustancia del libro, debemos hablar en números. Fueron, aproximadamente, en toda España, 6.832 los muertos de la persecución religiosa; 4.184 eran sacerdotes del clero secular, incluidos 12 obispos y un administrador apostólico; 2.365 religiosos y 283 religiosas. De ellos, 6.500 recibieron la palma del martirio en menos de un año, en una España dividida en dos mitades.
La historia que se desgrana, principalmente en lo referido a Madrid ciudad del principal martirologio, que padeció la anarquía fratricida de los primeros meses nos induce a preguntarnos, como ya hizo monseñor Montero: "¿Hará falta insistir en que, al margen de la propia guerra civil y con antelación a la misma, estaba minuciosamente previsto elprograma de persecución a la Iglesia?".
Andrés Nin, jefe del Partido Obrero de Unificación Marxista, dijo el 8 de agosto de 1936: "Había muchos problemas en España. El problema de la Iglesia nosotros lo hemos resuelto totalmente, yendo a la raíz: hemos suprimido los sacerdotes, las iglesias, los cultos". Así, sin matices, como ocurrió con la primera víctima moral por motivos religiosos, de la que ofrece referencia el autor, en el apartado referido al sábado 18 de julio de 1936: el asesinato a sangre fría del hijo del sacristán de la parroquia de San Ramón, en el interior del templo, en el puente de Vallecas.
Invito al lector a que se encuentre con cada uno de los nombres de mártires que aparecen en estas páginas y que intente reconstruir la historia, si acaso imaginándola. Fueron mártires, no caídos en guerra, porque no fueron a ninguna guerra. No eran más que católicos, religiosos, religiosas, sacerdotes, seminaristas que morían por el hecho de serlo. No fueron víctimas de la represión política porque no hacían más política que la del Evangelio.
Hay quien se empeña en recuperar la memoria histórica. Aquí tiene un trozo no desdeñable de ella
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La revolución de 1934
causó muertos en 23 provincias hasta un total de unos 1.400
en toda España. Según Gerald Brenan la revolución de 1934 fue «la primera
batalla de la guerra civil», en la misma
apreciación abunda con mucha más autoridad Pío Moa.
En la imagen, un cartel
del Socorro Rojo liga la Revolución de 1934 con
la Guerra de 1936. Y visualiza la dinamita que vitoreaba el poeta comunista Rafael Alberti :
«Mi mano y mi corazón, / ¡contigo!, que Asturias grita, / como
ayer: ¡Viva el Nalón / y viva la dinamita».
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Fraude en las listas de la memoria histórica en Extremadura
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Mártires de la
persecución religiosa en la Guerra de España de 1936 y
sus precedentes..106 navarros mártires de la persecución
religiosa durante la Guerra de 1936 y sus precedentes,
beatificados hasta el 22.10.2022
.La época del cuatripartito de Uxúe Barkos en
el poder en Navarra desde el 20 de julio de 2015.....La
época del cuatripartito de Chivite en el poder en Navarra
apoyado por Bildu desde agosto de 2019