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Cristo Rey
El Reinado de
Jesucristo consumado en todas las almas y en todas las
naciones de la tierra por la acción misericordiosa de su
Sagrado Corazón La plena implantación del reinado de Jesucristo en la tierra La segunda venida de Jesucristo tendrá como consecuencia, entre otras, el triunfo de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Y no al revés. No es a consecuencia de un triunfo debido a un proceso de crecimiento de la Iglesia como se producirá la consumación en la tierra del Reinado Social de Jesucristo por su misericordia y la consiguiente época profetizada de paz y prosperidad en la Iglesia (CEC 677, 673, 672, 675, 674). Este Reinado ha de venir ciertamente, pues está reiteradamente prometido y profetizado. Y será consecuencia, como está profetizado, de la segunda venida de Jesucristo, que, por el amor que nos tiene, producirá, con su manifestación gloriosa, como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, la liquidación de la apostasía y el hundimiento del régimen anticristiano, que ahora ya domina y que llegará a imperar de forma total. Y consecuencia también de la extraordinaria efusión de gracia que se iniciará con la Parusía, por el amor que Él nos tiene. Y a este respecto dice Canals:
La segunda venida de Cristo, en gloria y poder, no será precedida, sino seguida por la conversión de Israel, porque será consecuencia suya. Aunque ya algo antes de la segunda venida de Jesucristo se producirá por su gracia misericordiosa la conversión de algunos judíos (Ap 3,9), en la época de la Iglesia de Filadelfia, nuestra época.
Tras la quiebra de la apostasía y el hundimiento del imperio anticristiano a consecuencia de la segunda venida de Jesucristo, su Parusía, su manifestación gloriosa, como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, (como después de su Resurrección y hasta su Ascensión), vendrá, sin el obstáculo de las estructuras de pecado y, mediante la extraordinaria efusión de gracia que se iniciará con la Parusía, el proceso de recristianización basado en el auge de la devoción a la Virgen María y de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Y el triunfo de estas devociones tras la segunda venida de Jesucristo traerá la recristianización universal y la implantación consumada del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo en la tierra como aseguran respectivamente san Luis María Grignon de Monfort y el padre Ramón Orlandis, S. J.:
El reinado de Cristo Rey en las almas, en los corazones, la dimensión personal del reinado del Sagrado Corazón, que es la primordial por cierto, se produce ya plenamente en algunos como consecuencia de la devoción al Sagrado Corazón. Y ésta sí que llega a su plenitud en las almas a las que Jesús se la concede ya en esta época anterior a su segunda venida. La dimensión social del reinado del Sagrado Corazón llegará a su plenitud y consumación en la tierra tras la segunda venida de Jesucristo, su manifestación como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, porque será consecuencia de la recristianización generalizada, mediante la extraordinaria efusión de gracia que se iniciará con la Parusía; y así será implantado su reino consumado en la tierra por la propia acción misericordiosa de Jesucristo, como consecuencia de que será implantado por Él su reinado en todas las almas tras la Parusía, como ya antes reina plenamente por su misericordia en algunas. San Agustín lo explica en el libro XIV de La Ciudad de Dios Enseña san Agustín que el hombres fue creado para vivir según Dios, para hacer la voluntad de Dios y no para vivir según él mismo:
Y explica san Agustín que vivir según uno mismo y no vivir según Dios, es hacer como Satanás, es ser semejante a Satanás San Agustín explica aquella doctrina
enseñada de parte de Dios por san Pablo que proscribe
obrar según la carne (Gal 5,16-25; Gal
6,7-8; 8,5-14).
San Pablo mismo dice con todas las letras que ser carnal es vivir según el hombre:
Vivir según uno mismo y no vivir del todo según Dios, vivir como si Dios no existiera, es estar sometido al imperio de Satanás. Intentar compatibilizar vivir según Dios y vivir según uno mismo es autoengañarse y darle entrada a Satanás para que domine e impere. No es ya vivir según Dios. Después explica san Agustín la dimensión social del reino de Dios: "Dos amores fundaron dos ciudades". El imperio de Satanás también es sobre la sociedad, pero conviene insistir en que su raíz más profunda y más sometedora es el sometimiento de cada persona humana a vivir según ella misma y no del todo según Dios. Y vivir según uno mismo lleva a odiar a Dios. El imperio de Satanás es todo sistema que impone vivir y obrar según uno mismo, vivir como si Dios no existiera. Todo sistema políticamente correcto en la modernidad y en la posmodernidad. Es el imperio de las estructuras de pecado cada vez más ineludiblemente dominantes hoy en lo estatal, en lo económico, en lo cultural, en lo social y en lo personal. El mismo san Agustín explica que el origen de la dimensión social del imperio de Satanás está en que hay quienes viven según la carne, es decir, viven según sí propio. Y explica que el origen del reino de Dios, la ciudad de Dios, es que hay otros que viven según el espíritu, es decir, según Dios; y en eso mismo explica que está la contraposición y enfrentamiento entre ambas sociedades humanas o ciudades humanas:
Santa Teresita vivía este reinado pleno de Jesús en su alma y atribuía este título de rey a Jesús para expresar esta dimensión primordial del reinado de Cristo Rey:
Se trata de que cada uno, en sí mismo ante todo, cumpla el mandato de Jesús:
Ofreciéndose así a recibir este don de Jesucristo de que reine en la propia persona, ofrecíéndose a ser amado, a recibir con amor el amor de Jesús que derrama su Sagrado Corazón, en llamas de deseo ardiente de amor, como se lo expresó a santa Margarita María de Alacoque en 1674, en la segunda gran revelación de su Sagrado Corazón, en la que le llega decir que la ingratitud que recibe de nosotros los hombres, al no recibir con amor su amor, le es mucho más sensible que todo lo que sufrió por nosotros en su pasión y que desea recibir algo de amor por parte nuestra, con tal ansiedad, que estimaría poco todo lo que hizo por nosotros, si recibiese sólo ese algo de amor, y que si lo recibiera, querría hacer aún más, si ello se pudiera. Cuando se consagren todos al Sagrado Corazón y cumplan con lo que requiere dicha consagración, se realizará plenamente el reinado social de Jesucristo:
Y, como está prometido y profetizado, se realizará con toda seguridad por la acción misericordiosa del Sagrado Corazón esta consagración, el cumplimiento que requiere y el reinado de Jesucristo en la sociedad humana y en cada uno de sus miembros. ----------
Recibir el reinado pleno de Jesús en el alma es corresponderle con amor al amor ardiente con el que nos quiere liberar con su reinado, acatando su voluntad y cumpliendo sus mandamientos, (Jn 14,15; Jn 15,10; I Jn 5,3), pero no aceptarle como rey en el alma es hacer lo que hizo con Él la soldadesca romana, después de azotarle, al coronarle de espinas, proclamarle rey como una burla, torturándole:
Recibir el reinado pleno de Jesús en la propia persona es efecto del amor que puede despertar en nosotros, por la acción del Espíritu Santo, verle en la cruz sufrir así para salvarnos. Y en ese sentido se cumple que Jesús reina desde la cruz, como decía Benedicto XVI, en la fiesta solemne de Cristo Rey de 2011:
Y también en el sentido de que su reino lo implantará Él en todas las naciones de la tierra, en su plenitud consumada, por amor a nosotros. Es la dimensión social del Reinado del Sagrado Corazón de Jesús, que, al igual que la dimensión personal, es consecuencia de los méritos infinitos que nos ganó Jesucristo con su pasión y su cruz, pagando nustro rescate con su sangre preciosa. León XIII expresaba así en la encíclica Annum Sacrum la consumación del Reinado de Jesucristo en la tierra por la devoción a su Sagrado Corazón:
Sólo que hay que insistir en que el triunfo mundial de las devociones al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María y la aceptación voluntaria de la soberanía de Jesucristo será posterior a su segunda venida gloriosa y a la ruina que Él, con su manifestación, producirá en el imperio anticristiano, que impone vivir como si Dios no existiera, al evidenciar su existencia Jesús, el Verbo hecho carne, con su venida visible para todos. Tras lo cual, la Virgen María atraerá a todos hacia el Sagrado Corazón de Jesús. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús no se puede decir que ahora, en el siglo XXI, esté aumentando en la tierra, sino que se constata que lo que aumenta es, por el contrario, el proceso de descristianización, la apostasía de los hombres, varones y mujeres, y la apostasía de las naciones y la anomía, la transgresión. No se ve que vaya camino de triunfar dicha preciosa devoción, sin que cause este triunfo una intervención divina extraordinaria. Aunque el saneamiento eclesiástico en parte se ha iniciado desde el pontificado de san Juan Pablo II con el nombramiento de obispos buenos, con el factor común que les caracteriza de su devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Estamos ahora, en el siglo XXI, en aquella situación en la que Jesús tiene encargado que, aunque es rechazado Dios y la autoridad de su Iglesia, hay que anunciar de todas maneras que viene ya el Reino de Dios:
La época de paz y prosperidad está profetizada y vendrá con el establecimiento glorioso del Reino mesiánico. Así lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica (1992):
Pero antes de la época profetizada de paz y prosperidad en la Iglesia, coincidente con el Reinado Social de Jesucristo en la tierra, lo que se producirá es una extrema persecución y apostasía, no el triunfo de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Y el Reinado Social de Jesucristo no se producirá a consecuencia de un triunfo debido a un proceso de crecimiento de la Iglesia, que bastante tendrá con sobrevivir, en algún pequeño resto, a la apostasía y a la persecución final, según enseña la Iglesia en su Catecismo de 1992:
La segunda venida gloriosa de Jesucristo traerá consigo su reconocimiento como Mesías por Israel en el tiempo de la restauración universal:
---------------------------- Jesús le manifestó a santa Margarita María de Alacoque que Él destruirá el imperio de Satanás y sobre las ruinas del mismo levantará el imperio de su amor y le prometió también:
Estas revelaciones de Jesús a santa Margarita María de Alacoque de que Él destruirá el imperio de Satanás coinciden con lo declarado por el Concilio Vaticano II:
Y por los papas san Pablo VI, san Juan Pablo II y Benedicto XVI:
La expresión civilización del amor fue empleada por primera vez por el papa san Pablo VI en Pentecostés de 1970, en el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal:
Ese mismo día, el papa san Pablo VI hizo equivalentes la expresión, civilización del amor y la expresión civilización cristiana:
El reinado del laicismo y del liberalismo se terminará cuando, destruido ese reinado anticristiano por la Parusía de Jesús, el Verbo hecho carne, Su segunda venida visible y gloriosa a la vista de todos con la que, al evidenciar Su existencia, eliminará el poder anticristiano que, cada vez más, impone vivir como si Dios no existiera; y, mediante la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, generalizada la devoción a su Sagrado Corazón, todos crean que Jesucristo es Dios y obren en consecuencia, también en la vida política, lo cual se producirá con toda seguridad, y así fue anunciado por el Concilio Vaticano II:
Lo que es proclamar la esperanza cierta y segura de la futura confesionalidad consecuente de todos los pueblos, con los judíos a la cabeza de los creyentes en Jesucristo, el Mesías Jesús, el Verbo hecho carne, ; la Cristiandad futura; la futura unidad católica mundial, no por exclusión legal de la libertad religiosa, sino cimentada en la aceptación voluntaria del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en todos los corazones movidos por Su gracia divina, la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, Su segunda venida visible y gloriosa a la vista de todos con la que, al evidenciar Su existencia, eliminará el poder anticristiano que, cada vez más, impone vivir como si Dios no existiera. Bien entendido que es Dios el que concede a todos invocarle y servirle:
Esta unidad católica mundial, la catolicidad de todos los pueblos y de su organización política regional, nacional y mundial será posible con los medios que aporta la Iglesia, y la aceptación de estos medios, en particular la autoridad de la Iglesia en materias morales como infalible, que es lo que define a los Estados católicos. El Concilio Vaticano II enseña que forma parte de la misión de la Iglesia "declarar y confirmar con su autoridad los principios de orden moral que fluyen de la misma naturaleza humana" (Dignitatis humanae, 14). De lo que se trata es de "la coherencia entre fe y vida, entre evangelio y cultura, recordada por el Concilio Vaticano II". Ser católicos y obrar en consecuencia, en la esfera privada y en la pública, individual y colectivamente, cada persona y la sociedad. Jesucristo anunció el reino de Dios y efectivamente vino el reino de Dios que es su Iglesia, nuestra Santa Madre Iglesia Católica Jerárquica, como la denominaba san Ignacio de Loyola, y la Iglesia del siglo XXI celebra la fiesta solemne de Cristo Rey (leer más) -------------------------------------------------- Pero Jesús, el Verbo hecho carne, todavía no ejerce su realeza en plenitud en la tierra:
Se necesita la reiteradamente prometida extraordinaria efusión de gracia para que todos obremos según Dios y no según cada uno, como bajo el imperio de Satanás:
Cuando se consagren todos al Sagrado Corazón y cumplan con lo que requiere dicha consagración, se realizará plenamente el reinado social de Jesucristo:
Pero antes es preciso que se realice la anunciada y prometida Parusía de Jesús, el Verbo hecho carne, Su segunda venida visible y gloriosa a la vista de todos, con la que al evidenciar Su existencia, por el amor que nos tiene, eliminará el poder anticristiano que, cada vez más, impone vivir como si Dios no existiera; y se necesita la reiteradamente prometida extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, por el amor que nos tiene, iniciará con Su Parusía -------------------------------------------------- |
«Todos los pueblos vendrán a
postrarse en tu presencia, Señor, y bendecirán tu Nombre:
Grande eres tú, y haces maravillas. Tú eres el único
Dios».
(Sal 85,10; cf. Tob 13,13; Is 60; Jer 16,19; Dan 7,27; Os 11,10-11;
Sof 2,11; Zac 8,22-23; Mt 8,11; 12,21; Lc 13,29; Rm 15,12.).
«Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios, soberano de todo; justos y verdaderos tus designios, Rey de las naciones. ¿Quién no te respetará? ¿quién no dará gloria a tu Nombre, si sólo tú eres santo? Todas las naciones vendrán a postrarse en tu presencia» (Ap 15,3-4).
El secreto de los
siglos Al que puede consolidaros según
mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que proclamo,
conforme a la revelación del misterio mantenido
en secreto durante siglos eternos y manifestado
ahora mediante las Escrituras proféticas, dado a conocer
según disposición del Dios eterno para que todas las gentes llegaran a la
obediencia de la fe; a Dios, único Sabio, por
Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Se me dio a conocer por revelación el
misterio, sobre el cual acabo de escribiros
brevemente. |
Que la soberanía de Cristo
se realice plenamente
La luz del Evangelio orienta
a los pueblos hacia una gran familia en paz (Benedicto XVI, 18.10.2009)
Todo esto lo
hará Jesús, el Verbo hecho carne, por el infinito amor
misericordioso que nos tiene: "El Hijo de Dios ... no quiso establecer
por la fuerza y el temor su imperio sobre nosotros, sino
únicamente por el amor... No quiso...
emplear más armas que su Corazón.
Someter a los pueblos por la fuerza es lo que hacen los
conquistadores mortales; pero someterlos solamente con el
poder del amor..., he aquí una empresa que
sólo un Dios podía concebir [y realizar]. La ha
concebido Jesucristo ... y ... está en vías de
ejecución. Es la empresa que llamamos el reinado
del Corazón de Jesús". |
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Caducidad de la
sana laicidad Será también cuando todos crean que Jesucristo es Dios y obren en consecuencia, también en la vida política, lo cual se producirá con toda seguridad tal como fue anunciado por el Concilio Vaticano II:
Lo que es proclamar la esperanza cierta y segura de la futura confesionalidad consecuente de todos los pueblos, con los judíos a la cabeza de los creyentes en Jesucristo; la futura unidad católica mundial, no por exclusión legal de la libertad religiosa, sino cimentada en la aceptación voluntaria del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en todos los corazones movidos por Su gracia divina, la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, Su segunda venida gloriosa con la que, al evidenciar Su existencia, eliminará el poder anticristiano que, cada vez más, impone vivir como si Dios no existiera. Bien entendido que es Dios el que concede a todos invocarle y servirle:
Mientras tanto: Reivindicar la sana laicidad es pedir que las propuestas y aportaciones de los católicos sean tenidas en cuenta. Frente al laicismo, que excluye toda presencia de lo católico en la vida pública. Ya sería mucho. Porque algo es más que nada. Pero, cuando se permite que se presenten las propuestas católicas y luego se imponen normas anticristianas y antihumanas como las que legalizan la muerte de niños en el vientre manterno, ¿acaso alguien puede pretender que nos sea lícito a los católicos acatar normas anticristianas y antihumanas? La respuesta establecida por Dios es el non possumus. Ni se obedecen, ni se cumplen. Como decía Canals, no se puede aceptar deportivamente el resultado.
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La normativa
ética de la política está entre en las
materias sobre las que el Papa tiene autoridad infalible,
porque es infalible en materia de fe y moral, lo mismo
que lo es la Iglesia Católica. La autoridad del Papa para declarar las normas morales es infalible cuando la ejerce con ese carácter, no cuando no la ejerce. Cristo constituyó a los
Apóstoles y a sus sucesores «intérpretes auténticos
de toda ley moral, es decir, no sólo de la ley
evangélica, sino también de la natural» |
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LA DEMOCRACIA TRADICIONAL FRENTE A LA
DEMOCRACIA ABSOLUTA....La democracia tradicional...La
democracia absoluta es contraria al Reinado Social de Jesucristo..El liberalismo..Política
y ética
.
............Para
que haya democracia y libertad, la ética debe regir la conducta
política de los votantes y no sólo de los políticos....Un
partido confesional católico....LA
TRADICIÓN Y EL TRADICIONALISMO.....
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La democracia
absoluta es contraria al Reinado Social de Jesucristo Los electores deben votar según la moral, la ética. Así como los gobernantes elegidos deben gobernar según la moral. Los gobernantes sólo son elegidos democráticamente, si han sido elegidos en una votación en la que los electores ejercen su derecho según la moral. Porque el fin del hombre es obrar bien y voluntariamente, este es el fin de toda educación humana en todas las edades del hombre desde su niñez. Esto es obrar con libertad. Obrar según la moral, que es obrar según la propia naturaleza, de la que no somos autores, por cierto. Un gobierno democrático es aquel en que los gobernantes actúan según la moral (legitimidad de ejercicio); y los gobernantes han sido elegidos con la participación de todo el pueblo eligiendo y votando según la moral (legitimidad de origen.) La democracia, como todo lo humano debe ser redimida, no es redentora. Sólo es posible actuar siempre según la moral los electores y los gobernantes reconociendo la soberanía de Dios y obrando según Él, aceptando los medios que para para poder obrar según la moral, Él ha puesto por haber sido ganados por Jesucristo en la cruz para nosotros. Y es que la moral es posible conocerla por la luz natural de la razón, porque consiste en obrar según nuestra naturaleza racional de personas. Pero conocerla con seguridad en los casos de normas discutidas, debido a que muchas veces cuesta cumplirlas, requiere seguir la autoridad que Jesucristo ha puesto en su Iglesia en materia moral con carácter de infalibilidad. Este acatamiento es lo que se producirá en el Reinado Social de Jesucristo, cuando el lo establezca en la Tierra en su venida gloriosa, ante la que se hundirá el régimen anticristiano que ya impera y que imperará de forma total antes de esa Parusía de Jesucristo. Esta democracia redimida es muy diferente de la democracia cristiana, que es contraria al Reinado Social de Jesucristo. Cristo constituyó a los
Apóstoles y a sus sucesores «intérpretes auténticos
de toda ley moral, es decir, no sólo de la ley
evangélica, sino también de la natural» "La civilización del Amor es el Reino del Corazón de Cristo"
"La civilización del Corazón de Cristo"
"La civilización del Amor punto de llegada de la historia humana"
La civilización del
amor es el reinado social del Sagrado Corazón de Jesús,
el Verbo hecho carne; es la civilización cristiana, la
ciudad católica, la ciudad de Dios:: Para que haya democracia y
libertad, la ética debe regir la conducta política de
los votantes y no sólo de los políticos Tras la revolución liberal, los gobiernos se proclaman legítimos si tienen la mayoría en el parlamento, también basan su poder en tener la mayoría en el parlamento, hagan lo que hagan después con el poder así obtenido, sobre la base del parlamentarismo, según la cual los representantes del Pueblo Soberano tienen el poder absoluto y pueden mandar lo que quieran, con las normas éticas que quieran admitir. En el siglo XX y en el XXI este legitimismo liberal ha hecho crisis varias veces. El propio liberalismo, que pone todo el poder en el parlamento que sale de las elecciones, ha llegado desde la segunda mitad del siglo XX a no reconocer como democrático el resultado de las elecciones y de las decisiones de la mayoría parlamentaria en algunos casos:
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El reinado de Cristo ante el laicismo
La proclamación de Cristo como rey fue el 11 de junio de 1899 con la consagración del mundo al Sagrado Corazón de Jesús por el papa León XIII. Consagró a todo el género humano al Sagrado Corazón. Incluidos los que no creen en Jesucristo y los que no son miembros de la Iglesia, ni aceptan la autoridad pontificia. La fundamentación teológica de que se consagrase también a estas personas es, como enseñan san Agustín y santo Tomás, que la doctrina de la Iglesia es que aunque los que no católicos no están bajo la autoridad de Jesucristo y de su Vicario en cuanto al ejercicio de su autoridad (quantum ad executionem potestatis), todos los hombres les están sometidos en cuanto a su autoridad en sí (quantum ad potestatem), porque según recuerdan san Agustín y santo Tomás, Jesucristo murió para redimir a todos, como revela el Espíritu Santo por medio de san Pablo: «Cristo se ha entregado para la redención de todos».
Esta doctrina nos da también el significado de la proclamación de la realeza universal de Jesucristo mostrando su Sagrado Corazón. Y es que la autoridad de Jesucristo es universal sobre todos los hombres; y el Papa, su Vicario en la tierra, tiene esta autoridad sobre todos los hombres en materia de fe y de moral, incluidos los aspectos éticos de la política; pero no la ejerce sobre los que no acatan aún la autoridad del Papa y de la Iglesia.
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La devoción al Sagrado Corazón de Cristo Rey
La devoción al Sagrado Corazón consiste en la reparación y en la consagración. Esto no sólo es la cumbre y síntesis de la virtud de la religión, que es la más alta dentro de la virtud cardinal de la justicia, sino que está enraizado en las tres virtudes teologales. La consagración consiste en hacer, en unión con el Corazón de Jesús en la Eucaristía, lo que Dios quiere, todo lo que Dios quiere, sólo lo que Dios quiere y como y cuando Dios quiere. Es la consigna de santa Maravillas de Jesús. Y es la realización del reinado del Corazón de Jesús, en cada uno, para que venga el reinado del Corazón de Jesús a la vida social en plenitud en el futuro, como nos enseñó a pedir Jesús en el padrenuestro, y como la Iglesia enseña a hacer como fórmula del ofrecimiento de obras del Apostolado de la Oración y como fórmula que inserta el Concilio Vaticano II (Lumen Gentium, 34). Y es lo que María madre de la Iglesia, madre nuestra, nos dice desde las bodas de Caná: «Haced lo que el os diga».
Y forma parte de la doctrina pontificia la enseñanza de que el culto al Sagrado Corazón de Jesús integra la consagración y no menos la reparación. Y que la reparación consiste a su vez en expiar nuestros pecados por razón de justicia y en consolar a Jesús por razón de amor.
Así lo enseña Pío XI en la Miserentissimus Redemptor (nn, 5 y 10):
"Si lo primero y principal de la consagración es que al amor del Creador responda el amor de la criatura, síguese espontáneamente otro deber: el de compensar las injurias de algún modo inferidas al Amor increado, si fue desdeñado con el olvido o ultrajado con la ofensa. A este deber llamamos vulgarmente reparación".
"Y si unas mismas razones nos obligan a lo uno y a lo otro, con más apremiante título de justicia y amor estamos obligados al deber de reparar y expiar: de, justicia, en cuanto a la expiación de la ofensa hecha a Dios por nuestras culpas y en cuanto a la reintegración del orden violado; de amor, en cuanto a padecer con Cristo paciente y «saturado de oprobio» y, según nuestra pobreza, ofrecerle algún consuelo".
"¿Cómo podrán estos actos de reparación consolar a Cristo, que dichosamente reina en los cielos? Respondemos con palabras de San Agustín: «Dame un corazón que ame y sentirá lo que digo» (In Ioan. tr.XXVI 4).
Un alma de veras amante de Dios, si mira al tiempo pasado, ve a Jesucristo trabajando, doliente, sufriendo durísimas penas «por nosotros los hombres y por nuestra salvación», tristeza, angustias, oprobios, «quebrantado por nuestras culpas» (Is 53,5) y sanándonos con sus llagas. De todo lo cual tanto más hondamente se penetran las almas piadosas cuanto más claro ven que los pecados de los hombres en cualquier tiempo cometidos fueron causa de que el Hijo de Dios se entregase a la muerte; y aun ahora esta misma muerte, con sus mismos dolores y tristezas, de nuevo le infieren, ya que cada pecado renueva a su modo la pasión del Señor, conforme a lo del Apóstol: «Nuevamente crucifican al Hijo de Dios y le exponen a vituperio» (Is 5). Que si a causa también de nuestros pecados futuros, pero previstos, el alma de Cristo Jesús estuvo triste hasta la muerte, sin duda algún consuelo recibiría de nuestra reparación también futura, pero prevista, cuando el ángel del cielo (Lc 22,43) se le apareció para consolar su Corazón oprimido de tristeza y angustias. Así, aún podemos y debemos consolar aquel Corazón sacratísimo, incesantemente ofendido por los pecados y la ingratitud de los hombres, por este modo admirable, pero verdadero; pues alguna vez, como se lee en la sagrada liturgia, el mismo Cristo se queja a sus amigos del desamparo, diciendo por los labios del Salmista: «Improperio y miseria esperó mi corazón; y busqué quien compartiera mi tristeza y no lo hubo; busqué quien me consolara y no lo hallé» (Sal 68,21).
El consuelo, tal como el propio Jesús pide, es decirle a cada momento que le queremos y que le damos las gracias. La gratitud, como enseña santo Tomás de Aquino, tiene una primera parte que es el reconocimiento del bien recibido. Santa Teresa enseña que para hacer oración un buen método es ir considerando los pasos de la Pasión. De contemplar a Jesús sufriendo por nosotros, puede arrancar nuestro amor por Él, que es lo más alto y principal que se puede hacer y conseguir en esta vida y en la otra. Y que es lo que Jesús nos dice con ansia suplicante que necesita de nosotros.
Santa Teresa del Niño Jesús hizo el objetivo de su vida consolar al Sagrado Corazón de Jesús:
Quiero trabajar por vuestro solo Amor, con el único objeto de agradaros, de consolar a vuestro Sagrado Corazón y de salvar las almas que os amarán eternamente (Acto de ofrenda al amor misericordioso).
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Jesucristo anunció el reino de Dios y efectivamente vino el reino de Dios que es su Iglesia, nuestra Santa Madre Iglesia Católica Jerárquica, como la denominaba san Ignacio de Loyola, y la Iglesia del siglo XXI celebra la fiesta solemne de Cristo Rey (leer más)
«Reinaré en
España, y con más veneración que en otras muchas
partes» La promesa de Jesús, el Verbo hecho carne, al beato Bernardo de Hoyos el jueves, 14 de mayo de 1733, fiesta solemne de la Ascensión del Señor "Después de comulgar, tuve la
misma visión referida del Corazón, aunque con las
circunstancias de verle rodeado de la corona de espinas y
una cruz en la extremidad de arriba, ni más ni menos que
la pinta el P. Gallifet; también vi la herida por la
cual parece se asomaban los espíritus más puros de
aquella sangre, que redimió el mundo. Convidaba el
divino amor Jesús a mi corazón se metiera en el suyo
por aquella herida, que aquél sería mi Palacio, mi
Castillo, y Muro en todo lance. Y como el mío aceptase,
le dijo el Señor: ¿No ves que está
rodeado de espinas y te punzarán?, que
fue irritar más el amor, que introduciéndose a lo más
íntimo, experimentó eran rosas las espinas. Reparé que
además de la herida grande, había otras tres menores en
el Corazón de Jesús, y preguntándome si sabía quién
se las había hecho, me trajo a la memoria aquel favor
con que nuestro amor le hirió con tres saetas. Recogida
todo el alma en este Camarín Celestial, decía: «Haec
requies mea in saeculum saeculi, hic habitabo quoniam
elegi eam». Dióseme a entender que no se me
daban a gustar las riquezas de este Corazón para mí
solo, sino que por mí las gustasen otros. Pedí a toda
la Santísima Trinidad la consecución de nuestros deseos,
y pidiendo esta fiesta en especialidad para España, en
quien ni aun memoria parece que hay de ella, me dijo
Jesús: «Reinaré en España, y con más
veneración que en otras muchas partes». El beato Bernardo de Hoyos consignó por escrito enseguida con la máxima fidelidad el gran mensaje en un manuscrito desaparecido, como todos sus escritos. Pero su director el P. Juan de Loyola, S. I., lo copió fielmente en el manuscrito Autógrafo de su vida. Fallecido Bernardo de Hoyos el 29 de noviembre de 1735, dicho P. Juan de Loyola, S. I. publicó la vida de Bernardo para referir los principios en España de la devoción al Sagrado Corazón en la primera edición del Tesoro Escondido, publicada en 1736 y en todas las siguientes. El P. Uriarte, S. I. publicó su Vida del P. Hoyos «arreglada y aumentada de como la escribió y dejó inédita el P. Juan de Loyola». El texto de la promesa del Reinaré en el autógrafo está, en la 2ª ed., en las páginas 250-251. (Véase el artículo de José Mª. Sáenz de Tejada, S. I., «Reinaré en España y con más veneración que en otras partes», Revista Cristiandad de Barcelona, nº 29, páginas 249-251, 1 de junio de 1945) |
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La Ascensión y la Parusía visible y gloriosa de Jesús, el Verbo hecho carne
Confesionalidad, Reino de Dios y proselitismo
Confesionalidad católica desactivada, inconsecuente e inoperante en la España del XIX y del XX
Encíclica Miserentissimus Redemptor de PÍO XI de 8 de mayo de 1928
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... ....Escritos 2021.....Escritos 22.....Artículos....Textos 2022....Textos 2021.. .. ..
Es posible consolar a Dios como
fue posible que Dios padeciese y murieset...Explicaciones
y desarrollos....Enseñanzas pontificias.... Annum
sacrum ...Miserentissimus Redemptor .. Textos . ..Artículos. ..INDEX
...... .. ..tt...t......
....Jesucristo anunció el reino de Dios y
efectivamente vino el reino de Dios que es su Iglesia ... La
devoción al Sagrado Corazón de Cristo Rey...
..... La fiesta solemne del Sagrado
Corazón de Jesús... La proclamación de Cristo como
rey fue el 11 de junio de 1899.
. ..... ... .......
.. . Las
noticias optimistas del Evangelio vienen también en el
ApocalipsislaLa Sábana Santa de Turínt . El
rostro de Jesúst.uLa tarjeta de visita de
Jesucristo: soy
rey
.. t.t....La Ascensión y la Parusía visible y gloriosa
de Jesús, el Verbo hecho carne..la.
. ..... .... .. .......
... La laicidad en la
actual situación de hipótesis constatada por Benedicto XVI. ...Tesis,
hipótesis, esperanza.. .Tesis e
hipótesis..La democracia liberal.....
La civilización del amor es
el reinado social del Sagrado Corazón de Jesús, el Verbo hecho
carne; es la civilización cristiana, la ciudad católica, la
ciudad de Dios::
El primero que introdujo esta expresión
"Civilización del amor" fue el papa san Pablo
VI en 1970, el que la desarrolló fue el papa san
Juan Pablo II....
La extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía